Al-Andalus: La organización económica y social.

Economía:


La agricultura de secano en grandes latifundios, que permitió el auto abastecimiento de trigo y la exportación de aceite y de regadío en huertas cerca de las ciudades, con sistemas traídos de Oriente Próximo, como la noria, las acequias, las albercas o los molinos de agua, además de nuevos cultivos como la caña de azúcar, el algodón, el arroz o árboles frutales como el naranjo, la palmera o el banano. Desarrollaron la ganadería bovina, la cría caballar y la de ovejas.


Los conquistadores musulmanes no cambiaron el sistema anterior de latifundios y los grandes propietarios hispano visigodos que se sometieron conservaron sus propiedades. De todas formas un quinto de las tierras de los nobles hispano visigodos no sometidos pasaron al Estado, como establecía la ley coránica, mientras que las otras cuatro quintas partes pasaron a manos de los conquistadores, los cuales crearon latifundios que explotaron en régimen de aparcería.


También la pesca experimentó un gran auge en las ciudades costeras, así como otros sectores como la apicultura y la cría de gusanos de seda para la industria textil.


La industria estaba basada en la pequeña producción artesanal para consumo local y manufacturas del Estado para las exportaciones. La fabricación se realizaba en barrios céntricos, y al frente de cada oficio había un amin que vigilaba producción, calidad y condiciones de trabajo. Destaca la industria textil de la lana, el lino y sobre todo la seda. Además de la pedrería, orfebrería, trabajo del cuero, alfarería, vidrio (la técnica del soplado fue desarrollada por un cordobés en el siglo IX), así como la decoración constructiva con azulejos, yeserías, albañilería y carpintería.


Las ciudades de Al-Andalus adquirieron un nuevo impulso sobre todo en la Bética (Córdoba, Sevilla, Granada, Almería), valle del Ebro (Zaragoza) y costa Mediterránea (Valencia). Se convirtieron en mercados de productos agrícolas, centros de producción manufacturera para el mercado local, focos del comercio exterior a larga distancia (seda, cordobanes, armas, esclavos, etc.) y centros de atracción de inmigrantes campesinos.


Además se continuó con la explotación de los recursos mineros, hierro, cobre, plomo, así como salinas y canteras.


El comercio tenía como centro las ciudades donde los zocos (suq) y los bazares de lujo (qaysariya) dentro de la medinas, recintos amurallados, contaban con almacenes y posadas (funduk) para los comerciantes árabes, sirios y judíos. En los arrabales vivían grupos de artesanos y diversos grupos étnicos (bereberes, mozárabes, etc.) Un funcionario sahib al suk o muhtasib se encargaba de vigilar pesos y medidas, la calidad de los productos y ejercía funciones de persecución del fraude y de control de la vía pública.


Al-Andalus se convirtió en un extremo del importante circuito comercial del mundo árabe-musulmán. Hasta allí llegaban productos traídos por la ruta de la seda, de la ruta del Mediterráneo o del Imperio bizantino o persa. Además se convirtió en centro de la ruta del oro de Sudán, desde Tombuctú hasta Tánger o Tremecén, y las rutas hacia Europa, por tierra a través de Pamplona o Barcelona o por mar, destacando la que unía Almería con el sur de Francia.


El sistema monetario tenía como base el dirham, moneda de plata, hasta que en el siglo X se introdujo el dinar, de oro. Los impuestos afectaban en teoría sólo a los no musulmanes, pero pronto se estableció un sistema fiscal que afectaba a toda la población.


Sociedad:


Dos aspectos esenciales definen la naturaleza de la sociedad propiamente musulmana en Al-Andalus. La rápida aceptación por parte del sustrato romano-visigodo y la gran variedad étnico-social que aportan los invasores extranjeros.


En general la nueva élite se asentó en las ciudades, bien en las viejas ciudades hispano romanas como dominadores militares o encargados de la burocracia. Poco a poco, la élite árabe y la de origen hispano visigodo se fueron fusionando. Los muladíes, nuevos conversos, constituyen la base de la sociedad su conversión fue masiva y en un corto periodo de tiempo afectando a todos los grupos sociales. Entraron a formar parte de las tribus árabes al trasformarse en mawlas, además el uso de nombres árabes hacia el siglo X no era posible saber el origen étnico de una familia aristocrática andalusí.


Favorecida por las ventajas fiscales y económicas que suponía la entrada en la Unma, la renovación del Islam frente a un cristianismo decadente y agotado y por último el deslumbramiento económico y cultural de la civilización musulmana que se genera en el renacimiento de las ciudades.


La variedad étnica y social de los musulmanes llegados a España será el principal foco de tensiones internas a las que se sumarán en ocasiones mozárabes y muladíes.


Los árabes procedentes de Siria y Arabia forman una reducida élite social. Controlan la administración, el ejército y reciben grandes latifundios territoriales pero también aparecen divididos en clanes familiares. Árabes (que se quedaron con las mejores tierras de Andalucía), sirios (se asentaron en las tierras granadinas), egipcios (en las tierras murcianas)


Los bereberes constituían el grupo más numeroso y son marginados por la élite dirigente árabe que les apartan del acceso a posiciones privilegiadas y provocan continuas revueltas tanto en el Magreb como en Al-Andalus. Se asentaron en las dos Mesetas, especialmente en la Meseta Norte.


Africanos y eslavos son el tercer grupo extranjero. Procedentes del Sudán y el este de Europa entran como esclavos formando parte de los ejércitos califales. Con el tiempo son manumitidos y en el caso de los eslavos llegan a ocupar altos cargos de la administración, asentándose en la zona de Levante.

El legado andalusí. Los reinos de Taifas.



La crisis del siglo XI: Los reinos de Taifas

La crisis final del Califato (1008-1031):


Entre 1008 y 1031 una guerra civil (provocada por la auto-proclamación como califa de Abderramán Sanchuelo, hijo de Almanzor), en el transcurso de la cual se fueron sucediendo más de 15 califas. Un consejo de notables se reunió en Córdoba y se decidió la abolición del califato (Hisham III fue expulsado).



Las primeras taifas (1031- 1090)


La causa principal de la ruina del Califato fue la impotencia del poder central frente a los elementos étnicos llegados a Al-Andalus. Almanzor había conseguido controlarlos pero ni sus sucesores ni los últimos omeyas tuvieron poder suficiente.


Se crearon una multitud de pequeños estados basados en afinidades étnicas, taifas, el Califato se fragmentó en veintisiete reinos de taifas. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más poderosos.

Surgieron algunas grandes unidades territoriales: Sevilla (Almutamid), Zaragoza, Toledo, Badajoz, Denia-Baleares (eslavona)


La vida política interna taifa fue confusa y poco brillante, presentaba un conflicto perpetuo, intereses opuestos, rivalidades y enfrentamientos.


Su debilidad militar, debida a las continuas guerras con sus vecinos, les llevó a pagar parias a los distintos reinos cristianos y a la pérdida de territorios.

En mayo de 1085 el rey Alfonso VI ocupó pacíficamente Toledo. Los distintos reyes taifas encabezados por al-Mu`tamid solicitaron ayuda al sultán almorávide Yusuf Ibn Tasfin. Los almorávides eran muy diferentes de los príncipes musulmanes de Al-Andalus, practicaban un Islam muy estricto (doctrina maliki) y llevaban velo. En 1086 derrotaba a Alfonso en la batalla de Zallaqa y regresaba al Magreb.


