10.4. Fases militares de la Guerra Civil. La evolución política y económica en las dos zonas. Consecuencias económicas y sociales de la guerra. Los costes humanos.


Aspectos militares de la Guerra Civil Franco y su liderazgo militar


Desarrollo de la guerra

1.- La guerra de columnas (julio-noviembre 1936)

En la zona Norte las columnas de Mola consiguieron asegurar el frente en la zona centro, Somosierra, Navacerrada, Alto del  León. Además se conseguía ocupar San Sebastián e Irún. Desde Cataluña y con dirección a Zaragoza o Huesca salían las principales columnas republicanas.

En la zona Centro cabría destacar las columnas republicanas que saliendo de Madrid fijaban un frente discontinuo en la zona Norte de la región así como la zona de Sigüenza en Guadalajara. La llamada columna Miaja que desde la zona de Levante y Albacete actuaría en la zona del Guadalquivir.

Sin embargo no cabe duda que el escenario principal se desarrollo en la zona del Estrecho y Extremadura. El grueso de las tropas sublevadas se encontraban en Marruecos y el paso del estrecho de Gibraltar no parecía posible. Como resultado de las gestiones realizadas por enviados de Franco, apenas unos días después del alzamiento Italia y Alemania enviaban aviones de transporte. Con ellos se iba a producir el primer transporte de tropas de la historia. Se enviaron refuerzos, regulares y legionarios a Sevilla, Cádiz o Huelva. Sin embargo aunque importante este transporte no fue determinante. Al final el paso se tuvo que realizar del modo tradicional, esto es en barco.


Se avanzó ocupando Mérida, Badajoz, donde la represión fue durísima, posteriormente cabe destacar la toma de Talavera de la Reina y la liberación del Alcazar de Toledo (Moscardó) A finales del mes de octubre se producía la batalla de Seseña y en noviembre las tropas del general Varela llegaban a las inmediaciones de la capital.

2.- La lucha en torno a Madrid y la toma de Málaga (noviembre 1936-marzo 1937)

El primer intento sobre la capital consistió en un ataque frontal. Las columnas de Varela deberían avanzar sobre la capital desde la carretera de Toledo, sin embargo este primer asalto resultó un fracaso y el frente quedó más o menos estabilizado desde Basurero en el Sur hasta la ciudad universitaria, siguiendo aproximadamente la línea del río Manzanares.

Se planteó un ataque de flanco para mejorar esa situación. Será la conocida como batalla de la carretera de La Coruña donde las tropas nacionales ocuparán la zona entre Las Rozas y Pozuelo pero quedando nuevamente detenidas frente a la ciudad universitaria.

El tercer intento de ataque a la ciudad fue un ataque de flanco con la intención no ya de ocupar la ciudad si no de aislarla del resto de la zona republicana. La batalla del Jarama supondrá un nuevo revés para las tropas nacionales, ya que pese a la ganancia de terreno y a conseguir tener batida la carretera de Valencia la ciudad no fue rodeada ni embolsada.

El último intento sobre Madrid será la batalla de Guadalajara. En esta ocasión serán las tropas italianas del CTV, que venían de capturar Málaga, las que intentarán embolsar la ciudad. El resultado fue un rotundo fracaso. Después de un rápido avance por parte italiana el posterior contra ataque republicano no sólo llevo al CTV a sus posiciones iniciales, si no que además consiguió un enorme éxito tanto propagandístico como de material capturado.

Viendo entonces que la posibilidad de asalto o conquista de la capital no era factible Franco decidió variar el escenario principal de las operaciones.


Durante las primeras fases de la ofensiva se produjo el bombardeo de la ciudad de Guernica por parte de la aviación alemana de la Legión Cóndor. Lo cierto es que el pánico producido por la casi destrucción de la ciudad influyó de forma significativa en la falta de resistencia de la ciudad de Bilbao, pese al Cinturón de Hierro. Una vez ocupada toda la provincia las tropas del PNV llegaron a un acuerdo a través de la diplomacia vaticana para rendirse a los italianos, será el acuerdo de Santoña, el cual Franco se negó a reconocer. Posteriormente se produciría la caída de Santander y finalmente la eliminación de todo el frente Norte.

