La conquista militar de Hispania llevada a cabo por los romanos se realizó, a lo largo de 200 años, en tres etapas.
1ª 218 a.C. – c. 170 a.C:
Cneo Cornelio Escipión desembarca en Ampurias con unos 25.000 soldados, como consecuencia de la destrucción de Sagunto por Anibal dando comienzo la Segunda Guerra Púnica. En el año 209 a.C. Escipión el Africano toma por sorpresa Cartago Nova principal base cartaginesa y después derrota a Asdrubal Barca en Baecula. En el año 206 a.C. tras la derrota cartaginesa de Ilipa se rindió Gadir. Hasta el año 170 a.C. los romanos sostienen guerras primero contra iberos (Indivil) y luego contra distintos régulos de Andalucía (Culchas y Luxinio). Acabaron ocupando las cuencas del Guadalquivir y del Ebro y creando en el 197 a.C dos provincias la Ulterior y la Citerior. Destacan los pretores Catón, prototipo de expolio y represión, y Sempronio Graco, que supo combinar la energía, la diplomacia y el reparto de tierras.
2ª 155 a.C - 123 a.C:
En esta etapa se enfrentaron los romanos contra pueblos ganaderos donde destacan las luchas contra lusitanos, numantinos y otras tribus en la línea del Jalón y el alto Duero. Las guerras contra los lusitanos se extendieron desde el 155 a.C. hasta el año 139 a.C. cuando se sobornó a tres capitanes de Viriato para asesinarle.
Las guerras numantinas duraron desde el 147 a.C hasta el año 133 a.C., fecha en la que Escipión Emiliano rodeó toda la ciudad hasta su rendición.
Por último se conquistaron las Baleares en el año 123 a.C. por parte del consul Cecilio Metelo.
3ª 123 a.C. - 19 a.C:
Al inicio se produjo un convulso periodo de guerras civiles, destacan las guerras Sertorianas (82-72 a.C) y la posterior guerra entre pompeyanos y seguidores de Cesar, batallas de Ilerda y Munda.
Finalmente entre el 29 y el 19 a.C. se sucedieron las guerras Cántabras, donde el propio Augusto participó en el 26-25 a.C. terminaron en al año 19 a.C. cuando Agripo pacificó definitivamente la zona.
Tras la conquista por parte de los romanos la Península pasó a ser parte del Imperio romano como una provincia/colonia donde se exportaban materias primas como metales, aceites, vino, caballos y esclavos e importaba productos de gran valor procedentes de Italia y las provincias orientales del Imperio (Siria, Egipto). Las principales autoridades y funcionarios eran nombrados en roma y provenían en su mayoría de familias patricias.
Los romanos tenían una economía basada en las ciudades como centro de producción, comercio y administración de los territorios. Algunas ciudades fenicias, griegas y cartaginesas pasaron a poseer esta función, como es le caso de Cartago Nova, Gades, Tarraco e Hispalis. Roma además creó otras ciudades como Emerita Augusta o Cesar Augusta, y otras surgieron de campamentos militares como Legio o Bracara. La población llegó a alcanzar los seis millones de habitantes.
La riqueza de la Hispana romana estaba basada en una agricultura metódica, en la explotación minera, la pequeña industria urbana y el comercio. La agricultura estaba basada en el cultivo de cereales, vid y olivo y fue mejorada con la introducción de nuevos métodos como el barbecho de tres hojas o el uso de los abonos. Además se introdujo nuevo instrumental como pudo ser el arado, el trillo de ruedas o la pala. La extracción de minerales y metales se extendía por gran parte de la Península, donde destaca la extracción de oro en Asturias, de plata en Sierra Morena, de cobre en Riotinto, de plomo y plata en Cartagena y de mercurio en Sisapo. Además se aplicó la ley de Ager Publicus y las minas solían ser arrendadas a compañías de publicani. En cuanto a la pequeña industria se desarrolló con la introducción de la aceitera, la industria de esparto, la sala garum y la salazón del pescado (Baelo). El comercio se desarrolló principalmente a nivel comarcal. Esto se debió a las múltiples redes de vías como la Vía Augusta, la ruta de Roncesvalles-Astúrica, la Vía de la Plata y las vías transversales. Además había un abundante tráfico marítimo por los puertos de Tarraco, Cartago Nova y Gades. Por último se facilito el comercio con la implantación del denario de plata romano como moneda única.
La administración de la Hispania romana fue cambiando con el tiempo. Durante la conquista solo existían dos provincias, la Ulterior y la Citerior (197 a.C.). Con la llegada de Augusto el número de provincias aumento a tres: Baetica, Lusitania y Tarraconensis (14 a.C.). Con la llegada de Diocleno la provincia de Tarraconensis se dividió en otras tres provincias: Tarraconensis, Gallaecia y Carthaginensis (297 d.C.). Más tarde se creo la Balearica (385 d.C.), quedando así dividida en 6 provincias.
Se instauró el latín como lengua oficial, eliminando así las lenguas ibéricas y la celta indoeuropea. Se trató de un latín vulgar introducido por los militares y los comerciantes. El único pueblo que no adoptó el latín fueron los vascones.
Con el edicto de Caracalla en el 212 d.C. se generalizó definitivamente el uso del Derecho romano.
En cuanto a la religión se impuso el politeísmo, que venía influido por la religión griega, el culto al emperador y tuvieron gran difusión los cultos a Isis y Mitra, hasta que se instauró el cristianismo en el 313 d.C. con el edicto de Milán de Constantino. Destacan las primeras comunidades cristianas en Corduba o Hispalis y las no documentadas visitas de Santiago y San Pablo.
Dentro de todo el periodo romano destacan como hispanos importantes los emperadores Nerva, Trajano y Adriano, los escritores Séneca, Lucano y Marcial, el educador Quintiliano, el geógrafo Pomponio Mela y el tratadista de agricultura Columela.
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