La España de los Austrias menores: Los validos.

FELIPE III (1598-1621)
Duque de Lerma (1598-1618)
Duque de Uceda (1618-1621)

FELIPE IV (1621-1665)
Conde-Duque de Olivares (1621-1643)
D. Luis de Haro (1643-1661)
De 1661 a 1665 el Rey gobierna personalmente

CARLOS II (1665-1700)
Regencia de Dª Mariana de Austria (1665-1675)
Padre Nithard (1665-1668)
Don Juan José (1668-1669)
Fernando de Valenzuela (1669-1675)

Mayoría de edad (1675-1700)
Fernando de Valenzuela (1675-1677)
D Juan José (1677-79)
Duque de Medinaceli (1679-1685)
Conde de Oropesa (1685-1691)

Desde 1691 se gobierna sin validos.

¿Por qué la figura del valido?

La opinión de muchos historiadores consiste en afirmar que los validos gobernaron porque los últimos Austrias carecieron de energía, de carácter, de talento político, etc.

Su elección dependía sólo del rey, la privanza fue una Institución irregular, no legal, suponía la unión de dos elementos de los que muchos monarcas no podían prescindir: amigo íntimo y trabajador eficaz. La tarea que competía a un rey era tan abrumadora que se comprende que dejara lo más pesado de la tarea a una persona de su confianza. Su origen hay que buscarlo en la propia mecánica burocrática y en la ineptitud de Felipe III, a causa de la cual se crea un cargo muy parecido al de primer ministro, pero que carece de nombre.

Las funciones del valido eran supervisar los consejos y manejar los Instrumentos escritos del gobierno. Además podía influir directamente en la política real aconsejando al rey, al que puede hablar como íntimo amigo. Cuando la corona delega competencias lo hace buscando un primer ministro; pero, al mezclarse poder y patronazgo, la corona pierde independencia; lo que empezó como delegación de poder, acabó como abdicación del control y pérdida del poder.

FELIPE III

El duque de Lerma puede ser considerado como el paradigma de la corrupción en España, cosechando todo tipo de honores y prebendas. Don Francisco era hijo de don Francisco de Sandoval, marqués de Denia, y doña Isabel de Borja, hija del duque de Gandía. Fue educado en la corte madrileña por su tío don Cristóbal de Rojas Sandoval, arzobispo de Sevilla, quien consiguió introducir al joven Francisco como menino del príncipe don Carlos. A los 22 años muere su padre y queda como cabeza de su linaje y cinco años después consigue el cargo de gentilhombre de cámara del rey. En 1592 pasa a ocupar el mismo cargo en la casa del príncipe Felipe, con el que establece una relación muy especial, ganándose la confianza del joven gracias a los continuos regalos. Sebastián de Moura, consejero real, vio la dependencia del joven príncipe respecto a don Francisco, por lo que recomendó a Felipe II que nombrara a Lerma virrey de Valencia, con el fin de alejarle de la corte. En 1598 moría Felipe II y Lerma inmediatamente ocupó los cargos de caballerizo mayor y sumillers de corps, convirtiéndose en la sombra del rey y limitando el acceso de otros personajes a él. Su primera decisión fue sustituir a la mayoría del aparato administrativo del reinado anterior, creando un equipo de colaboradores de su máxima confianza en los que incluyó a numerosos miembros de su familia.

Lerma expulsó de la Corte a los antiguos ministros de Felipe II. Pero no contento, también desplaza a otra serie de figuras importantes a la periferia, a Flandes, Italia o América: Duque de Osuna, Gonzalo Fernández de Córdova, los marqueses de Bedmar y Villafranca, etc. Este desplazamiento supone que las zonas periféricas estaban mejor gobernadas que la propia España. Su poderío llega hasta tal extremo que se permite el lujo de tener a su vez a otro valido, el marqués de Siete Iglesias.