Por su parte el mando republicano realizaba dos ofensivas encaminadas tanto a aligerar la presión sobre el frente norte como a recuperar posiciones en la zona central.

La primera de ellas fue la ofensiva de Brunete después de la caída de Bilbao. Pretendía dicha ofensiva llegar hasta Navalcarnero en la carretera de Extremadura. De esa forma se conseguiría eliminar la presión sobre Madrid, ciudad que era frente de guerra desde noviembre de 1936. Tras un primer avance bastante rápido de las tropas republicanas el posterior contra ataque nacional hacía que las posiciones volviesen al punto de partida.

La otra ofensiva fue la de Belchite, donde las tropas republicanas intentaron un movimiento de flanco que les permitiese ocupar bien Teruel o especialmente Zaragoza. Finalmente nada se consiguió, ya que el frente apenas se vio modificado.

4.- La campaña de Teruel y lallegada al Mediterráneo (diciembre 1937-junio 1938)

La ofensiva republicana sobre Teruel fue un éxito y el Ejército nacional desencadenó una contra ofensiva en Teruel, siendo recuperada. Posteriormente una ofensiva general en el frente de Aragón conseguía la victoria de Alfambra, ocupar el Maestrazgo y lo que todavía era peor, llegar al Mediterráneo en Vinaroz, dividiendo así la zona republicana en dos. Además se conseguía ocupar la ciudad de Lérida y por tanto hacer las posiciones en el frente de Aragón mucho más cómodas para los nacionales.

5.- La batalla del Ebro y la campaña de Cataluña. (julio 1938-febrero 1939)

El Estado Mayor republicano planteó entonces la principal ofensiva de toda la guerra. El cruce del Ebro en la zona de Gandesa. El paso del Ebro si bien fue bastante rápido ni siquiera consiguió un objetivo tan limitado como ocupar Gandesa. La reacción nacional fue muy rápida y además hay que tener en cuenta que en esta época la superioridad aérea nacional era cada vez mayor.

A Franco se le planteaban dos opciones. O bien una movimiento de flanco, tal vez partiendo de Lérida, para aislar totalmente al ejército de Cataluña o bien el enfrentamiento directo y la guerra de desgaste. Se optó por lo segundo probablemente por dos consideraciones. En primer lugar un movimiento cercano a la frontera francesa en un momento de máxima tensión por la crisis de los Sujetes fuese visto como una amenaza por Francia. En segundo lugar, Franco como casi todos los oficiales españoles del momento habían crecido con las doctrinas francesas de la primera guerra mundial, es decir guerra de desgaste y punto débil del enemigo.

El resultado de este verdadero “choque de carneros” fue la costosísima victoria nacional, en una batalla que como aquellas de la primera guerra mundial en Francia se decidió después de varios meses y donde las unidades soportaban pérdidas de hasta el 80%. Pero si costosa fue la victoria nacional perores resultados tuvo en el bando republicano. Se puede decir que la moral del Ejército Popular en Cataluña se hundió.

En la posterior ofensiva sobre Cataluña la resistencia como tal no existió y aquellas unidades que decidieron y continuaron resistiendo apenas tenían coordinación con otras. Barcelona fue ocupada sin resistencia de ningún tipo.

6.- El final de la guerra. (febrero 1939-abril1939)

En la Junta de defensa de Madrid su comandante el coronel Casado, destacados líderes socialistas como Julián Besteiro y hasta anarquistas como Cipriano Mera veían cada vez peor la influencia del PCE y de la URSS en el Gobierno. Además consideraban que continuar con la guerra lo único que provocaría sería un mayor sufrimiento y una mayor represión final.

Por todo ello en el mes de marzo se produjo un golpe de Estado en Madrid. Tras varios días de lucha entre casadistas y comunistas los primeros se hacían con el control de la capital y en un dramático comunicado por radio Besteiro llamaba al fin de la guerra. El intento de negociar algún acuerdo con los nacionales fue un fracaso. Casado marchó al exilio al igual que Negrín y cuanto republicano pudiese. Los puertos de Almería, Cartagena, Alicante y Valencia vieron partir cualquier tipo de embarcación atestada de refugiados republicanos rumbo principalmente a Argelia.

