KAPPO STORIAS: El blog personal de Rafael Rodrigo. Todo lo relacionado con el apasionante mundo de la historia bien sean documentos, videos, noticias, exposiciones, películas, juegos de ordenador, etc.
6.1. Unión dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y de Aragón.
La unión política
Algunos historiadores consideran a los reyes católicos como los “forjadores de la unidad nacional”, mientras que otra corriente historiográfica rechaza esta afirmación al entender que no se trató de la unión de las dos coronas, sino de una yuxtaposición de Estados.
Evidentemente Fernando e Isabel tuvieron un proyecto político tendente a la unificación política de ambos Estados, desaparecería la España de los cinco reinos e incluso durante un tiempo ambas coronas tuvieron un único gobernante, Fernando (1506-1516)
La situación política en Castilla era muy complicada, un rey débil como Enrique IV y una heredera como Juana la Beltraneja en manos de una nobleza cada vez más poderosa. En esas circunstancias Isabel, hermana de Enrique, negoció en secreto su matrimonio con Fernando de Aragón, en ese momento rey de Sicilia y futuro heredero de Juan II, además de ser su primo. Finalmente se casaban en 1469.
A la muerte de Enrique en 1474 comenzaba una guerra civil entre Isabel apoyada por parte de la nobleza, villas del Duero y el Tajo y su esposo, es decir, Aragón. Se enfrentaban a Juana, prometida del rey de Portugal Alfonso V, y las tropas francesas y portuguesas. La guerra terminaba en 1479 con la victoria de Isabel y el Tratado de Alcaçovas. Ese mismo año moría Juan II y Fernando se convertía en rey de Aragón.
Los dos Estados presentaban grandes diferencias. La Corona de Castilla tenía una estructura política unitaria, sin embargo, la Corona de Aragón era una federación de Estados. Los reyes aceptaron esa pluralidad de territorios aunque evidentemente se impuso Castilla por su mayor peso demográfico, 6 millones de habitantes por apenas unos 800.000, y geográfico 385.000 m2 por 110.000.
Algunos historiadores hablan de una unión personal, “Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”. Desde su matrimonio Isabel otorgaba a Fernando una amplia participación en el Gobierno de Castilla, posteriormente confirmada en la Concordia de Segovia de 1475, en la cual se le reconocía como rey de Castilla con las mismas prerrogativas (Fernando V), situación que se mantuvo hasta 1504. Sólo se reservaba la Reina los derechos sucesorios. Fernando haría lo mismo en 1481 en sus Estados con Isabel.
Aragón y Castilla mantuvieron sus fronteras, leyes, instituciones y particularidades. Nunca hubo un intento de fusionas las dos Coronas. Los reyes residirían en Castilla, aunque sin fijar una Corte estable sintieron predilección por Granada. Por su parte Fernando nombró un lugarteniente (virrey) que le representase en sus Estados patrimoniales. El ejército de los reyes actuó en asuntos que afectaban a ambas coronas y la política internacional se orientó a unir fuerzas. La única institución común fue el Tribunal del Santo Oficio creado en 1478.
La unión territorial
Granada
En 1481 comenzó una nueva guerra contra el reino nazarí de Granada que culminaría con su anexión a Castilla el 2 de enero de 1492. Esta sería la primera empresa conjunta de los reyes y para ello se utilizaron los recursos conjuntos de ambos Estados.
Fue una guerra especialmente dura, por ejemplo toda la población de Málaga fue vendida como esclavos al ocupar las tropas cristianas la ciudad. Finalmente el último de los reyes musulmanes de España negoció la rendición de la capital, Boabdil entregó las llaves de la ciudad tras firmar un pacto que respetaría la hacienda, vida, religión, leyes y costumbres de la población musulmana.
Como consecuencia de esta conquista el papa Alejandro VI, el valenciano Rodrigo de Borja, concedió el título de Católicos a los reyes en 1494.
Navarra
Fue ocupada en 1512 como consecuencias de las guerras de Italia entre Fernando, rey de Aragón y regente de Castilla, y el rey de Francia Luis XII, aliado de los reyes de Navarra Catalina de Foix y Juan de Albret.
A consecuencia de la negativa de estos a dejar paso a las tropas de Fernando y a la excomunión que pesaba sobre ellos, decretada por Julio II, este dio la orden de invadir el reino. Las tropas estuvieron dirigidas por el duque de Alba y contaron con el apoyo de una parte de la nobleza navarra, los beamonteses. Todo el territorio del reino al Sur de los Pirineos quedó en manos de Fernando. En 1513, las Cortes de Navarra, sólo con la asistencia de beamonteses, nombraron a Fernando el Católico rey de Navarra. En 1515 las Cortes Castellanas reunidas en Burgos proclamaron la incorporación de Navarra a la Corona de Castilla, aunque esta mantuvo sus propias Cortes, fueros, leyes y costumbres.
La unión religiosa
A raíz del asalto a las juderías de finales del siglo XIV muchos judíos se habían convertido al cristianismo. En 1478 en la visita que realizaron los reyes a Sevilla pudieron ver la tensión existente, los conversos eran acusados de judaizar. Ese mismo año obtenían del papa Sixto IV el permiso para nombrar inquisidores en Andalucía, aunque este tribunal existió en Aragón desde 1242 fue en 1483 cuando se introdujo definitivamente en la Corona y en 1487 en Barcelona. Los inquisidores generales eran nombrados por los monarcas y fue un tribunal que siempre estuvo bajo su dirección.
Pese a la persecución, condenas (sanbenitos) y ejecuciones (autos de fe) se tomó una medida más drástica, esta fue la definitiva expulsión de los judíos de todos los territorios bajo su Gobierno en 1492, salvo conversión. Se calcula en unas 100.000 personas las expulsadas que formarán el pueblo sefardí.
El otro problema religioso era el representado por los mudéjares, especialmente en el reino de Granada. El nuevo arzobispo, Fray Hernando de Talavera, intentó una conversión pacífica, con unos malos resultados. Es por eso que en 1499 se nombra a Francisco Jiménez de Cisneros como nuevo responsable de la conversión. Sus métodos originaron una revuelta en el Albaicín en 1501 que se extendería a las Alpujarras. Fue sofocada al año siguiente pero con esta revuelta los Reyes entendían rotos los pactos de 1492 y se obligó a los mudéjares a la conversión o al exilio. La mayoría optó por la conversión pasando a denominarse moriscos.