En 1599 recibió el título de duque de Lerma, convirtiéndose en Grande de España. Traslado temporalmente la corte a Valladolid (1601-1606) con el fin de alejar al rey de la influencia de su tía María, retirada al convento de las Descalzas Reales de Madrid. Lerma ampliaba su poder consiguiendo del rey todo tipo de rentas, favores, mercedes y oficios, hasta el punto de tener en su poder el sello real. Felipe III era un mero pelele en manos de su valido que se ocupaba de organizar la vida del monarca para contentarle: viajes a diversas partes del reino, cacerías, comidas, etc. Todas las decisiones políticas que se tomaron entre 1599 y 1618 contaron con el visto bueno de Lerma, especialmente las relacionadas con la firma de la tregua con los Países Bajos de 1609 y la expulsión de los moriscos de ese mismo año. Empezaron a surgir voces opositoras alrededor de la reina Margarita, iniciándose una serie de investigaciones que desentrañaron el complejo entramado de corrupción existente. A partir de 1612 aumentan las voces de oposición al régimen, encabezada por los militares llegados de Flandes debido a la paz y apoyadas por el duque de Uceda, el confesor real Aliaga o Zúñiga.

Dice una coplilla popular que "para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado", ya que consiguió el capelo cardenalicio momentos antes de su caída, evitando así todo tipo de procesos que le hubieran condenado. En 1618 consigue el cardenalato y Felipe III otorga el necesario permiso para que Lerma se retire a sus propiedades. Los procesos que se iniciaron contra él y su régimen no le afectaron directamente aunque sí vio como Calderón, su mano derecha, era ejecutado en la Plaza Mayor de Madrid. Retirado de la vida pública fallecía en 1625.

El duque de Uceda, don Cristóbal era el primogénito del duque de Lerma. Poco a poco se hizo un hueco en la corte donde logró la confianza de don Felipe, con el objetivo de suplantar en la privanza a su propio padre. Para ello no tuvo escrúpulos para unirse a los enemigos declarados de Lerma, el confesor del rey, padre Aliaga, y don Gaspar de Guzmán, conde de Olivares. Suplió en el cargo a su padre, recibiendo sus cargos y prebendas. Poco pudo disfrutar de sus nuevas posiciones ya que su enfrentamiento con el conde de Olivares provocarán su sustitución al frente de la privanza a la muerte de Felipe III. Uceda cayó en desgracia y fue juzgado y desterrado, aunque Felipe IV quiso resarcirle nombrándole virrey de Cataluña. Un nuevo proceso judicial le llevó a la prisión de Alcalá de Henares donde falleció en 1624.

FELIPE IV:

En la época de Felipe IV, hay un deterioro político y económico (Bancarrotas: 1627, 1643, 1656, 1664) enmascarado por la figura el conde-duque de Olivares. Este fenómeno no es únicamente hispánico, ya que el conde-duque pertenecía a la generación de consejeros reales, Richelieu, Strafford,etc., y creía, como ellos, en las grandes posibilidades que ofrecía una organización más racional del Estado.

Sus padres eran Enrique de Guzmán y María de Pimentel y Fonseca, condes de Olivares, pertenecientes a una rama menor del linaje Medina Sidonia. Cursó estudios eclesiásticos en Salamanca desde 1601, siendo nombrado rector por sus compañeros dos años mas tarde. La muerte de sus hermanos y la de su padre, en 1607, le dejó al frente del mayorazgo y el título nobiliario. Su matrimonio con Isabel de Velasco le permitió entrar en el círculo cortesano, al ser su esposa dama de honor de la reina Margarita. En 1615 ingresó al servicio del príncipe, futuro Felipe IV. Protegido por su tío don Baltasar de Zúñiga, ganó poder y prestigio, ganándose el favor del futuro rey. En 1621, ya con Felipe IV como rey, es nombrado sumiller de corps, y un año después alcanza el cargo de caballerizo mayor.

Olivares se plantea el comenzar las reformas desde arriba del Estado, hasta alcanzar el nivel de esplendor logrado con Felipe II. Encontró fuertes oponentes, sobre todo por parte de la nobleza que se vio amenazada. Tuvo un intento de reformar a este estamento nobiliar con la fundación del Colegio Imperial para la educación de los jóvenes nobles, formación militar, geográfica, técnica, mecánica, etc, fue un proyecto fallido.