Tras una nueva campaña frente a Aledo e indignado por el comportamiento irreligioso, corrupto e impío de los reyes taifas Yusuf regresó en 1090 para conquistar Al-Andalus. Sevilla caía en 1091, pese a la petición de ayuda de al-Mu`tamid a Alfonso VI, Badajoz 1094, Valencia en 1102, muerto ya el Cid y Zaragoza en 1110.



Las segundas Taifas (1145-1170)


El Imperio almorávide perdió su empuje inicial. Se perdió Zaragoza en 1118 y Tarragona, además Alfonso el Batallador recorría Andalucía. Pero el principal peligro provenía del Magreb donde otro pueblo, los almohades ocupaban la zona en 1143. Ante esta decadencia se produjeron una serie de revueltas y la nueva aparición de taifas, muchas de efímera duración. Además los reinos cristianos aprovechaban esta nueva debilidad musulmana para ampliar sus territorios Lérida 1149 o la breve conquista de Almería en 1147.


Los almorávides desembarcaron en Al-Andalus y lentamente sometieron a las taifas Sevilla 1147, Córdoba 1149, Badajoz 1159, Almería 1157, Murcia 1172, Santarem 1184, sobre todo la victoria de Alarcos de 1195 y la incorporación de Mallorca en 1203.



Eligieron como nueva capital Sevilla, mientras Córdoba seguía siendo el principal foco cultural.

Sin embargo en 1211 el arzobispo de Toledo conseguía del papa Inocencio III la proclamación de la Cruzada. Como consecuencia de ello se producía la victoria cristiana en Las Navas de Tolosa en 1212. Pese a que los almohades mantuvieron su poder cerca de dos decenios más se llegaría a unas terceras taifas.


Las terceras taifas (1227-1266)


En 1227 debido a una persistente sequía estallaron sublevaciones en la zona fronteriza, especialmente Murcia y Valencia. Ibn Hub, enarbolando la bandera negra de los Abassies, tomó Murcia en 1228 y en dos años se apoderaba de casi la totalidad de Al-Andalus. Sin embargo era derrotado en 1230 en Jerez por Fernando II de Castilla y en 1231 en Mérida por Alfonso XI de León.


El valle del Guadalquivir era reconquistado por Fernando III el Santo, Sevilla 1248, y Alfonso X, sometió una última sublevación en Murcia en 1266. Mientras Jaime I de Aragón ocupaba Valencia en 1238 y Biar en 1253, terminando la Reconquista en1287 con la toma de Menorca.


Solamente sobreviviría la taifa de Granada donde Muhammad ibn Nasr establecería en 1238 el reino nazarí de granada que sobreviviría hasta 1492.


Cine: Éxodo

Como homenaje a Paul Newman que falleció en el día de hoy a los 83 años de edad.

Exodo es una película estadounidense realizada por Alpha & Carlyle Productions y distribuida por United Artists. Fue dirigida y producida por Otto Preminger, con guión de Dalton Trumbo, basada en la novela homónima de Leon Uris.

Los protagonistas de la película son Paul Newman, Eva Marie Saint, Ralph Richardson, Peter Lawford y Lee J. Cobb.

La película representa los acontecimientos asociados a la fundación del Estado de Israel en 1948.

Relata el renacimiento de un pueblo y el asentamiento de una nación. El comandante de la resistencia israelí Ari Ben Canaan (Paul Newman) consigue sacar a 600 judíos de los campos de concentración en Chipre e introducirlos en un barco mercante con destino a Palestina. Pero las fuerzas británicas descubren su plan y le instan a que lo abandone. Sin dejarse intimidar, Ari y sus compatriotas se niegan a entregarse, arriesgando sus vidas por su causa: la creación del Estado de Israel.

Película basada en la novela homónima de León Uris.


Cine: El niño con el pijama de rayas

Berlín, 1942 – Bruno (Asa Butterfield) tiene nueve años y desconoce totalmente el significado de la Solución Final y del Holocausto. No es consciente de las pavorosas crueldades que su país está infligiendo a los pueblos de Europa. Todo lo que sabe es que su padre (David Thewlis) ha ascendido en su trabajo y que ha pasado de vivir en una confortable casa de Berlín a una zona aislada en la que no hay mucho que hacer y sobre todo nadie con quien jugar. Pero todo cambia cuando conoce a Shmuel (Jack Scanlon), un chico que vive una extraña existencia paralela al otro lado de la alambrada y que, como todos los que habitan allí, viste un uniforme similar a un pijama de rayas. La amistad de Bruno con Shmuel marcará el fin de su inocencia infantil. Sus encuentros secretos desembocan en una amistad cuyas consecuencias serán asombrosas y devastadoras.


Exposiciones: Artistas en combate

Componer, pintar, esculpir, arengar, matar. El arte y la guerra forman una pareja que a lo largo de la historia ha tenido una relación tan intensa como tormentosa. La guerra ha servido de inspiración, de denuncia, de protesta. Los ejemplos abundan. Desde el Guernica de Picasso hasta las recreaciones de Botero de las torturas en Abu Ghraib pasando por los paisajes apocalípticos de Ludwig Meidner o las desoladoras fotografías tomadas por Capa en la Guerra Civil española.

La representación plástica de la realidad y de los sentimientos más dolorosos que la guerra produce sigue interesando al espectador como ningún otro tema. Son muchos los autores que han reflexionado sobre la relación entre lo más sublime del hombre (el arte) y lo más miserable (la guerra). Sin embargo, hay pocas respuestas que sirvan para desbrozar las causas de la fascinación entre mundos tan opuestos. Prueba del interés que despierta esta relación son las tres grandes exposiciones que ahora se inauguran en Londres y Madrid: ¡1914! La vanguardia y la Gran Guerra, en el Museo Thyssen-Bornemisza y en la Fundación Caja Madrid; This is War! Robert Capa at Work and Gerda Taro, en la Barbican Gallery de Londres, y Cold War Modern Design. 1945-1970, en el Victoria & Albert Museum de Londres.

Enlace al artículo completo en el diario El País

La Península Ibérica en la Edad Media: El Emirato y el Califato de Córdoba.

1.- EMIRATO DEPENDIENTE DE DAMASCO (716-756)

El establecimiento de Al-Andalus supuso que esos territorios pasasen a convertirse en una nueva provincia del Califato, con capital en Damasco, y que se extendía desde la Península Ibérica hasta el Punjab (India). Cuando tuvo lugar la conquista el califato estaba gobernado desde 661 por la familia de los Omeya, originaria de La Meca.

El califa delegaba su poder en gobernadores provinciales wali. Ejercían el poder militar y civil. Al-Andalus, en sus inicios dependía de la autoridad del gobernador de Ifrīqiya (Qayrawān). Hubo una fuerte inestabilidad política, en esta época se fueron sucediendo unos veinte gobernadores. Disponían de bastante autonomía, habida cuenta de la distancia que los separaba de sus superiores en Qayrawān y Damasco. La capital desde 716 o 717 fue Córdoba.

Los musulmanes lanzaron, a partir de 719, una ofensiva hacia el Norte, con vistas a conquistar la Galia. (Narbona 719, Carcasona y Nîmes 725) Carlos Martel puso un freno definitivo al avance en el 732, batalla de Poitiers. Narbona será conquistada por el rey franco Pipino el Breve, hacia 751.

La historiografía fecha en el año de 714 la creación de un reino Astur, con Pelayo como rey y capital en Cangas de Onís. Hoy se propone como más verosímil la fecha de 718 ya que, según parece Pelayo pactó con los invasores e incluso fue enviado a Córdoba, de donde escapó en 717.

La batalla de Covadonga se suele fechar en el año de 722 y que constituye el primer “éxito” militar de los cristianos y, por lo tanto, simboliza el “inicio” de la Reconquista.

