Las Islas Canarias:
Las Canarias fueron objeto de disputa entre Castilla y Portugal durante largo tiempo. Conocidas desde la Edad Antigua y pobladas por gentes provenientes del Norte de África (bereberes) no comenzaron a ser visitadas de forma regular por marinos castellanos hasta inicios del siglo XIV. Se podría hablar de un redescubrimiento de las mismas.
A inicios del siglo XV, en 1402, un noble de origen francés, el normando Jean de Bethencourt, firmó unas capitulaciones con el rey de Castilla Enrique III, en las cuales a cambio de reconocerse como vasallo y sufragar la expedición sería reconocido como señor de las tierras conquistadas. Al frente un grupo reducido de tropas sometió las islas de Lanzarote y Fuerteventura, las más orientales y desérticas del archipiélago. Lógicamente los beneficios que se obtuvieron no fueron muchos. Además, los conquistadores esclavizaron a la población autóctona, los guanches, para que trabajasen en sus tierras, pese a la oposición de la Corona.
En 1477, ya en tiempos de los Reyes Católicos, comenzó una nueva etapa en la conquista de las islas. Por otra parte, el tratado de Alcaçovas firmado con la Corona lusa en 1479 (Alfonso V de Portugal) reconocía a las isalas Canarias como un territorio que correspondía a Castilla, a cambio los castellanos renunciaban a las Azores y Madeira, así como a navegar más al sur del cabo Bojador, reservándose de esta forma Portugal la ruta de Guinea. Entre 1483 y 1496 Castilla culminó la conquista de las islas, influido además su desarrollo por la guerra de Granada, la cual no permitía distraer ningún tipo de recurso del objetivo principal. La última de las islas en ser sometida fue Tenerife (1496).
El proceso de conquista fue muy similar al que posteriormente se desarrollaría en América, mediante capitulaciones. Y tuvo unas consecuencias demográficas similares. SI bien antes de la conquista la población estimada de las islas era de unas 100.000 personas, las enfermedades, fundamentalmente, y las duras condiciones de trabajo hicieron que en 1500 la población total fuese de unas 25.000, de ellas tan solo 7.000 indígenas. La escasez de población provocaba que los salarios fuesen altos, y que comenzaran a traerse esclavos de la costa africana. La caña de azúcar se convirtió en la principal fuente de riqueza, aunque también tras el descubrimiento Canarias se convirtiese en paso obligado en la ruta hacia las Indias. La administración la ejercía un capitán general con dos adelantados, uno en Gran Canaria y otro en Tenerife.
El proceso de conquista fue muy similar al que posteriormente se desarrollaría en América, mediante capitulaciones. Y tuvo unas consecuencias demográficas similares. SI bien antes de la conquista la población estimada de las islas era de unas 100.000 personas, las enfermedades, fundamentalmente, y las duras condiciones de trabajo hicieron que en 1500 la población total fuese de unas 25.000, de ellas tan solo 7.000 indígenas. La escasez de población provocaba que los salarios fuesen altos, y que comenzaran a traerse esclavos de la costa africana. La caña de azúcar se convirtió en la principal fuente de riqueza, aunque también tras el descubrimiento Canarias se convirtiese en paso obligado en la ruta hacia las Indias. La administración la ejercía un capitán general con dos adelantados, uno en Gran Canaria y otro en Tenerife.
La aproximación a Portugal:
Las primeras relaciones entre ambos Estados fueron bastante negativas. La guerra civil que estalló en Castilla en 1476 tras la muerte de Enrique IV el Impotente enfrentó por un lado a los Reyes Católicos con su sobrina Juana la Beltraneja, apoyada esta por el rey de Portugal Alfonso V, el cual también era su tío. Terminada la contienda con el triunfo del bando isabelino se firma un acuerdo de paz con la Corona lusa en Alcaçovas (1479) en ella además de las cláusulas territoriales, especialmente vinculadas al reparto de las zonas de influencia en el Atlántico, se pactó la reclusión de Juana en un convento, evitando así la aparición de una nueva línea sucesoria, y el matrimonio del heredero del rey portugúes, Manuel I el Afortunado, con la hija mayor de los Reyes, Isabel.
De este enlace nacería al infante Miguel en 1498, que durante su escaso año de vida sería el heredero universal de las tres coronas, Portugal, Castilla y Aragón, ya que el hijo primogénito de los Reyes, el infante Juan había muerto en 1497 sin tener descendencia de Margarita de Habsburgo. Para ratificar la buena disposición hacia Portugal, verdadero deseo de Fernando que de esa manera tendría manos libres en los asuntos italianos, se concertó un segundo matrimonio. En este caso sería María la que se casaría también con Manuel I. De este segundo enlace nacería Isabel de Portugal, la cual unos años después se casaría con su primo hermano el emperador Carlos V. De este matrimonio a su vez nacería Felipe II, el cual, tras la muerte de Sebastián I y Enrique I, ambos reyes de Portugal y ambos muertos sin descendencia, podría argumentar sus derechos dinásticos para incorporar Portugal a sus dominios en 1580-1581.
Por su parte el descubrimiento de América supuso un nuevo punto de fricción con la Corona lusa. Rápidamente los Reyes Católicos solicitaron del papa que confirmara su soberanía sobre las tierras descubiertas. La bula Inter Caetera, de mayo de 1493, entregaba a Castilla el derecho a tales tierras y a las que se descubriesen, a partir de un meridiano a 100 leguas al oeste de las Azores. Sin embargo, la protesta portuguesa hizo que en 1494 se firmase el acuerdo de Tordesillas modificando la línea a 300 leguas, lo cual incluía Brasil. Mientras tanto el 8 de julio de 1497 partió de Lisboa Vasco de Gama con el objetivo de llegar a la India circunnavegando África, cosa que consiguió el 17 de abril de 1498 al avistar Calicut, regresando a Lisboa en 1499. Quedaban por lo tanto ambas coronas en paz y con un reparto del mundo que a ambos convenía.