(Paul Ryzhenko)
A primeras horas de la madrugada de este 31 de mayo los rusos lanzaron su ataque, pero no consiguieron coordinar los movimientos de sus tropas debido a desavenencias entre los príncipes rusos.
La caballería de los pólovtsy actuó como solía, a base de escaramuzas, e hizo retroceder a las vanguardias mongolas. Éstas cruzaron de nuevo el río y se reunieron con sus cuerpos de batalla. Las tropas rusas los siguieron con lentitud.
A mediodía la mayor parte de los combatientes había cruzado el río, momento que fue escogido por los mongoles para lanzar el contraataque. Su caballería pesada, bajo las órdenes de Bahadur, cargó contra la caballería ligera de los pólovtsy y el primer contingente ruso.
La caballería ligera de Djebe Noyon, en el flanco derecho del otro lado del río, atacó al segundo cuerpo de batalla, mientras la restante caballería mongola, al mando de Tsugir Jan, atacaba en el otro flanco. El tercer cuerpo de batalla ruso –el que constituía la retaguardia- se refugió tras una muralla de carros.
La única solución para el rodeado príncipe Mstislav el Valiente era huir a bordo de un barco.
A última hora de la tarde se produjo la desbandada entre las tropas aliadas, que huyeron unas hacia el noroeste y otras hacia el suroeste, en dirección al Dniéper.
El ejército de Kiev cayó tres días más tarde. Numerosos príncipes rusos resultaron muertos; el 90% del ejército aliado quedó aniquilado.
Los mongoles habían prometido no derramar la sangre de sus prisioneros. No obstante, los dejaron morir por asfixia al amontonarlos, atados unos con otros, bajo unas enormes planchas y, a continuación, los mongoles se instalaron encima de esta “tarima improvisada” para festejarlo.
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