En plena crisis institucional, con una monarquía desacreditada y unos reinos de España que habían perdido progresivamente la hegemonía en Europa, Olivares estableció un programa el Gran Memorial, para recuperar el poder del rey. Se trataba de una reorganización de los recursos, que se consideraban mal gestionados, de tal manera que los gastos derivados de la acción política fueran sufragados igualmente por todos los territorios, y no sólo por Castilla, mediante la Unión de Armas. Se intentó reorganizar la Hacienda y se intentó dar al gobierno una mayor capacidad de actuación y capacidad ejecutiva, mediante la concentración de poder en la figura del valido. Previa a su caía, la victoria de Fuenterrabia le proporcionó un último momento de gloria, si bien se realizó mediante recursos extraordinarios que ahondaron más si cabe en la crisis de la Hacienda real. Precisamente estos recursos provocaron la sublevación de Cataluña que a su vez posibilitó la separación de Portugal, hechos que provocaron su caída.
En 1643 es destituido por Felipe IV, retirándose a Loeches y posteriormente a Toro y falleciendo en 1645.

Le sustituyó Don Luis de Haro, hijo de don Diego de Haro, V marqués del Carpio, y de doña Francisca de Guzmán, hermana del conde-duque. No obtuvo, sin embargo, el prestigio y control alcanzados por su antecesor, viendo cómo el monarca confiaba también en sor María Jesús de Ágreda Precisamente ésta desaconsejó al rey la existencia de la figura del valido. Tomó parte en 1659 en las negociaciones de la paz de los Pirineos. Interesado en aislar a Francia, intentó sin éxito la alianza con Inglaterra. Hubo de hacer frente, además, a la guerra de independencia portuguesa, en la que sufrió una estrepitosa derrota en Elvas (1659). En territorio catalán, sin embargo, sí que logró algunos éxitos, en especial la toma de Barcelona (1652) por don Juan José de Austria. Falleció en Madrid en 1661.

Carlos II (1665-1700)

REGENCIA DE MARIANA DE AUSTRIA (1665-75).

Felipe IV estableció en su testamento un organismo consultivo, la Junta de Gobierno, para que ejerciera el poder tras su muerte, dejando a Mariana como figura decorativa. En esta Junta se integraba a miembros de la alta nobleza y el alto clero, junto a los primeros magistrados de la nación. La viuda rechazó a la Junta y, para gobernar, se valió de un hombre de su confianza, su confesor, el padre Nithard.

Procedente del Tirol, ingresó a los 21 años en la Compañía de Jesús. Profesor en el Colegio de Graz y del Colegio de Viena, el emperador Fernando III le nombró preceptor de sus hijos Leopoldo y Mariana. Como confesor de la archiduquesa, la acompañó a España con motivo de su matrimonio con Felipe IV. En 1665, formó parte de la Junta de Regencia por expreso deseo de la reina, obteniendo del papa el cargo de Inquisidor General para el jesuita y convirtiéndose en el personaje más influyente de la corte. Sus fracasos en la paces de Aquisgrán y Lisboa (1668) le granjearon la enemistad de los miembros de los Consejos y especialmente de don Juan José de Austria, con quien inició una dura "pelea" en la que el infante obtuvo la victoria. El 25 de febrero de 1669 Nithard abandonaba Madrid para ser nombrado embajador en Roma.

Era hijo de Felipe IV y la actriz María Calderón, más conocida como la "Calderona". Don Juan José de Austria. Recibió una esmerada educación dirigida a ocupar alguna dignidad eclesiástica y en 1643 fue elevado al rango de príncipe, ingresando en la Orden de San Juan. Cuatro años más tarde obtenía el título de príncipe de la Mar y virrey de Nápoles donde sofocó una revuelta popular. En febrero de 1648 las tropas españolas a su mando entraron en la ciudad italiana y acabaron con la sublevación. Don Juan José abandonó Nápoles para trasladarse a Sicilia al ser designado Virrey, permaneciendo en la isla hasta 1651. Su siguiente misión será acabar con la Revolución Catalana iniciada en 1640. Fue nombrado comandante de los ejércitos de Cataluña y en 1652 tomó Barcelona, pasando al año siguiente a ser Virrey de Cataluña. En 1656 será Flandes su destino, al considerarse que su exitosa carrera militar podía cambiar la situación de la guerra con los holandeses. Sin embargo, su derrota en la batalla de las Dunas de Dunquerque y la paz firmada a continuación, supusieron el inicio de su declive Fue enviado en 1661 a Portugal pero tampoco obtuvo ningún éxito destacado.

