Aunque España no participó directamente en la Segunda Guerra Mundial lo cierto es que tras la entrevista de Hendaya entre Franco y Hitler en octubre de 1940 las posibilidades de que esto sucediese fueron muy grandes, si bien es cierto que nuca llegaron a materializarse las condiciones para la entrada definitiva del régimen de Franco en la contienda.
Este breve artículo hace una breve descripción de la situación de las tres armas de la Fuerzas Armadas españolas en 1940.
Antecedentes
Cuando concluyó la Guerra Civil española el Ejército nacional contaba con 61 divisiones y un total de casi un millón de soldados. Era un ejército salido de tres años de conflicto, con un nutrido cuerpo de oficiales con práctica de mando directo, unos soldados con experiencia de combate y un material aceptable para el año 1939, tanto en cantidad como en calidad, especialmente en lo que a la aviación hacía referencia. El armamento era en su mayoría de origen italiano y alemán, pero también se contaba con un importante número de armas de origen soviético, material capturado a los republicanos durante la guerra, donde destacaban por ejemplo los tanques T-26. De todas formas se sufría de graves carencias, en medios blindados, transportes de todo tipo, repuestos, suministros y fundamentalmente de una Marina que había quedado considerablemente mermada durante el conflicto bélico.
Durante 1939 se procedió a una reforma para adaptar a las Fuerzas Armadas a una situación de paz, siendo reducidas el número total de divisiones pasando a tan sólo 24, pero también se procedió a dar de baja a aquel material de difícil reparación por falta de recambios, como los carros soviéticos BT-5, o que se consideraba fuera de utilidad por obsoleto, como algún avión Breguet XIX que milagrosamente había sobrevivido a la guerra. Además se creaban tres ministerios distintos para los tres ejércitos Tierra, Mar y Aire, lo que suponía una decisión más de carácter político que fundada en razones de índole militar, que dificultaría la actuación coordinada en un hipotético conflicto armado.
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial en Europa, en septiembre de 1939, las Fuerzas Armadas españolas deberían compararse con naciones de segundo orden como Polonia, Hungría o Rumanía, superando a estas dos últimas debido a la Fuerza Aérea fundamentalmente, muy alejadas por tanto de las grandes potencias como Alemania o la URSS , pero también de Francia o Italia. Sin embargo, se estaría claramente por encima de naciones como Finlandia, Grecia o Bélgica, especialmente por el tamaño del Ejército de Tierra.