La dimensión internacional
En la Europa de los años treinta la tendencia general fue la de la
sustitución de los regímenes democráticos por regímenes
dictatoriales o totalitarios. Existen varios antecedentes destacados.
El primero ejemplo sería Italia, donde como consecuencia de la
Marcha sobre Roma, en octubre de 1922, el nuevo jefe de Gobierno
sería Benito Mussolini, jefe del Partido Fascista Italiano. La
convulsa situación italiana y el miedo de las clases altas y el
Ejército hacia una posible revolución bolchevique hicieron al rey
Víctor Manuel III aceptar la renuncia del Gobierno y llamase como
nuevo jefe del Gabinete a Mussolini. El segundo ejemplo es el de
Alemania. La situación socio-política era absolutamente inestable.
La crisis económica tocaba techo en 1932, año en que fueron
convocadas tres elecciones al Reichstag. Las dos primeras fueron
ganadas por el NSDAP de Hitler. Tras ellas el anciano presidente de
la República de Weimar, el mariscal Hindenburg, decide encargar la
formación de Gobierno a Hitler. Disueltas las cámaras y a pocos
días de las nuevas elecciones el incendio del Parlamento permitirá
a Gobierno la aprobación de unas leyes especiales de protección del
Estado, que le permitió la detención de los opositores de
izquierdas y en ese ambiente se celebraban las elecciones que le
otorgaban la mayoría absoluta. Otros países que transformaron sus
sistemas políticos a lo largo de la década de los años treinta en
dictaduras fueron Portugal, Yugoslavia, Rumania, Bulgaria, Grecia,
Hungría, Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y Finlandia. Por lo
tanto se puede hablar de una tendencia general hacia los regímenes
dictatoriales. Igualmente, hay que señalar a la URSS como país
totalitario, con lo cual, realmente democráticos tan sólo
encontraríamos en 1936 a Francia, Reino Unido, Checoslovaquia, el
Benelux y las monarquías escandinavas.
Una vez comenzada la Guerra Civil Española en Europa se puede hablar
de la formación de tres tendencias respecto a la misma. En primer
lugar los simpatizantes del Gobierno republicano. Francia en un
primer momento y desde luego la URSS, casi único apoyo del Gobierno
durante toda la guerra. Pero además hay amplios sectores europeos
que apoyan a la República. En términos generales se puede decir que
la opinión pública de los países democráticos era más favorable
al Gobierno Republicano. Evidentemente el mundo obrero de toda Europa
estaba netamente a favor de la República. Por otro lado tenemos al
mundo de la cultura. Por España pasarán corresponsales,
intelectuales o fotógrafos de la talla de Hemmingway, Orwel, Brecha,
Neruda o Cappa. Se llegará a celebrar un Congreso Internacional de
Intelectuales Antifascistas en Valencia y el asesinato de Lorca o el
cuadro de Picasso “El Guernica” harán que el mundo intelectual
se encuentre volcado a favor del bando republicano.
Por su parte el bando nacional recibirá sus principales apoyos de
los países totalitarios europeos, esto es, Italia y Alemania, además
de la inestimable ayuda de Portugal. Los sectores católicos también
apoyarán al Alzamiento, como los irlandeses o sobre todo sectores
muy significados de El Vaticano. Los distintos partidos y grupos de
extrema derecha europeos enviarán voluntarios a España, caso de
Francia o Rumanía. Y no hay que olvidar que el Partido Conservador
británico no veía con malos ojos la sublevación de una parte del
Ejército en España, considerando que impondría el orden necesario.
Finalmente habría que hablar del grupo de los países neutrales.
Encabezados por Francia y el Reino Unido pero al que muy pronto se
sumarían la mayoría de las naciones europeas, sobre todo por el
temor que la guerra española pudiese significar un nuevo conflicto
en Europa. Este miedo explica la celebración en Londres de una
conferencia internacional.