Presionó para la caída de Nithard pero la reina prefirió nombrar a Velenzuela en su lugar.

Se asentó en Zaragoza donde volvió a presionar para acabar con el gobierno de Valenzuela, realizando un auténtico golpe de Estado que le permitió hacerse con el poder en enero de 1677, gestionando los asuntos de la Corona hasta su fallecimiento.

Mayoría de edad (1675-1700)

Fernando de Valenzuela era hijo de un capitán español con destino en Nápoles, ingresó en la casa del duque del Infantado como paje. Regresó a Madrid en 1659 y dos años después contrajo matrimonio con una dama de la reina Mariana de Austria, siendo nombrado caballerizo. Desde ese momento se convirtió en confidente de la reina y puso en marcha una meteórica carrera culminada con el nombramiento de marqués de Villasierra. No ostentó ningún cargo público pero dirigió los asuntos del país desde su posición de consejero. Intentó ganarse la voluntad del pueblo madrileño abaratando los productos de primera necesidad y organizando continuas fiestas, pero no consiguió mucha popularidad. La presión nobiliaria y la popularidad de don Juan José provocaron la huida de Valenzuela a El Escorial el día de Navidad de 1677, siendo detenido y encarcelado en el mes de enero. Despojado de sus dignidades, fue desterrado a Filipinas.

Entre 1677 y 1679 ejerció de valido don Juan José de Austria.

El Duque de Medinaceli, Juan Francisco Tomás de la Cerda y Enríquez, fue nombrado primer ministro por Carlos II a la muerte de don Juan José de Austria. Inició una política económica de carácter reformista, a través de la Junta de Comercio y Moneda. La devaluación monetaria que puso en marcha llevó al colapso de precios y al acaparamiento de granos lo que provocó indirectamente diversas bancarrotas. El estallido de motines en varias ciudades y la pésima actuación militar en la guerra con la Francia de Luis XIV (Paz de Basilea de 1684) motivó el abandono del gobierno por parte del duque y la retirada a su casa de Guadalajara donde vivió separado del poder hasta su muerte.

El Conde de Oropesa Manuel Joaquín Álvarez de Toledo-Portugal y Pimentel era hijo de Duarte Fernando, séptimo conde de Oropesa que también fue virrey de Navarra y Valencia. En 1684 es nombrado presidente del Consejo de Castilla y al año siguiente ocupa el cargo de primer ministro. Sus intereses se concentraron en solucionar los graves problemas económicos del Estado, arreglando la Deuda y aliviando de sus fuertes cargas fiscales a los súbditos. Las reformas estaban encaminadas a reducir los gastos de la Casa real, suprimir los impopulares millones y realizar una devaluación monetaria consistente en reducir en un 20 % el valor de las monedas de plata. Este ambicioso programa económico contó con una pertinaz oposición nobiliaria y eclesiástica, encabezada por el cardenal Portocarrero y el duque de Arcos. La muerte de la reina María Luisa de Orleans en 1689 motivó la caída de uno de los principales baluartes de Oropesa, enemistándose con la nueva reina -Mariana de Neoburgo- lo que motivó que el rey Carlos II le retirara su confianza en 1691. En 1696 era nombrado Presidente del Consejo de Castilla debido a la fuerza que manifestaba el partido francés y dos años después volvía a ocupar el cargo de primer ministro. Su candidato a la sucesión sería José Fernando de Baviera pero la repentina muerte de éste en febrero de 1699 motivó su apoyo a la candidatura austríaca encabezada por el archiduque Carlos. En abril de ese mismo año Oropesa veía como el partido francés provocaba un motín -llamado de los gatos- y el conde era retirado de todos sus cargos y enviado al exilio.

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