En la ofensiva de la victoria las tropas nacionales se dedicaron a ocupar lo más rápidamente posible las últimas capitales en manos republicanas, especialmente Madrid, donde las tropas del Ejército Popular cuando no se rendían principalmente abandonaban su unidad y equipo para dirigirse a sus casas. El 1º de abril de 1939 tras casi tres años de infernales combates terminaba la Guerra Civil. Tan solo cinco meses después comenzaba la Segunda Guerra Mundial donde los españoles participarán de forma destacada en ambos bandos.



EVOLUCIÓN POLÍTICA EN EL BANDO NACIONAL

Cuando se planteó y organizó el golpe de Estado se acordó que la jefatura y dirección del mismo correspondiese al general Sanjurjo, que en ese momento estaba exiliado a consecuencia de su anterior intento de golpe en 1932. Sin embargo, el día 20 de julio moría en accidente aéreo nada más despegar su avión desde Lisboa. Se producía así un “vacío de poder” entre los sublevados.

Durante los primeros días el sistema que se empleó fue el de bandos que cada uno de los generales sublevados proclamaba en sus zonas de influencia Mola en el Norte, Queipo en Andalucía o Franco en Marruecos. Sin embargo para unificar y tratar de coordinarles a todos ellos se eligió el 24 de julio al general Cabanellas, el de mayor antigüedad, para que presidiese una Junta de Defensa Nacional con sede en Burgos.

Esta Junta estaría asesorada por una serie de comités que tomaron las primeras decisiones. Se restableció la bandera roja y gualda, se proclamó el estado de guerra a todo el territorio nacional, además se promulgó la ley marcial y finalmente se sustituyeron a las autoridades civiles por militares.

En el capítulo meramente político se eliminaron los derechos de reunión y manifestación, se estableció la censura de prensa y se ilegalizaron todos los partidos y sindicatos del Frente Popular siendo todos sus bienes incautados. Pero es que además los mismos partidos que se habían sumado al golpe cuando no lo habían propiciado vieron sus derechos muy limitados, caso de la CEDA. Solamente la Falange y los Requetés mantuvieron cierto margen de acción, viendo reconocidos sus símbolos que eran los únicos permitidos a parte de los de carácter militar. Se puede concluir que durante el verano de 1936 en el bando nacional se pasó a un régimen de carácter  militar.

El cambio fundamental se produjo el 1º de octubre de 1936. En ese día varios de los más destacados de los generales sublevados se reunían en una pequeña caseta de un aeropuerto a las afueras de Salamanca. En esta reunión se otorgaba a Franco el mando de las operaciones, nombrándole generalísimo de los Ejércitos, además de jefe del Gobierno y jefe del Estado.

A nivel económico se hizo claro desde el principio la reorganización de toda la producción dentro de la zona controlada por los nacionales para contribuir al esfuerzo de guerra. Un ejemplo de todo esto sería la ley de 23 de agosto de 1937 por la que se creaba el Servicio Nacional del Trigo. En el capítulo financiero el dirigismo, anticipo de la autarquía, marcó la línea fundamental de actuación del nuevo estado.

El 19 de abril de 1937 se aprobó el Decreto de Unificación, por el cual se creaba un único partido político legal y autorizado en el bando nacional, Falange Española Tradicionalista y de las JONS. El nuevo partido quedaba bajo el mando directo de “el caudillo”, se establecía una Junta Política y un Consejo Nacional cuyas funciones serían meramente consultivas, es decir, se reproducía el modelo de Partido Fascista italiano. Además la decisión integraba dentro del mismo partido a grupos de ideología muy diversa lo que provocaría graves y grandes tensiones especialmente entre falangistas y tradicionalistas.

Las leyes que se fueron tomando iban encaminadas a la desaparición de las libertades y la centralización del poder.

La principal de ellas sería El Fuero del Trabajo, entrando en vigor el 9 de marzo de 1938. Realmente se trata de una adaptación de la Carta dei Lavoro italiana con retoque por parte de la falange. De esta forma se regulaban las relaciones laborales y se creaban Magistraturas de Trabajo para solucionas los conflictos laborales.

En 1938 se aprueba la nueva Ley de Prensa que ratifica la censura previa. Además, se producen dos creaciones periodísticas durante la contienda que tienen una importante repercusión posterior: la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda (1937), Radio Nacional de España (1937), en la que colaboraron activamente los alemanes e italianos, y la Agencia Efe (1939).