El primer avance cristiano, hacia 740, es fruto del debilitamiento del poder musulmán a causa de las tensiones internas, abundan las divisiones tribales, concretamente entre qaysíes y yemeníes. El apoyo del califa a uno u otro de los dos grupos implicaba la atribución de cargos políticos y, por lo tanto, la creación de una esfera de influencia.

El principal problema fue provocado por los beréberes eran la etnia mayoritaria entre los musulmanes de al-Andalus y, sin embargo, se encontraban en una posición social y política subalterna. En 740 los beréberes se rebelan contra la autoridad árabe y logran hacerse con Tánger. La insurrección gana pronto la Península y algunas rebeliones estallan en la zona norte. A finales de 741 siete mil jinetes sirios refugiados en Ceuta cruzan el Estrecho con la misión de sofocar la rebelión. Una vez logrado marcharon hacia Córdoba y se hicieron con el poder. En 742 al-Andalus será pacificada por el gobernador de Qayrawān,

Los años 750 se caracterizan por una terrible sequía, malas cosechas y la consiguiente hambruna, se esperaba la llegada de un hombre providencial. Éste iba a ser el “último” de los Omeyas de Damasco, ‘Abd al-Rahmān que había conseguido huir de Siria, tras el golpe de estado de los ‘abbāsíes, en 750, que acabara con el califato omeya. ‘Abd al-Rahmān era de madre beréber. Desde el Magrib, desembarcó con un ejército y aplastó el poder de los qaysíes de Córdoba. En mayo de 756 el nuevo poder de ‘Abd al-Rahmān es aceptado por el conjunto de las etnias y, en Córdoba, es solemnemente proclamado “emir” de al-Andalus.

2. EL EMIRATO DE CÓRDOBA O “EMIRATO OMEYA” (756-912)

La novedad de 756 en la total y absoluta independencia política, administrativa, fiscal y militar del nuevo poder con respecto al califa. Esta independencia nueva será asumida por siete emires, entre 756 y 912:

La creación del emirato independiente no hizo sino agudizar los conflictos interétnicos que habían estallado ya en los años 740 entre árabes yemeníes y qaysíes, sirios, beréberes, muladíes y mozárabes.

Los levantamientos constantes y la desaparición de la antigua costumbre del servicio militar obligatorio convencieron a Abderramán I de la necesidad de crear un ejército profesional en el que abundaban los esclavos, fácilmente adquiribles en el reino franco. El emir toma otras medidas para afianzar su poder, como la acuñación de la primera moneda autóctona de al-Andalus, el dirham de plata (760) o la organización de un servicio de correos, mediante mulas u palomas mensajeras (775). En el ámbito artístico cabe destacar el inicio de la edificación de la mezquita de Córdoba en 780.

El conflicto con los reinos cristianos vino no de la península sino del reino franco. Las tropas de Carlomagno cruzaron los Pirineos en 778 pero no consiguieron hacerse con Zaragoza. De vuelta, tuvo lugar en 778, la batalla de Roncesvalles Se desquitarán los francos: toman la ciudad de Gerona en 785 y Barcelona en 801.

El nuevo emir al-Hakam I, empieza su reinado en un clima de tensiones internas que debe reprimir: “jornada del foso” de Toledo (806) o la matanza del arrabal de Córdoba de 818.

También se reformó la división provincial creando “marcas” Las tres marcas exteriores fueron la “superior” valle del Ebro (Zaragoza). La marca “media” en Toledo y la “inferior” en Mérida.

Las crisis iban a debilitar considerablemente el poder del emirato de Córdoba, produciéndose varias sublevaciones de los gobernadores de las marcas, sin embargo la principal insurrección fue del muladí ‘Umar ibn Hafsun, convertido al cristianismo en 899, y que lideró los levantamientos de varias ciudades (Mijas, Archidona, Jaén, Baena, Lucena, Écija…) llegando a controlar hasta su muerte, en 917, un amplio territorio.

Cuando en el año 912, ‘Abd al-Rahman III es nombrado sucesor de su abuelo, el poder real del emir se limita a la ciudad de Córdoba y su inmediata periferia. El resto del emirato se halla entre las manos de insurrectos locales, ya fueran árabes, beréberes o muladíes que habían conseguido emanciparse de la autoridad de la capital omeya.

3. EL CALIFATO OMEYA (912-1031)

Cuando todo parecía apuntar hacia el desmoronamiento político de al-Andalus, el nuevo emir Abderramán III (912-961) gracias a su sentido político y a su ímpetu lograría dar a al-Andalus su mayor grandeza.

Fueron derrotados los partidarios de Ibn Hafsun, 928. Posteriormente, fue logrando un control de las marcas. A partir de 951 todos los soberanos cristianos se vieron obligados a reconocer la soberanía hegemónica de Abderramán, con la imposición de un tributo anual y la destrucción de plazas fuertes cristianas ubicadas en lugares estratégicos. Esta situación fue el momento de mayor control musulmán, en todos los aspectos, sobre el conjunto de la Península.

La supremacía política de Abderramán fue tal vez lo que movió el antiguo emir a dotarse del título superior tanto político como religioso de «califa», de «jefe de los creyentes» y de «defensor de la religión de Dios».

Este cénit de al-Andalus se mantuvo aún con los sucesores de Abderramán III, su hijo al-Hakam II (961-976) y su nieto Hisham II (976-1013) Sin embargo, el verdadero detentor del poder político fue su hayib (primer ministro Almanzor o al-Mansur (978-1002). Almanzor consiguió ser el verdadero y único soberano, desde su posición de primer ministro, arreglándoselas para que el califa no tuviera más que un papel honorífico, alejándolo de la política, orientándolo hacia los placeres (981 al-Madina al-Zahira). Almanzor consiguió la mayor parte de los símbolos del poder pero tuvo la sagacidad política de no pretender nunca al puesto de califa. Lo mismo haría su hijo, ‘Abd al-Mâlik, constituyéndose así una dictadura de mayordomos a la que ha venido a llamarse «dictadura de los ‘amiríes y que duró hasta 1008.

Todos estos triunfos militares, incluido el saqueo de León, Santiago o Barcelona, y políticos iban a desmoronarse entre 1008 y 1031, cuando una guerra civil (provocada por la auto-proclamación como califa de Abderramán Sanchuelo, hijo de Almanzor), en el transcurso de la cual se fueron sucediendo más de 15 califas. Un consejo de notables se reunió en Córdoba y se decidió la abolición del califato (Hisham III fue expulsado). Se constituyó así un nuevo sistema en el que los dominios de al-Andalus quedaron divididos en un complejo mosaico de unos 30 reinos independiente a los que se ha denominado reinos de taifas.

La Península Ibérica en la Edad Media: La conquista musulmana y pueblos invasores

Se trató de una conquista rápida. Esto se debió a que el Estado visigodo se encontraba en crisis, las divisiones internas entre los clanes visigodos fue un factor bastante decisivo y éstas llegaron a un punto álgido con la elección del rey Rodrigo en el 710.

Dicha elección desencadenó una situación de semi guerra civil a raíz de la cual los mismos visigodos iban a ser quienes facilitaran el acceso de las tropas arabo-beréberes. Este hecho quedó agravado por la casi inexistencia de un ejército real. Rodrigo, con una autoridad muy degradada y en plena campaña militar contra los vascones y los astures, contaba con pocos hombres, y menos aún que le fueran totalmente fieles.