En las primeras semanas de la guerra los nacionales consiguieron el
envío de ayuda militar por parte de Italia y Alemania. Por su parte
la República consigue la compra de material de guerra en Francia,
Checoslovaquia y Polonia. De ellos Francia es que más simpatías
tenía con el Gobierno español. En Francia también gobierna el
Frente Popular, con León Blum, pero una ayuda de éste a la
República española tendría posibles consecuencias negativas en su
país. El Estado Mayor francés le hace saber al Presidente que una
mayor implicación en el conflicto podría desencadenar también en
Francia una sublevación popular o lo que sería peor una guerra con
Alemania. Ante esta situación se realizan consultas ante el Gobierno
británico para conocer cual sería su postura ante una posible
guerra entre Francia y Alemania. La respuesta es clara, el Reino
Unido no piensa apoyar a Francia en caso de guerra. Para el Foreing
Office lo que sucede en España es una guerra entre revolucionarios
marxistas y militares conservadores y casi se prefiere la victoria de
estos últimos. Además, el Reino Unido lo último que desea en esos
momentos es una nueva guerra en Europa. Esta es la principal razón
por la que se convocó el Comité de no Intervención en Londres
durante ese verano de 1936. Los 27 países asistentes firman un
acuerdo final. En él se establece un embargo total de armas para
ambos contendientes. El cierre de fronteras. Una serie de patrullas
navales para evitar el tráfico de armas. El resultado fue un
tremendo fracaso. URSS, Italia y Alemania no dejaron de enviar armas
y hombres durante toda la guerra y Portugal jamás cerró su
frontera. El bloqueo naval era válido solamente para los barcos de
las naciones firmantes, lo cual por ejemplo excluía a los de
pabellón español. Sin embargo, este comité consiguió su objetivo
fundamental y es que Francia y el Reino Unido tuviesen la conciencia
tranquila y sobre todo no se viesen afectados por la guerra.
Hay que considerar que es casi imposible poner de acuerdo a los
historiadores sobre el número exacto de armamento enviado a España,
lo que si es cierto es que las cifras son muy próximas por lo que
una ligera variación es muy posible pero no enormes diferencias en
cuanto a los números totales. Asimismo, el material de guerra no
tiene importancia en relación directa a los fríos números. Por
ejemplo, contar tanques como el que cuenta balas de fusil no es
posible, las prestaciones, características, armamento o blindaje
hace que un CV 33/35 italiano no pueda ser comparado con un T-26
soviético. No conocer la diferencia entre uno y otro imposibilita
para hacer valoraciones sobre el material comprado o recibido por
ambos bandos.
Aunque el Gobierno republicano recibió ayuda fundamentalmente por
parte soviética varios fueron los países que le prestaron ayuda.
Igualmente, hay que tener en cuenta que España poseía una de las
reservas más grandes de Europa de divisas y oro, fruto de la
neutralidad durante a Primera Guerra Mundial, por lo que, casi nada
del material recibido por los republicanos fue gratuito. La ayuda
militar a la República fue escrupulosamente cobrada por los
distintos países y traficantes de armas, especialmente por parte
soviética a cuenta del oro depositados en Moscú. También se podría
considerar cierto número de aviones y armas ligeras fabricados en
España pero con patente soviética como ayuda internacional. Pero en
definitiva sería más adecuado hablar de la compra de material de
guerra por parte del Gobierno republicano que de “ayudas”.
El principal país que prestó ayuda militar al bando republicano fue
la URSS de Stalin. Entre 1936 y 1938 se enviaron a España unos 165
barcos con material de guerra, además, por la frontera francesa
cruzaron en varios momentos material con el mismo fin, como por
ejemplo antes de la ofensiva del Ebro en 1938. El primero de los
cargueros con armamento llegó al puerto de Cartagena el 4 de octubre
de 1936. La ayuda militar soviética puede cifrarse en unos 1.000
aviones (400 chatos, 300 moscas, 100 Katiuska o 113 Natasha), sobre
los 800 tanques (T-26, BA-6, BT-7, etc), 2.000 piezas de artillería
de diversos calibres, 30.000 ametralladoras, medio millón de
fusiles, etc. Igualmente habría que sumar toneladas de ropa,
medicinas, gasolina, petróleo, lubricantes, etc. Hay que destacar de
forma significativa a los asesores soviéticos, realmente y sobre
todo al inicio tripulaciones enteras que participaron directamente en
el combate. Se puede calcular su número en torno a los 3.000.
Por otra parte hay que referirse a las Brigadas Internacionales.
Formadas por voluntarios de todo el mundo que fueron reclutados para
combatir en España contra el Fascismo. La idea partió de Moscú y
se favoreció que los distintos partidos u organizaciones sindicales
reclutasen voluntarios para la guerra. Luego se les haría entrar en
España. Se calcula que el número aproximado de brigadistas a lo
largo de la guerra debió ascender a unos 70.000. En su mayor parte
franceses, italianos y británicos, pero realmente de todos los
países, alemanes, húngaros, checos, americanos etc.
Otra nación que ayudó al Gobierno republicano fue Méjico, en esos
momentos gobernada por Lázaro Cárdenas, además de su apoyo
diplomático o moral envió 20.000 fusiles, 28 millones de cartuchos,
8 baterías de artillería, unas decenas de camiones y varios aviones
de fabricación estadounidense. El resto de naciones no es que
ayudasen a los republicanos, sino que más bien les vendieron
material de guerra como Polonia que entre otros vendió varios
obsoletos tanques Renault FT-17 durante los primeros meses de guerra
y Checoslovaquia unos 50 aviones. La consideración como material de
guerra de lo comprado produce más que sonrojo, ya que ambas naciones
o bien ya les habían dado de baja de sus propias unidades o bien
iban a causarla dentro de muy poco. También Francia vendió
armamento a la República, cabría destacar varios bombarderos Potez
54 y cazas Dewoitine 371, pero estas ventas fueron muy limitadas y
fundamentalmente durante los primeros meses de guerra.