En el campo religioso la unidad entre el nuevo Estado y la Iglesia católica fue cada vez mayor. Se declaró como única confesión tolerada la Católica, se reestableció el presupuesto de culto y clero, se volvió a permitir la enseñanza religiosa, se derogó la ley de Congregaciones y regresaron los jesuitas, se eximió a la Iglesia del pago de impuestos y se eliminó el matrimonio civil y por supuesto el divorcio. Realmente en este apartado y tras la pastoral de 1937 de apoyo a los sublevados se puede hablar de un nacional-catolicismo y de un total apoyo de la jerarquía eclesiástica al bando nacional.

La última de las leyes aprobada fue la Ley de responsabilidades políticas, en febrero de 1939. Que permitía juzgar por rebelión armada a todos los republicanos, así como la ilegalización de los partidos del Frente Popular. 


EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL BANDO REPUBLICANO

El 18 de julio dimitió el jefe de Gobierno Santiago Casares Quiroga y fue sustituido por Diego Martínez Barrio quien forma un ejecutivo que no llega a tomar posesión. Realmente su función consistió en contactar con el general Mola en Pamplona y tratar de llegar a algún tipo de arreglo. Ante la negativa de este último Martínez Barrio dimite siendo sustituido el 19 de julio por José Giral, también de Izquierda Republicana como Azaña.

La situación que encuentra Giral es demoledora. La red de gobernadores civiles y militares se encuentra desbordada y no se sabe quien es de confianza con lo que el Gobierno se ve incapacitado para impartir órdenes o realizar sus funciones. Realmente el poder a nivel provincial o local se encontraba en manos de comités revolucionarios organizados por los partidos y sindicatos, como los casos de Madrid, Valencia o Barcelona.

Las primeras medidas del Gobierno republicano estuvieron limitadas por la existencia de numerosos comités de partidos que escapaban a su mando cuando no se oponían a los decretos del Gobierno. En la práctica transportes, comunicaciones, empresas, servicios públicos, talleres y especialmente seguridad y milicias se encontraban en manos de partidos y sindicatos. Incluso lugares como hoteles, peluquerías, y restaurantes fueron colectivizados y manejados por sus propios trabajadores.

El 2 de agosto se publico un decreto por el que el Gobierno se incautaba de todas las empresas, inmovilizaba cuentas corrientes y depósitos y se prohibía la transmisión de bienes inmuebles. Evidentemente también fueron incautadas todas las propiedades de la Iglesia. Las tensiones internas no se hicieron esperar, además las continuas derrotas militares durante el verano lastraron la labor del Gobierno cada vez más incapaz de controlar la situación.

Ante estas circunstancial Giral dimite el 4 de septiembre siendo sustituido por Francisco Largo Caballero. El nuevo Gobierno será de unidad, estando representados todos los partidos y sindicatos que permanecen fieles a la República, contando además con el apoyo explícito de la CNT. Las principales tareas del nuevo Gobierno fueron las de recuperar su poder tanto político como económico y hacer frente a la ofensiva nacional creando un verdadero ejército. Otra de las grandes decisiones del Gobierno fue la aprobación del estatuto de autonomía del País Vasco el 1 de octubre de 1936, siendo su primer Lehendakari el peneuvista  José Antonio Aguirre.

A primeros de noviembre se producía un hecho histórico sin precedentes al incorporarse cuatro dirigentes anarquistas al Gobierno, además por vez primera en la historia una mujer ocupaba un ministerio, en este caso la anarquista Federica Montseny se hacía cargo del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.

Una polémica decisión fue el traslado el 7 de noviembre de 1936 del Gobierno de Madrid a Valencia ante la cercanía de las columnas del general Varela, creando para la defensa de la capital una Junta de Defensa que asumió todas las responsabilidades en la organización de la defensa y la vida cotidiana. La tensión aumento en el bando republicano entre Gobierno y PCE, por un lado, y anarquistas y trosquistas por otro.