A la desorganización política y militar de la última monarquía visigoda hay que añadir otros fenómenos con un cariz más eminentemente social. La sociedad visigoda era muy desigual. Una minoría de nobles godos –duces en las provincias y comites en las ciudades– y de oligarcas hispanorromanos se oponía a un pueblo llano de artesanos libres, en las ciudades, y esclavos o libertos en las zonas rurales que eran las más numerosas. La situación de estos últimos se hizo económicamente insostenible, a finales del siglo VII, a raíz de las malas cosechas y otras catástrofes como la hambruna y las epidemias, y la grave crisis económica y comercial condujo a un aumento considerable de la presión fiscal.

Esta situación de crisis social se hizo especialmente patente en las ciudades en las que, por otro lado, reinaba un gran descontento por la pérdida de los privilegios de que gozaban en tiempos de los romanos y por la regresión económica a la que eran sometidas. Cobra especial relevancia la persecución de los judíos que habían quedado inhabilitados económicamente y reducidos a la esclavitud, tras las severísimas leyes de 693 y 694. Todo esto permite comprender que determinados sectores sociales vieran en la llegada de los musulmanes una especie de liberación o que, por lo menos, pensasen que, en cualquier caso su suerte no tenía por qué ser peor. Si a esto le añadimos esa especie de “libertad de culto” del estatuto de los dimmíes, no nos ha de sorprender que para muchos, y sobre todo entre la población judía, la venida de los musulmanes fuese la garantía de un futuro mejor.

En el 670, los árabes consiguieron fundar la ciudad de Qayrawān (Cairouan, Túnez) pero tuvieron que hacer frente, a la hostilidad de las tribus beréberes y a la presencia de los bizantinos que ocupaban la región de Cartago. A finales del siglo VII las principales tribus de beréberes de la zona fueron sometidas y se convirtieron al Islam; en el año 698 los bizantinos fueron expulsados de Cartago. Hacia 700 se inician campañas para la conquista de las actuales Argelia y Marruecos. El nombramiento de Mūsà ibn Nuşayr, hacia 708, como gobernador independiente de Ifrīqiya (la nueva provincia del norte de África, con capital en Qayrawān, que pasaba a depender directamente del califa de Damasco) dio un impulso nuevo al avance. Circulaban en aquella época, rumores sobre las extraordinarias riquezas de la España de los visigodos, con lo cual se fue forjando la idea de que, caso de presentarse una ocasión favorable, resultaría interesante lanzar una expedición del otro lado del estrecho de Gibraltar.

Por lo visto, los primeros contactos del conde Julián (exarca bizantino) con los musulmanes se remontarían al 710 cuando un oficial bereber, Tarif, junto a 400 hombres saqueó la zona próxima a Tarifa (Yazïrat Tarif). En el 711, Julián puso sus naves a disposición de un primer ejército de unos siete mil hombres, dirigido por el gobernador de Tánger, el bereber Ţarīq ibn Ziyād (que daría nombre a la “montaña de Ţarīq”, Ŷabal Ţarīq, es decir “Gibraltar”). La fecha de la expedición había sido muy bien elegida pues, en ese preciso momento, el rey Rodrigo se hallaba en el frente norte luchando contra los vascones, lo cual permitió a los musulmanes crear una base de operaciones en la futura Algeciras ( al-Yazïrat al-jadra) y esperar los refuerzos de cinco mil hombres más. Dos meses más tarde tuvo lugar el enfrentamiento entre las tropas de Rodrigo y las de Ţarīq, en un lugar que se suele identificar con el río Barbate y que la tradición historiográfica ha llamado “la batalla de Guadalete”. Fue una completa derrota para Rodrigo quien desapareció durante el enfrentamiento. Por lo visto, durante el combate, algunos jefes visigodos abandonaron a Rodrigo llegando incluso a cambiar de bando: eso es, por ejemplo, lo que cuentan las crónicas medievales de Oppas, hermano del rey Witiza y que fuera metropolitano de Sevilla y luego de Toledo. Oppas, junto con el conde don Julián se convertirán para la historiografía posterior paradigma de “traidor”. Actualmente se estudia la posibilidad de que el rey Rodrigo se retirase junto a un grupo de leales a Mérida donde se ha encontrado una tumba que pudiera corresponder a dicho rey.

Esta victoria supuso el derrumbamiento del poder visigodo. Además destacados miembros de la aristocracia visigoda se habían pasado al bando musulmán, esperando así obtener un honroso reparto del territorio. Tal era el caso del “el clan de Witiza” en el que hallamos al ya mencionado arzobispo Oppas pero también al conde Cassius y sus familiares que tenían el control del Valle del Ebro y que no tardarían, con la llegada de los musulmanes a su región, en 714, en convertirse al Islam. Ante tal coyuntura y pensando que ésta podía cambiar, Ţarīq se apresuró a conquistar ciudades importantes, aunque ello presentara riesgos, como Córdoba y Toledo –donde Ţarīq se instaló para pasar el invierno–. En algunos casos los duces y comites visigodos pactaron interesantes rendiciones, como ocurrió con Teodomiro (quien dejará su nombre a la región de Murcia: Tudmīr), posiblemente hacia 713. Pero en muchos casos, fueron las mismas poblaciones locales las que, en vez de ofrecer resistencia, apoyaron y facilitaron la llegada e implantación del nuevo poder militar: especialmente los tan perseguidos judíos pero también amplios sectores de la población civil, muy descontenta del anterior poder visigodo. Sin embargo, hay que tener en cuenta, para comprender este hecho, en apariencia insólito, que posiblemente para las poblaciones autóctonas compuestas sobre todo de hispanii, los nuevos ocupantes no eran a priori mucho más “extranjeros” que los anteriores, esos barbari venidos del norte de Europa. Además esa primera religión islámica no resultaba tan extraña a ojo de muchos visigodos que habían sido cristianos de rito arriano.

A la rápida campaña de Ţarīq siguió, algunos meses después, la de Mūsà ibn Nuşayr quien en julio de 712 desembarca con casi 20000 hombres, árabes en su mayoría. Conquistó Sevilla y en tierras extremeñas tuvo que hacer frente a un foco de resistencia organizada por parte de los visigodos. Los hombres de Mūsà tuvieron que replegarse en la ciudad de Mérida donde fueron sitiados por los visigodos hasta junio de 713. En 714 se inicia una campaña hacia el norte: Mūsà conquista Zaragoza y Ţarīq algunas zonas de la región de León, como la capital, León y Astorga. No sabemos exactamente por qué, Mūsà tuvo que detener su progresión al ser llamado por el califa de Damasco, abandonando, por tanto, la Península en el último trimestre de 714. Dejó al mando de los territorios conquistados a su hijo ‘Abd al-‘Aziz quien continuó la progresión aunque fue asesinado en 716. En estos años hay que fechar las conquistas de zonas importantes como Málaga e Iliberis (cerca de Granada), en el sur, y Pamplona, Tarragona, Gerona y tal vez Narbona, en el norte.

Dos aspectos esenciales definen la naturaleza de la sociedad propiamente musulmana en Al-Andalus. La rápida aceptación por parte del sustrato romano-visigodo y la gran variedad étnico-social que aportan los invasores extranjeros.

Los muladíes, nuevos conversos, constituyen la base de la sociedad su conversión fue masiva y en un corto periodo de tiempo afectando a todos los grupos sociales.
Favorecida por las ventajas fiscales y económicas que suponía la entrada en la Unma, la renovación del Islam frente a un cristianismo decadente y agotado y por último el deslumbramiento económico y cultural de la civilización musulmana que se genera en el renacimiento de las ciudades.

La variedad étnica y social de los musulmanes llegados a España será el principal foco de tensiones internas a las que se sumarán en ocasiones mozárabes y muladíes.