Por su parte el bando nacional tuvo como principales ayudas las
recibidas de Italia, Alemania por orden de importancia. Resulta
curioso que en este caso si que se pueda hablar de ayuda bastante
desinteresada, por ejemplo Italia al terminar la guerra cedería al
Ejército español casi todo su material.
Italia, sin lugar a dudas, fue el país que más ayudó al bando
nacional. No sólo mediante la venta de armamento de todo tipo si no
también con el envío del CTV (Corpo di Truppe Volontarie). Se puede
cifrar en unos 75.000 los italianos que a lo largo de la guerra
pasaron por este cuerpo integrado por varias divisiones de camisas
negras e incluso una del mismo Real Ejército Italiano, la división
Littorio. Asimismo, se envió a España cerca de 800 aparatos (376
Fiat CR 32, 100 Savoia 79 etc.) unas 2.000 piezas de artillería, 150
tanquetas CV 33/35, 240.000 fusiles y cantidades ingentes de
pertrechos, balas, bombas, repuestos etc. Igualmente hay que añadir
que tanto la Real Marina italiana como la Real fuerza aérea
participaron directamente en misiones sobre la España republicana,
especialmente en la zona de Levante. Alemania por su parte prestó
ayuda material a los nacionales suministrando, unos 150 Panzer I,
aproximadamente 700 aviones, desde los cazas Me-109 y He-51 a
bombarderos He-111 y Ju-52, artillería antiaérea Flak 88 o
antitanque Pak 36, además de camiones, transportes, fusiles etc. En
general fue de menor cuantía y volumen que la italiana pero de mejor
calidad en todos los aspectos. Por lo demás, los voluntarios
alemanes se integraron en una unidad propia la Legión Cóndor, que
sólo dependía del Cuartel General del Generalísimo.
Aproximadamente a lo largo de la guerra debieron pasar unos 4.500
alemanes.
Cartel propagandístico: Fuente: http://www.guerracivil1936.com
A estas ayudas habría que añadir a voluntarios de diversas
procedencias: Rumanos, rusos blancos exiliados, sudamericanos o los
franceses del coronel Courcier. Nunca llegaron a crear unidades
propias siendo encuadrados en el tercio de extranjeros o requetés.
Apenas serían unos pocos centenares. Por su parte los católicos
irlandeses reclutaron un grupo de voluntarios al mando del general
O´Duffy. Su comportamiento muy poco disciplinado llevó al mando a
ordenar su disolución como unidad e integración en la Legión. Más
destacada fue la ayuda portuguesa. En cuanto a hombres se favoreció
el alistamiento de unos 2.000 hombres, los conocidos “Viriatos”
Sin embargo, el principal apoyo portugués vino de su posición
estratégica. Sus puertos siempre sirvieron de fuente de suministros
a las tropas nacionales.
A modo de resumen se podría valorar toda esta ayuda de la siguiente
manera. Por un lado la llegada de todo este material lo que hizo fue
alargar la guerra. Por otro, el material recibido por ambos bandos
puede considerarse bastante equilibrado. El comité de no
intervención no sirvió absolutamente para nada, salvo para calmar
las conciencias de los Gobiernos de Francia y el Reino Unido. Los
principales países involucrados en la guerra fueron la URSS e Italia
y Alemania, lo que les llevaría a acercar posiciones y finalmente
firmar el Pacto de Acero en 1939. La anexión de Austria por parte de
Alemania, el anschluss, se producía en 1938 ante la pasiva mirada de
franceses y británicos y con el visto bueno italiano. De igual
forma la crisis de los Sudetes, en septiembre de 1938, la total
anexión de la República Checa por Alemania, en marzo de 1939, y la
de Albania por parte italiana, un mes después. Por supuesto ni
franceses ni británicos hicieron nada. Parece por tanto lógico
concluir que la intervención germano-italiana en la Guerra Civil
tuvo como consecuencia la alianza de estos dos países en la futura
Segunda Guerra Mundial.
Las consecuencias de la guerra civil
Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas
demográficas que causó el conflicto: los muertos en el frente y por
la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las
epidemias, la reducción de la natalidad consiguiente, etc. se
barajan cifras de entre medio millón y el millón de fallecidos. Los
cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos, el coste
demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir
la cifra de no nacidos, que según Salas Larrazabal llegaría hasta
630.000 mientras que G. Jackson los sitúa en 160.000, y la pérdida
de población joven. La tasa de natalidad disminuyó hasta el 16.5
por mil en 1939.