La tensión estalló el 3 mayo de 1937 en Barcelona. El Gobierno de la Generalitat, presidido por Lluis Companys, decidió eliminar los comités de vigilancia y centralizar la dirección de orden público. El intento del responsable de asuntos interiores en el gobierno autonómico, Artemio Ayguadé de tomar la Telefónica produjo un tiroteo con los anarquistas que la ocupaban desde julio del año anterior. Durante cinco días anarquistas y trotskistas del POUM se enfrentaron a comunistas y fuerzas del orden, siendo los primeros derrotados. Las consecuencias no se hicieron esperar. La insurrección fue esgrimida por el PCE contra el POUM para acusarles de fascistas y quintacolumnistas, exigiendo su ilegalización. Además del cierre de sus órganos de prensa y disolución de sus milicias. Ante la negativa de Largo Caballero los ministros comunistas presentaron su dimisión provocando una crisis que llevan al presidente a presentar su dimisión el 15 de mayo.

No se sabe a ciencia cierta cual fue la razón por la que fue elegido para el nuevo Gobierno Juan Negrín López y no Indalecio Prieto, que era el esperado por la opinión publica. Lo cierto es que en el nuevo Gobierno no habría representación ni de la UGT ni de la CNT. Además una de las primeras medidas tomadas fue la ilegalización del POUM el 15 de junio de ese mismo año, siendo detenidos sus dirigente. Cabe reseñar especialmente la detención de Andréu Nin que moriría asesinado por la GPU soviética en Alcalá de Henares el 20 de junio.

Negrín será el jefe de Gobierno hasta el final de la guerra contando cada vez más con el apoyo del PCE, sectores del socialismo y aunque a regañadientes con el de la CNT. La posterior ofensiva sobre Cataluña y el exilio del Gobierno con su presidente a la cabeza, de toda la Generalitat y hasta del presidente de la República Manuel Azaña no hacían presagiar más que el fin de la lucha. Negrín regresaría a España el 9 febrero de 1939 pero tan sólo para ser testigo del fin de la República.

Dispuesto a poner en práctica su plan de continuar la guerra. El 21 de febrero se entrevista en Madrid con el coronel Casado. Cuando sabe de la renuncia de Azaña, el presidente de las Cortes, Martínez Barrio, comunica a Negrín que estaría dispuesto a sustituirle si el jefe de Gobierno emprende una política encaminada hacia una paz inmediata y honrosa. Pero no hubo contestación puesto que de inmediato surgieron los sucesos derivados de la conspiración dirigida por Segismundo Casado. Casado define el Gobierno de Negrín como “una dictadura... Al servicio de una potencia extranjera”. En la entrevista con Negrín en Madrid, Casado le dice que es imposible seguir la guerra. Casado había suspendido en Madrid la publicación de Mundo Obrero por un ataque a Largo Caballero. La guerra entre Casado y los comunistas estaba servida. En la reunión  del aeródromo de los Llanos, en Albacete, entre Negrín y los principales jefes militares, según Casado todos los jefes militares estaban de acuerdo en que la guerra no debía continuar.

El día 5 Casado y sus tropas toman los principales edificios oficiales de Madrid y se constituye el Consejo Nacional de Defensa. Besteiro, la mas importante personalidad política sumada a la conjura, acusa a Negrín de fanatismo pedía la obediencia al Consejo. En los días siguientes se producen enfrentamientos en Madrid entre unidades comunistas y las de Casado y el anarquista Cipriano Mera, que acabo con la derrota de los comunistas. El consejo quedo instalado y se disponía a emprender negociaciones de paz con Franco.

Cuando Negrín que estaba en Elda, se enteró de lo ocurrido en Madrid, destituyó a Casado e intentó detener su acción. Al no conseguirlo, Negrín, sus ministros y algún mando comunista abandonan el país en avión.

El 28 de marzo las tropas de Franco entrarían en Madrid, el 31 Alicante seria ocupado y el 1 de abril la guerra terminó y la Republicana dejaba de existir.


Las consecuencias de la guerra civil

Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas que causó el conflicto: los muertos en el frente y por la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las epidemias, la reducción de la natalidad consiguiente, etc. se barajan cifras de entre medio millón y el millón de fallecidos. Los cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos, el coste demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la cifra de no nacidos, que según Salas Larrazabal llegaría hasta 630.000 mientras que G. Jackson los sitúa en 160.000, y la pérdida de población joven. La tasa de natalidad disminuyó hasta el 16.5 por mil en 1939.