Los bereberes constituían el grupo más numeroso y son marginados por la élite dirigente árabe que les apartan del acceso a posiciones privilegiadas y provocan continuas revueltas tanto en el Magreb como en Al-Andalus. Se asentaron en las dos Mesetas, especialmente en la Meseta Norte.
Los árabes procedentes de Siria y Arabia forman una reducida élite social. Controlan la administración, el ejército y reciben grandes latifundios territoriales pero también aparecen divididos en clanes familiares. Árabes (que se quedaron con las mejores tierras de Andalucía), sirios (se asentaron en las tierras granadinas), egipcios (en las tierras murcianas)

Negros y eslavos son el tercer grupo extranjero. Procedentes del Sudán y el este de Europa entran como esclavos formando parte de los ejércitos califales. Con el tiempo son manumitidos y en el caso de los eslavos llegan a ocupar altos cargos de la administración, asentándose en la zona de Levante.

La conquista musulmana

La invasión musulmana del reino visigodo en Hispania se desarrolla mediante varias expediciones a lo largo de cuatro años. El primer paso se produce en el año 710, cuando un oficial bereber, Tarif, desembarcó en la actual Tarifa y volvió al Magreb con un rico botín. Al año siguiente, en el 711, las tropas de Tariq desembarcaron en Gibraltar con 7000 bereberes, derrotando al ejército de don Rodrigo en el río Barbate y lanzándose a la conquista de Écija, Málaga e Ilbira, la actual Granada. Más tarde dirige sus pasos hacia Córdoba, tras lo que continuará camino de Toledo. Esta ciudad le servirá de punto de partida para lanzar una expedición de conquista hacia el norte peninsular, así como otra en dirección a Medinaceli, Zaragoza y Tarragona. Las campañas de Musa le llevan desde Ceuta a Medina Sidonia, tras lo que se dirige a Valdelamusa, Mérida y Toledo. Desde aquí lleva sus tropas a Medinaceli, Zaragoza, León, Astorga y Lugo, emprendiendo camino hacia Talavera. Abdelaziz dirige sus pasos en dos direcciones. Por un lado, parte de Sevilla para conquistar Evora, Santarem y Coimbra. Por otro, desde Ecija, encamina sus tropas para tomar Ilbira, Lorca y Murcia. La campaña de Al-Samh le lleva a realizar una incursión desde Barcelona hasta Carcasona y Tolosa. Por último, desde Zaragoza, Al-Ghafiqi lleva sus tropas hasta Pamplona y, tras atravesar los Pirineos por Roncesvalles se dirige hacia el reino de los francos.


La España Islámica

Este artículo de 19 páginas de la Universidad de Montpellier sirve para entender la conquista musulmana de la Península ibérica, las principales características del Emirato y el Califato, así como la aparición de los primeros nucleos de resistencia cristiana.


Lo primero que debemos entender para comprender la existencia de estados musulmanes en la Península Ibérica durante unos 780 años es que la “conquista” de la península no atañía sólo a esta región como tal, sino que no era más que la consecuencia de una larga política de expansión en torno al Mar Mediterráneo que se había originado desde la creación misma del Estado musulmán e incluso antes de la muerte de Mahoma, el Profeta, en el año 632. Podemos suponer que el ideal de constituir un creciente fértil cuyos brazos saliesen del Oriente Medio, tenía como meta la identificación del Mediterráneo a un nuevo mare nostrum de confesión musulmana. Tal vez ello explique que tras la islamización de la mayor parte de las tribus de la península Arábiga, en tiempos del califa Umar Iero (634-644), la expansión se dirigiera hacia el Mediterráneo, es decir contra los límites meridionales del Imperio Romano de Oriente o Bizancio, conquistando pronto los territorios de Egipto y de Siria, donde iba a ser instalada, concretamente en Damasco, la capital del califato. Estos primeros éxitos conducen a los árabes hacia el este y logran desestabilizar por completo al Imperio Persa: sus dominios iban pronto a quedar ocupados por tropas árabes.

Muy rápidamente, la expansión por el Mediterráneo a través de las costas africanas se impuso como tercera vía, junto a la del nordeste que atravesaba el antiguo Imperio Persa y la del sureste que iba hacia la India. A pesar de su rapidez, dicha progresión no se realizó de manera regular y paulatina, sino por campañas puntuales que alternaban con episodios de calma durante los cuales las tribus de los conquistadores podían consolidar su nueva presencia en los territorios nuevamente conquistados, cuando no debían detener su avance para resolver conflictos internos.

Según los historiadores del Islam, este expansionismo que se asocia con el ŷihād o guerra santa se explica más por motivos políticos y económicos que por motivos meramente religiosos. Las conversiones masivas al Islam, ya en tiempos de Mahoma, supusieron para las tribus nómadas de Arabia la necesidad de practicar un expansionismo de subsistencia hacia provincias ricas, como Egipto o Siria, donde se pudieran llevar a cabo razzias y saqueos contra los no-musulmanes. De haber sido guiados por una causa religiosa estas tribus árabes hubieran practicado un proselitismo religioso que hubiese obligado a los pueblos conquistados a adoptar la fe musulmana. Ahora bien, la alternativa “o la espada o el Islam” sólo se presentó ante los pueblos considerados como “enemigos religiosos” del Islam, es decir los idólatras y politeístas. Para los adeptos de las religiones del Libro, es decir los judíos y los cristianos y cualquier otro pueblo monoteísta con una tradición escriturística, existía una posibilidad que fue la adoptada con mayor frecuencia en las conquistas. Tenían éstos el estatuto de dimmíes (“personas protegidas”), un grupo con autonomía interna, dentro de la comunidad nuevamente islamizada, bajo la protección de los musulmanes a los que, por esa razón, los dimmíes les debían pagar un tributo. Por lo tanto, se les alentaba a mantenerse en sus creencias pues la conversión hubiera implicado la imposibilidad de exigirles un tributo (los musulmanes estaban eximidos de dicho tributo) lo cual suponía una evidente pérdida de ingresos. Generalmente, se llegó incluso a respetar el gobierno local de los dimmíes anterior a la llegada de los musulmanes y su jefe –por ejemplo el obispo– era el encargado de recaudar los impuestos para los musulmanes y de velar por la paz y el orden dentro de la comunidad.

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Los visigodos



Barry Lyndon (1975)



"Barry Lyndon" es una película dirigida por Stanley Kubrick en 1975, y protagonizada por Ryan O'Neal y Marisa Berenson. Está basada en la novela del mismo título de William Makepeace Thackeray. Ganó cuatro Premios Oscar, a la mejor dirección artística, a la mejor fotografía, al mejor vestuario y a la mejor música, y fue nominada a tres, a la mejor película, al mejor director y al mejor guión adaptado.

Redmond Barry (Ryan O'Neal) es un joven irlandés, decidido a convertirse en un hombre rico e importante. Se alista en el ejército británico y participa en la Guerra de los Siete Años en el continente europeo. Pronto deserta y se pasa al ejército prusiano, donde le convierten en espía. Después conoce a un caballero que se dedica al juego, y que le enseña el arte de las cartas. Barry usa todas las estratagemas y mentiras para subir en la escala social y se casa con Lady Lyndon (Marisa Berenson), una rica condesa. Adopta ese nombre y como Barry Lyndon se establece en Inglaterra, siendo un hombre rico e influyente. Sin embargo, con el tiempo su fortuna cambiará, por el intentar poseer un título de nobleza, cual su esposa tiene.

