La rendición de Granada (1492) Francisco Pradilla y Ortiz. 1882. Óleo sobre lienzo. 330 x 550 cm. Palacio del Senado, Madrid, España.
El desmembramiento del Imperio almohade, tras la derrota de las Navas de Tolosa en 1212 y la crisis de 1227, provocó la aparición de los Terceros Reinos de Taifas. Sólo un reino sobrevivió, el que la familia de los Banu Nasr fundó con capital en Granada. Su primer gobernante fue Muhammad I (1237-1273) Este Estado sobreviviría más de 250 años debido a sus propias fuerzas y a las intermitentes guerras civiles castellana.
Granada fue un estado poblado y rico. Contaba con una numerosa población, que a finales del siglo XV debía superar los 350.000 habitantes. Su economía era equilibrada, basada en una agricultura intensiva, con abundantes regadío (Caña de azúcar, frutales, hortalizas, algodón, cereales, etc.), una artesanía diversificada (cerámica, piel, hierro, seda, etc.) y un comercio activo con Castilla, con el Mediterráneo africano y oriental y con los puertos italianos de Génova y Pisa a través de Málaga y Almería.
La guerra tuvo mucho que ver con el hecho de que, al mismo tiempo que los reinos cristianos se habían pacificado y reorganizado, el reino de Granada se enfrentaba a la crisis dinástica de los últimos sultanes nazaríes, concretada por la lucha de poder entre estos tres personajes emparentados:
* Abu-l-Hasan «Alí Muley Hacén» (1464-1482 y 1483-1485).
* Abu Abd-Alah, Mohámed XII «Boabdil» (1482-1483 y 1486-1492), hijo del anterior.
* Mohámed XIII «el Zagal» (1485-1486), hermano del primero y tío del segundo.
Aparte de los enfrentamientos dentro de la familia real, la aristocracia granadina presentaba otras divisiones, como la rivalidad entre los Alamines, los Venegas y los Abencerrajes en 1412. Estos últimos se sublevaron en Málaga en 1473 y fueron duramente reprimidos por Muley Hacén (incluyendo, según la leyenda, una matanza a traición en un salón de la Alhambra).
En 1481 se reactivó la guerra, una vez concluida la guerra civil castellana. A partir de 1483 los Reyes Católicos se propusieron hacer de la conquista de Granada su primera gran empresa política. En ella utilizaron todos los recursos de Castilla y Aragón.
A pesar de mantener muchos rasgos medievales, fue una de las primeras guerras que puede considerarse moderna, por el armamento, fueron decisivos los asedios resueltos con artillería, y tácticas empleadas, destaca Gonzalo Fernández de Córdoba “El Gran Capitán”.
Primera fase, de 1482 a 1487
Conquista de la parte occidental del reino (actual provincia de Málaga, Loja y la Vega de Granada), aunque las conquistas territoriales se hicieron esperar hasta 1485.A finales del año 1481, como represalia por hostigamientos puntuales de parte cristiana, los musulmanes tomaron Zahara. Eso dio una excusa plausible para una operación de más envergadura el 28 de febrero de 1482: la toma de Alhama, a cargo de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz.
En abril de 1483, en medio de las disensiones internas, y con el fin de adquirir prestigio, Boabdil intenta sin éxito tomar Lucena, cayendo prisionero. Los Reyes Católicos hacen una jugada que demostró ser decisiva: lo liberan tras asegurarse su alianza, incluyendo el pago de tributos. Desde Almería, hará la guerra a su padre el sultán Muley Hacén.
A partir de entonces y sucesivamente, caen Ronda (mayo de 1485), Marbella (sin combatir), Loja (mayo de 1486, con un uso decisivo de la artillería pesada), gran parte de la Vega de Granada y en la costa Vélez Málaga y la propia Málaga (19 de agoto de 1487). Esta plaza era especialmente significativa por ser el principal puerto y por la reducción a esclavitud de la mayoría de sus 8000 habitantes.
Segunda fase, de 1488 a 1490
Consistió en la conquista de la parte oriental del reino (actual provincia de Almería) y el resto del territorio, excepto la capital. Las campañas militares se vieron frenadas en 1488 como consecuencia de varios factores, peste en Andalucía y asuntos políticos en Aragón.
Trasladada la base de operaciones a Murcia, se producen unas primeras conquistas relativamente sencillas (Vera, Vélez Blanco y Vélez Rubio). La toma de Baza, asediada de junio a diciembre de 1489, llevó en poco tiempo a la capitulación de Almería y Almuñecar , mientras el Zagal se rendía a los Reyes Católicos, pasando a su servicio desde su señorío de Andarax. Granada quedaba totalmente aislada.