En febrero de 1939 se publicó el decreto de Actividades Políticas
que permitía juzgar a todos los vencidos por sus pasadas actividades
políticas desde 1934. El increíble argumento jurídico de esta ley
era la de considerar a los republicanos como reos de rebelión y del
delito de oponerse al triunfo del Movimiento nacional, triunfo
“históricamente inevitable”, como decía la ley misma. En 1940
se añadió a ella una nueva ley de Represión del Comunismo y la
Masonería. Esto supuso que el número de prisioneros políticos en
las cárceles y campos de trabajos forzados (Valle de los Caídos o
Castruera) fuese muy elevado, 270.719 según el anuario estadístico
en 1939. Murieron en prisiones franquistas, entre otros, Julián
Besteiro o Miguel Hernandez. Sin embargo, la oposición al régimen
se hizo creciente surgiendo el “maquis” y teniendo como acción
más destacada la invasión del valle de Arán en 1944.
Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio
republicano. Ya durante el conflicto, los "niños de la guerra"
fueron evacuados a países extranjeros, Méjico, Francia, Reino Unido
pero sobre todo a la Unión Soviética, pero el gran éxodo tuvo
lugar en enero y febrero de 1939, consecuencia de la conquista de
Cataluña. Que fueron reunidos en campos de refugiados como el de
Argelés. Finalmente se produjo un último exilio a finales de marzo
con el final de la guerra y desde los puertos de levante como
valencia, Alicante, Cartagena o Almería intentando alcanzar las
costas de Argelia.
En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil
exiliados. Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura,
muchos no volvieron a España o esperaron a la muerte del dictador en
1975. Este exilio supuso una importante pérdida demográfica para el
país, una población joven y activa, que incluía a gran parte de
los sectores más preparados del país, las elites científicas,
literarias y artísticas de la Edad de Plata, funcionarios, militares
y personal altamente cualificado. Murieron exiliados Manuel Azaña o
Largo Caballero.
Muchos de estos exiliados en Francia se alistarían en la Legión
Extranjera combatiendo en Narvik (Noruega), formando parte de las
primeras tropas de De Gaulle, en el Norte de África integradas luego
en la división Leclerc y siendo los primeros en entrar en París en
1944. Además muchos otros colaborarán con la resistencia francesa
durante toda la guerra. Otro grupo terminará en los campos de
concentración nazis como los de Dachau o Mauthausen.
La emigración española a América como consecuencia de la Guerra es
uno de los episodios más notables de la posguerra. Son célebres las
expediciones de emigrantes en los barcos “Ipanema” o “Winnipeg”
que llegaron a Méjico, país que gobernado por Lázaro Cárdenas les
recibió generosamente. La colonia de emigrados produjo obras
culturales importantes, centros de estudio y editoriales. Además
desde 1945 se eligió un gobierno republicano en el exilio,
institución que permanecería hasta 1977.
La guerra fue una verdadera catástrofe económica. A la desaparición
de una gran parte de la población activa española hay que añadir
las cuantiosas pérdidas materiales. Un dato revela su magnitud, la
renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la
década de 1950. En la cornisa cantábrica se produce una reducción
el 50% en la producción de acero y hierro fundido con respecto a
1929. Se produjo la destrucción del tejido industrial del país, lo
que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía
básicamente agraria. Pero es que además la producción de trigo
acusa una reducción del 30 % en 1939 respecto a 1935, la cebada, un
35% y la remolacha, un 65%. La ganadería por su parte sufre un
descenso muy fuerte, al desaparecer el 40% de los caballos y el 25%
del ganado mular y bovino.
Destrucción de viviendas, se calculan en unas doscientas cincuenta
mil, con ciudades arrasadas como Guernica o Belchite y otras con
grandes daños como Madrid, Barcelona o Teruel. Los transportes
quedaron seriamente dañados, el 75% de los puentes han de ser
reparados, el 40% de locomotoras y vagones deben ser repuestos y el
70% de los autobuses están inservibles. España soporta, además, la
deuda contraída por el régimen franquista con Alemania e Italia, a
lo que hay que sumar las deudas con las compañías petroleras
norteamericanas. Así mismo hay que añadir la desaparición de 510
toneladas de oro del banco de España por pago de armamento y víveres
por parte del Gobierno republicano sobre todo a la URSS. El resultado
de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía
económica y social por parte de la oligarquía terrateniente,
industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos
los derechos adquiridos por los trabajadores.
La guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias
generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión
de la larga posguerra. El régimen de Franco nunca buscó la
reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su
origen bélico. Las heridas de la guerra civil perduraron durante
decenios y la persecución y represión de los vencidos fue un rasgo
clave del franquismo.