Esquilache (1989)

Año: 1989
Duración: 105 min.
Nacionalidad:España
Género:Histórica
COLOR



Sinópsis:
El ascenso y declive políticos del marqués de Esquilache, ministro de Carlos III. El motín de Esquilache fue la respuesta del pueblo a su política. Esta película es una adaptación muy libre de la obra teatral de Antonio Buero Vallejo, ´Un soñador para un pueblo´.


Reparto:
Fernando Valverde, Angel de Andrés, Amparo Rivelles, Fernando Fernán Gómez, Adolfo Marsillach, Concha Velasco, Alberto Closas, José Luis López Vázquez, Angela Molina.

La Monarquía visigoda: Las instituciones.

1.- HISTORIA:


1.- Larga marcha:

  • Entrada en el Imperio por la zona de Dacia.
  • Victoria de Adrianópolis y muerte del emperador Valente (378)
  • 409 Entrada de suevos, vándalos y alanos en Hispania.
  • 410 Saqueo de Roma.
  • Aecio (Magister Militum) les contrata como federados para expulsar a esos pueblos de Hispania. Llegan en el 415 por vez primera.

2.- Reino de Tolosa (418-507)

  • Someten a los alanos, arrinconan a los suevos en Gallaecia y expulsan a los vándalos al Norte de África.
  • 451 batalla de los Campos Catalaúnicos, victoria sobre los hunos de Atila.
  • Establecen su capital en Tolosa hasta la derrota de Vouille en el 507 a manos de los francos de Clodoveo.

3.- Reino de Toledo (507-711)

  • Se establece la capital en Toledo en el 554 (Atanagildo) manteniendo la Septimania (Narbona)
  • Leovigildo es el gran unificador. Somete a los suevos, derrota la sublevación de su hijo Hermenegildo y comienza la expulsión de los bizantinos, terminada por Suintila en el 620.
  • Tras el reinado de Wamba (672-680), que venció a los francos en Septimania y la Tarraconense, las luchas entre la nobleza y la monarquía debilitaron el reino visigodo, que no pudo hacer frente a la penetración musulmana.
  • El reino de los visigodos permanece hasta la derrota de Rodrigo en el 711 en la batalla de Guadalete.
  • Puede ser que el último rey fuese Agila, hijo de Witiza.


2.- ORGANIZACIÓN:

  • Pequeño número de inmigrantes (100.000)
  • Apenas realizaron cambios económicos. Trashumancia.
  • Mantuvieron la estructura social (pre-feudalismo)
  • Primer Estado unificado de la Península


3.- LAS INSTITUCIONES VISIGODAS:


1.- La Monarquía

  • Fundamental: según San Isidoro el primer rey fue Alarico I en el 382. Familia de los Balthos.
  • Electiva y normativa: no era hereditaria, podía ser por aclamación (Turismundo) Se utilizó la asociación al trono. En el IV Concilio de Toledo se promulgó una normativa.
  • Pompa: Leovigildo, probablemente por influencia bizancita adopto la corona, el púrpura y se sentaba en un trono.
  • Tiranía: acceso irregular al trono.

2.- Las Asambleas

  • Ejército: pocas veces. Campos Catalaúnicos, Teodomiro.
  • Aula Regia: la principal. La formaban nobles-magnates, cargos eclesiásticos, Oficio Palatino, los gobernadores de províncias.... Sería una continuidad de la asamblea de ancianos.
  • Concilios: especialmente en Toledo. Por ejemplo IIIer. Concilio con Recaredo 589 conversión al catolicismo.

3.- La Administración Central

  • Oficio Palatino: institución de carácter burocrático. Dividida en secciones y encabezada por un "comes" del tesoro, del patrimonio, de cámara, de establos, de los notarios....

4.- La Administración del Territorio

  • Provincias: Cartaginense (Cartagena-Toledo), Bética (Sevilla), Tarraconense (Tarragona), Lusitania (Mérida) y Gallaecia (Braga). Septimania (Narbona)
  • Dux: Gobernador provincial con funciones políticas, administrativas y militares.
  • Condes: máxima autoridad en un "condado" poder administrativo, judicial, tributario...
  • Asambleas de hombres libres del campo: propiedad de la tierra, cultivos, ganadería...

5.- La Justicia

  • Iudices: que eran competentes tanto para godos como para hispanorromanos.
  • Audientia regis: una especie de tribunal superior. El rey también podía administrar justicia rodeado del Aula Regia.
  • Habeas Corpus visigodi: derecho a un juicio público y según la ley.
  • Iglesia: tenían su propia jurisdicción.

6.- El Derecho y los Códigos

  • Leyes Teodoricianas: primera leyes de las que se tiene noticia.
  • Código de Eurico: los godos comienzan a tener leyes escritas.
  • Breviario de Alarico (Lex Romana Visigothorum): recopilación de textos de origen romano.
  • Codex Revisus (Leovigildo)
  • Liber Iodiciorum o Fuero Juzgo (Recesvinto) 654, único cuerpo legal.

7.- La Hacienda

  • Ingresos: Tesoro Regio (mesa Salomón), Territorios de la Corona e Impuestos: personal-territorial, romanos ( aduanas, peajes, compraventas...) y el tributo judaico.
  • Funcionarios "numerarii" y territorialmente dividido en "fiscos"

8.- El Ejército

  • Los reyes visigodos eran los jefes supremos del ejército y varios de ellos murieron en combate "Rey caudillo": Teodorico, Alarico II o Rodrigo.
  • El núcleo fundamental eran la mesnada real, clientes y sequitos de magnates, duques o condes.
  • También no godos formaron parte de los rangos más altos: duque Claudio de Lusitania.
  • Pública expeditio: cualquier varón a 110 millas que pudiese empuñar armas.
  • Organización decimal.


4.- ARTE Y CULTURA:


Arte:

Muros de sillería, planta basilical o de cruz griega, arco de herradura, bóveda de medio cañón.

Iglesias: San Juan de Baños, Santa Comba de Bande y San Pedro de la Nave.

Orfebrería: Coronas votivas como la de Recesvinto del tesoro de Guarrazar.


Cultura:

· San Leandro (siglo VI), creador de una escuela en Sevilla para la enseñanza del trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía).

· San Isidoro (h. 560-636), autor de tratados de Física y cosmografía y, sobre todo, de las Etimologías , donde recogió todo el saber de la Antigüedad.


La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III.

El reinado de Carlos III (1759-1788) responde esencialmente al modelo del despotismo ilustrado “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Se aplicó por parte de un reducido número de políticos un programa de modernización: repoblación de territorios, mejora de las comunicaciones, cambios en el sistema universitario, mejoras higiénicas, reforma de la agricultura, liberalización del comercio interior y con América, etc. Los cambios tuvieron una repercusión especial en Madrid, la cual por su papel de capital y sede de la corte tenía que convertirse en el centro y escaparate de la nueva política. Se acometieron obras como la Puerta de Alcalá, el eje Cibeles-Neptuno o el futuro Museo del Prado y el Observatorio astronómico (Juan de Villanueva).

Se formaron por todo el país Sociedades Económicas de Amigos del País, centros de desarrollo cultural y económico, pero cuyo máximo interés se centraba especialmente en todo lo que podía contribuir al desarrollo económico del país. La primera de ellas fue la Sociedad Bascongada (Guipúzcoa 1763) En 1775 se fundó en Madrid la Sociedad Matritense, que contó con el apoyo de Carlos II y Campomanes.

Las reformas propuestas contaron en numerosas ocasiones con la oposición de algunos sectores privilegiados y la incomprensión del pueblo. Ejemplo de ello es el motín de Esquilache (marzo 1766) que estalló en la capital por la oposición popular a las reformas, prohibición del uso del sobrero chambergo y la capa larga. El descontento realmente provenía del alza de los precios del trigo por las medidas liberalizadoras del año anterior y fue promovida por los enemigos políticos de Esquilache.