Tercera fase, de 1490 a 1492
Limitadas las operaciones al asedio de la ciudad, dirigido desde el campamento-ciudad de Santa Fe. Con más intrigas que acontecimientos militares, los Reyes Católicos exigieron a Boabdil la entrega de la ciudad en cumplimiento de sus tantas veces renovados pactos.
El 25 de noviembre de 1491 fueron firmadas las capitulaciones, que concedían además un plazo de dos meses para la rendición. No hubo necesidad de agotarlo, porque los rumores difundidos entre el pueblo granadino de lo pactado causaron tumultos, sofocados tanto por los cristianos como por los fieles a Boabdil, que acaba por entregar Granada el 2 de enero de 1492.
La rebelión de las Alpujarras
Boabdil comenzó retirándose a las tierras alpujarreñas que le garantizaban los Reyes, pero finalmente optó por cruzar el Estrecho, como la mayor parte de la élite andalusí en 1493.
La población mudejar pasó en poco tiempo de ser tratada con una inicial política de apaciguamiento, como correspondía a las condiciones de la capitulación, dirigida en lo religioso por fray Hernando de Talavera, confesor de la reina y primer arzobispo de la ciudad; a otra de mayor firmeza a partir de la visita del nuevo confesor, el cardenal Cisneros (1499). Como resultado, se obtiene un incremento de las "conversiones", pero también un motín en el Albaicín y una sublevación en las Alpujarras en 1500. Tales desórdenes fueron considerados como una ruptura de las condiciones de la capitulación por la parte islámica, con lo que, libres de toda cortapisa, los reyes emitieron la Pragmática de 11 de febrero de 1502, que obligaba al bautismo o al exilio de los musulmanes.
Navarra
Fue ocupada en 1512 como consecuencias de las guerras de Italia entre Fernando, rey de Aragón y regente de Castilla, y el rey de Francia Luis XII, aliado de los reyes de Navarra Catalina de Foix y Juan de Albret.
En abril de 1512 murió sin descendencia, Gastón de Foix, hermano de Germana de Foix, segunda mujer de Fernando II. Desde el mes de abril, los castellanos se preparan para la invasión. En abril se produce en Burgos una reunión de Fernando II con el mariscal Pedro de Navarra y otros principales caballeros navarros, en la que se solicitaba, por parte castellana, el paso de tropas por Navarra para hacer la guerra con Francia. Los navarros se negaron pero ofrecieron, a cambio, 100 lanzas para servir al Católico en Italia.
Pesaba sobre ellos la excomunión, decretada por Julio II la bula papal Pastor Ille Caelesti. Fernando dio la orden de invadir el reino. El ejército castellano se fue concentrando en Vitoria. Estaba a las órdenes de Fadrique Álvarez de Toledo, Duque de Alba y contaron con el apoyo de una parte de la nobleza navarra, los beamonteses.
El 29 de julio se llegó a un preacuerdo de capitulación, en el que dejaba a Fernando II todas las iniciativas en Navarra, y entre otras obligaciones el heredero Enrique de Labrit debería ser entregado para su educación. Este documento fue ratificado por Fernando el Católico el 4 de agosto, mientras que los reyes navarros nunca lo ratificaron.La rendición de las plazas fue paulatina, en las que Fernando II se va comprometiendo a salvaguardar sus fueros y privilegios.
A finales de 1512 se produjo un contraataque del rey de Navarra, rechazado por las tropas castellanas. El 17 de diciembre de 1512 se nombró como primer virrey y capitán general de Navarra a Diego Férnandez de Córdoba, marqués de Comares. Asimismo se fueron produciendo distintos nombramientos premiando la fidelidad a los nuevos gobernantes. En mayo de 1513 fue nombrado el conde de Lerín, Luis de Beaumont, canciller de Navarra y más tarde presidente del Consejo Real.
Las Cortes de Navarra se reunieron en marzo de 1513, y en ellas, el virrey hizo público un perdón general siempre que se acatasen las nuevas autoridades, y en nombre de Fernando el Católico juró respetar los fueros, usos y costumbres del Reino, aunque las promesas se supeditaban a la finalización de la guerra. En estas reuniones faltaron la mayoría de los nobles de la facción agramontesa, así como varios abades correspondientes al brazo eclesiástico.
En un primer momento, la adscripción de la conquista fue al reino de Aragón, pero quizás por el poco apoyo ofrecido desde Aragón, y por el contrario, el apoyo militar mayoritario del de Castilla, hizo que Fernando el Católico lo adscribiera a Castilla. Para legalizar la incorporación de Navarra a Castilla, el duque de Alba informó de esta decisión el 11 de junio de 1515 en las Cortes Castellanas reunidas en Burgos. Ningún navarro participó, ni tampoco hay mención de representantes navarros, ni siquiera como testigos. Fernando el Católico lo ratificó un mes después.