En febrero de 1939 se publicó el decreto de Actividades Políticas que permitía juzgar a todos los vencidos por sus pasadas actividades políticas desde 1934. El increíble argumento jurídico de esta ley era la de considerar a los republicanos como reos de rebelión y del delito de oponerse al triunfo del Movimiento nacional, triunfo “históricamente inevitable”, como decía la ley misma. En 1940 se añadió a ella una nueva ley de Represión del Comunismo y la Masonería. Esto supuso que el número de prisioneros políticos en las cárceles y campos de trabajos forzados (Valle de los Caídos o Castruera) fuese muy elevado, 270.719 según el anuario estadístico en 1939. Murieron en prisiones franquistas, entre otros, Julián Besteiro o Miguel Hernandez. Sin embargo, la oposición al régimen se hizo creciente surgiendo el “maquis” y teniendo como acción más destacada la invasión del valle de Arán en 1944.

Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano. Ya durante el conflicto, los "niños de la guerra" fueron evacuados a países extranjeros, Méjico, Francia, Reino Unido pero sobre todo a la Unión Soviética, pero el gran éxodo tuvo lugar en enero y febrero de 1939, consecuencia de la conquista de Cataluña. Que fueron reunidos en campos de refugiados como el de Argelés. Finalmente se produjo un último exilio a finales de marzo con el final de la guerra y desde los puertos de levante como valencia, Alicante, Cartagena o Almería intentando alcanzar las costas de Argelia.

En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados. Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura, muchos no volvieron a España o esperaron a la muerte del dictador en 1975. Este exilio supuso una importante pérdida demográfica para el país, una población joven y activa, que incluía a gran parte de los sectores más preparados del país, las elites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata, funcionarios, militares y personal altamente cualificado. Murieron exiliados Manuel Azaña o Largo Caballero.

Muchos de estos exiliados en Francia se alistarían en la Legión Extranjera combatiendo en Narvik (Noruega), formando parte de las primeras tropas de De Gaulle, en el Norte de África integradas luego en la división Leclerc y siendo los primeros en entrar en París en 1944. Además muchos otros colaborarán con la resistencia francesa durante toda la guerra. Otro grupo terminará en los campos de concentración nazis como los de Dachau o Mauthausen.

La emigración española a América como consecuencia de la Guerra es uno de los episodios más notables de la posguerra. Son célebres las expediciones de emigrantes en los barcos “Ipanema” o “Winnipeg” que llegaron a Méjico, país que gobernado por Lázaro Cárdenas les recibió generosamente. La colonia de emigrados produjo obras culturales importantes, centros de estudio y editoriales. Además desde 1945 se eligió un gobierno republicano en el exilio, institución que permanecería hasta 1977.

La guerra fue una verdadera catástrofe económica. A la desaparición de una gran parte de la población activa española hay que añadir las cuantiosas pérdidas materiales. Un dato revela su magnitud, la renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950. En la cornisa cantábrica se produce una reducción el 50% en la producción de acero y hierro fundido con respecto a 1929. Se produjo la destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía básicamente agraria. Pero es que además la producción de trigo acusa una reducción del 30 % en 1939 respecto a 1935, la cebada, un 35% y la remolacha, un 65%. La ganadería por su parte sufre un descenso muy fuerte, al desaparecer el 40% de los caballos y el 25% del ganado mular y bovino.

Destrucción de viviendas, se calculan en unas doscientas cincuenta mil, con ciudades arrasadas como Guernica o Belchite y otras con grandes daños como Madrid, Barcelona o Teruel. Los transportes quedaron seriamente dañados, el 75% de los puentes han de ser reparados, el 40% de locomotoras y vagones deben ser repuestos y el 70% de los autobuses están inservibles. España soporta, además, la deuda contraída por el régimen franquista con Alemania e Italia, a lo que hay que sumar las deudas con las compañías petroleras norteamericanas. Así mismo hay que añadir la desaparición de 510 toneladas de oro del banco de España por pago de armamento y víveres por parte del Gobierno republicano sobre todo a la URSS. El resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.

 La guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra. El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su origen bélico. Las heridas de la guerra civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de los vencidos fue un rasgo clave del franquismo.  




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