El programa político ilustrado se basaba en tres reformas. La del sistema fiscal, con la uniformización de los impuestos. La de la agricultura, con la elaboración de una ley agraria. Y la de la enseñanza superior, donde la Iglesia ejercía el monopolio.

El sistema fiscal presentaba una preocupante escasez de recursos, debido a la diversidad de impuestos, la existencia de numerosos privilegios y la escasa recaudación. Tras el éxito de los catastros en la Corona de Aragón (Talla o única contribución) se intentó extender a la Corona de Castilla. El marqués de la Ensenada, secretario de Hacienda de Fernando VI, ordenó la realización de un catastro en 1750. Sin embargo, su aprobación no se produjo por la oposición de los grupos privilegiados, dimitiendo el secretario en 1754. Carlos III intentó poner en práctica el proyecto pero la multitud de recursos y la fuerte oposición obligaron a abandonar la reforma fiscal.

La Hacienda pública seguía siendo deficitaria y para aumentar los ingresos se recurrió a los sistemas tradicionales. Se crearon nuevos monopolios y Compañías privilegiadas, se recurrió a los estancos, como el del mercurio, tabaco o sal, y se procedió a la emisión de deuda pública (vales reales) creándose en 1782 el Banco de San Carlos, precedente del actual Banco de España. Además en 1763 se introdujo la lotería.

Se repoblaron zonas deshabitadas y no cultivadas. De ese modo se favorecía el crecimiento de la producción agrícola y el aumento de población, que para los ilustrados eran las bases de la riqueza del país. Destaca Pablo de Olavide, intendente de Sevilla, el cual propició la creación de pueblos con campesinos de procedencia polaca o alemana (La Carolina)
En el último tercio del siglo XVIII se llevaron a cabo diversas medidas liberalizadoras de la economía:

En 1765 se decreto la libertad de precios y circulación para los cereales, provocando el motín de Esquilache al año siguiente. En 1778 se aprobaba la libertad de comercio con la Indias para todos los puertos españoles, previamente se había trasladado la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz y luego se permitió a varios puertos el libre comercio.
En 1783 se declaró la honradez de todas las profesiones.
En 1790 se dio libertad para ejercer cualquier oficio sin tener que pasar el examen del gremio, previamente se había suprimido el sistema de control de los gremios sobre los métodos y técnicas de fabricación.

Gárum: el ketchup del imperio romano

En Murcia aún pervive su recuerdo en el lenguaje aunque pocos saben ya de qué se trata. "Más caro que el gárum", se dice cuando algo es extremadamente valioso. ¿Y qué es el gárum? Hubo un tiempo en que esta salsa olvidada fue en la península ibérica lo que ahora es el salmón ahumado para los noruegos. Hoy ni siquiera recordamos su receta.
El gárum era una salsa de pescado podrido -macerado al sol- que servía como aliño de otros platos o para mezclar con el vino, una cotizada delicatessen más cara que el azafrán. Durante los años de la Hispania romana, fue una de las principales materias de exportación. Según las últimas investigaciones, era tan importante para la economía de la península como las viñas tarraconenses o el olivo bético. Era el ketchup de los emperadores.
Su sabor se ha perdido, era algo tan común que nadie se molestó en apuntar la receta exacta, aunque sí se conservan algunas instrucciones generales sobre su elaboración. Las más precisas aparecen en un tratado del siglo IX, Geopónica, una obra sobre agricultura de origen bizantino que cuenta con un capítulo dedicado a la piscicultura donde se recoge a grandes rasgos una receta de las muchas variantes de esta salsa.
Por los registros encontrados, el gárum no era apto para estómagos sensibles. Se preparaba en enormes piscinas donde se mezclaban tripas de pescado con sal y especias. El líquido que goteaba de la maceración al sol de esta mezcla era el preciado gárum que después se embotellaba tal cual o mezclado con vino o agua. En algunas zonas de Asia aún hoy se siguen elaborando salsas similares.
Según Lázaro Lagostena, profesor de historia de la Universidad de Cádiz y autor de varios ensayos sobre el tema, la información sobre el proceso exacto de elaboración es escasa. Apenas han llegado datos en crónicas literarias de la época y en las impresiones de las ánforas, en las etiquetas. "Había salsas de salmonete, de atún, de caballa y otras que se elaboraban con otros peces más pequeños. La gama era muy amplia", asegura Lagostena.
El gárum comenzó siendo un subproducto del salazón de pescado: se aprovechaban las tripas para elaborar este aliño. Pero la demanda era tan grande que el salazón acabó siendo el negocio secundario para muchas explotaciones de la costa mediterránea en la península ibérica. Además, el gárum, en sus distintas variantes, se podía elaborar sin interrupción mientras que el salazón de atún sólo se podía producir dos veces al año, con las migraciones a través del estrecho.
La industria del salazón romano estuvo presente en toda la costa de la península desde Lisboa hasta Cartagena. Una de las ruinas mejor conservadas es la de la ciudad de Baelo Claudia, en Cádiz. Allí se han excavado los restos de varias factorías de gárum junto a la playa. Probablemente fue su principal industria, aunque según el profesor Lagostena no conocemos todos los datos de la economía de esta próspera ciudad, que también vivió del ganado.
El gárum hispano era tan apreciado que se han encontrado ánforas en las rutas de la India. Hacía falta mucho esfuerzo para elaborarlo y en el proceso intervenían muchas manos: desde los pescadores hasta los comerciantes, de ahí su alto precio.
Sin embargo, el gárum no sólo fue un capricho de ricos. Según el profesor Lagostena, se producían distintas variantes de mayor o menor calidad y en los siglos I y II, en el momento de mayor auge económico del mundo romano, era un producto que consumían también las clases medias.
El fin del comercio con la caída del imperio romano acabó con el negocio. El Mediterráneo, dividido en dos entre los herederos de Roma y el norte de África, dejo de ser un mar seguro para los barcos. Y, sin comercio, el gárum dejó de ser rentable. La economía ya no aguantaba la enorme especialización necesaria para este producto. El salazón, una necesidad y no un capricho, sobrevivió. Pero no así las salsas, que no podían conservarse tanto tiempo como el pescado seco.
El gárum, como Roma, no desapareció de un día para otro. Hasta la alta edad media aparece en los registros de monjes que seguían produciéndolo a pequeña escala en el siglo IX. Hoy algunos cocineros están intentando recuperar con nuevas recetas esta vieja salsa de pescado podrido que, según Plinio, era más cara que el mejor perfume. Pero, de momento, los resultados no han sido muy agradables al paladar. O el gusto culinario ha cambiado mucho en los últimos siglos o su elaboración era más complicada de lo que sabemos.

Tartessos



La Cultura Talayótica: una sociedad de la E. del Hierro en la periferia de la colonización fenicia

En el presente trabajo se razona una crítica sobre las bases cronológicas en las que se venían fundamentando los orígenes de la cultura talayótica balear. A partir de ello se acepta un nuevo marco cronológico que ya se había venido postulando en los últimos años por diferentes equipos de investigación. La sincronía que se observa entre los inicios y primer desarrollo de la cultura talayótica, la llegada del hierro a las islas, así como los cambios sustanciales que se observan en las redes de intercambio ultramarino en el Mediterráneo central y occidental, que pasan a estar monopolizadas por los comerciantes fenicios, permite sugerir que también la cristalización y primera evolución de la sociedad talayótica se inserta en este contexto geohistóríco, con sus evidentes y conocidas peculiaridades. Señalando, no obstante, que las causas últimas de los orígenes son endógenas y se venían gestando algún tiempo antes en el seno de las comunidades isleñas del Bronce Naviforme. Se propone igualmente una secuencia de modelos de intecambío entre los agentes que controlan las navegaciones el comercio a larga distancia, los fenicios, y púnicos ebusitanos después, y las comunidades talayóticas de Mallorca y Menorca. No se abordan en el presente escrito asuntos relacionados con la tipología y función de la arquitectura ciclópea turríforme, ni otros relacionados con la cultura material cuyo conocimiento ha sido actualizado, renovado y difundido en la literatura arqueológica de los últimos años.

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EN BUSCA DEL FUEGO (Jean Jacques Annaud 1982)


Los Ulam han sido expulsados de sus cavernas. Conocían la existencia del fuego y su mantenimiento pero no sabían crearlo, por ello cuando, durante un enfrentamiento con otra tribu, un miembro del clan resbala y cae al agua apagando el fuego, la tribu ve amenazada su existencia, ya que dependen del fuego para calentarse y defenderse de los animales. Tres jóvenes guerreros son los encargados de partir en busca de la llama que pueda salvar a la tribu, llevándolos a sufrir múltiples peligros a través de un mundo hostil y de esta forma lograr, en el transcurso de su travesía, aprender lo suficiente como para permitir la supervivencia de su especie.

Hace 80.000 años la supervivencia del hombre en una tierra inexplorada y desconocida dependía de la posesión del fuego. Los Ulam, protagonistas de la epopeya, son hombres de Neanderthal, homínidos que convivieron con los humanos modernos (Homo sapiens). Hacia el final de la película se muestra una relación entre ambas especies.

1.5 El proceso de romanización. Legado cultural.

La conquista militar de Hispania llevada a cabo por los romanos se realizó, a lo largo de 200 años, en tres etapas.

1ª 218 a.C. – c. 170 a.C:

Cneo Cornelio Escipión desembarca en Ampurias con unos 25.000 soldados, como consecuencia de la destrucción de Sagunto por Anibal dando comienzo la Segunda Guerra Púnica. En el año 209 a.C. Escipión el Africano toma por sorpresa Cartago Nova principal base cartaginesa y después derrota a Asdrubal Barca en Baecula. En el año 206 a.C. tras la derrota cartaginesa de Ilipa se rindió Gadir. Hasta el año 170 a.C. los romanos sostienen guerras primero contra iberos (Indivil) y luego contra distintos régulos de Andalucía (Culchas y Luxinio). Acabaron ocupando las cuencas del Guadalquivir y del Ebro y creando en el 197 a.C dos provincias la Ulterior y la Citerior. Destacan los pretores Catón, prototipo de expolio y represión, y Sempronio Graco, que supo combinar la energía, la diplomacia y el reparto de tierras.

2ª 155 a.C - 123 a.C:

En esta etapa se enfrentaron los romanos contra pueblos ganaderos donde destacan las luchas contra lusitanos, numantinos y otras tribus en la línea del Jalón y el alto Duero. Las guerras contra los lusitanos se extendieron desde el 155 a.C. hasta el año 139 a.C. cuando se sobornó a tres capitanes de Viriato para asesinarle.

Las guerras numantinas duraron desde el 147 a.C hasta el año 133 a.C., fecha en la que Escipión Emiliano rodeó toda la ciudad hasta su rendición.

Por último se conquistaron las Baleares en el año 123 a.C. por parte del consul Cecilio Metelo.

3ª 123 a.C. - 19 a.C:

Al inicio se produjo un convulso periodo de guerras civiles, destacan las guerras Sertorianas (82-72 a.C) y la posterior guerra entre pompeyanos y seguidores de Cesar, batallas de Ilerda y Munda.

Finalmente entre el 29 y el 19 a.C. se sucedieron las guerras Cántabras, donde el propio Augusto participó en el 26-25 a.C. terminaron en al año 19 a.C. cuando Agripo pacificó definitivamente la zona.

Tras la conquista por parte de los romanos la Península pasó a ser parte del Imperio romano como una provincia/colonia donde se exportaban materias primas como metales, aceites, vino, caballos y esclavos e importaba productos de gran valor procedentes de Italia y las provincias orientales del Imperio (Siria, Egipto). Las principales autoridades y funcionarios eran nombrados en roma y provenían en su mayoría de familias patricias.

Los romanos tenían una economía basada en las ciudades como centro de producción, comercio y administración de los territorios. Algunas ciudades fenicias, griegas y cartaginesas pasaron a poseer esta función, como es le caso de Cartago Nova, Gades, Tarraco e Hispalis. Roma además creó otras ciudades como Emerita Augusta o Cesar Augusta, y otras surgieron de campamentos militares como Legio o Bracara. La población llegó a alcanzar los seis millones de habitantes.

La riqueza de la Hispana romana estaba basada en una agricultura metódica, en la explotación minera, la pequeña industria urbana y el comercio. La agricultura estaba basada en el cultivo de cereales, vid y olivo y fue mejorada con la introducción de nuevos métodos como el barbecho de tres hojas o el uso de los abonos. Además se introdujo nuevo instrumental como pudo ser el arado, el trillo de ruedas o la pala. La extracción de minerales y metales se extendía por gran parte de la Península, donde destaca la extracción de oro en Asturias, de plata en Sierra Morena, de cobre en Riotinto, de plomo y plata en Cartagena y de mercurio en Sisapo. Además se aplicó la ley de Ager Publicus y las minas solían ser arrendadas a compañías de publicani. En cuanto a la pequeña industria se desarrolló con la introducción de la aceitera, la industria de esparto, la sala garum y la salazón del pescado (Baelo). El comercio se desarrolló principalmente a nivel comarcal. Esto se debió a las múltiples redes de vías como la Vía Augusta, la ruta de Roncesvalles-Astúrica, la Vía de la Plata y las vías transversales. Además había un abundante tráfico marítimo por los puertos de Tarraco, Cartago Nova y Gades. Por último se facilito el comercio con la implantación del denario de plata romano como moneda única.

La administración de la Hispania romana fue cambiando con el tiempo. Durante la conquista solo existían dos provincias, la Ulterior y la Citerior (197 a.C.). Con la llegada de Augusto el número de provincias aumento a tres: Baetica, Lusitania y Tarraconensis (14 a.C.). Con la llegada de Diocleno la provincia de Tarraconensis se dividió en otras tres provincias: Tarraconensis, Gallaecia y Carthaginensis (297 d.C.). Más tarde se creo la Balearica (385 d.C.), quedando así dividida en 6 provincias.

Se instauró el latín como lengua oficial, eliminando así las lenguas ibéricas y la celta indoeuropea. Se trató de un latín vulgar introducido por los militares y los comerciantes. El único pueblo que no adoptó el latín fueron los vascones.

Con el edicto de Caracalla en el 212 d.C. se generalizó definitivamente el uso del Derecho romano.

En cuanto a la religión se impuso el politeísmo, que venía influido por la religión griega, el culto al emperador y tuvieron gran difusión los cultos a Isis y Mitra, hasta que se instauró el cristianismo en el 313 d.C. con el edicto de Milán de Constantino. Destacan las primeras comunidades cristianas en Corduba o Hispalis y las no documentadas visitas de Santiago y San Pablo.

Dentro de todo el periodo romano destacan como hispanos importantes los emperadores Nerva, Trajano y Adriano, los escritores Séneca, Lucano y Marcial, el educador Quintiliano, el geógrafo Pomponio Mela y el tratadista de agricultura Columela.