Se denomina repoblación al proceso que se desarrolló a lo largo de la Edad Media por los cristianos de Hispania que iban ocupando territorios que habían estado bajo dominio musulmán o, en su caso, las tierras de nadie. El proceso se inició a finales del siglo VIII y no concluyó hasta finales del XV, después de la conquista del reino nazarí de Granada (1492).
El término Reconquista aparece en el siglo X cuando los cronistas mozárabes consideran al reino Astur-leonés como legítimo heredero del reino de los visigodos. Por la tanto los ataques a Al-Andalus se justifican como una causa justa de restitución de los territorios perdidos a manos de los árabes.
La Reconquista fue obra especialmente de dos estados Castilla y Aragón, los cuales firmaron diversos tratados de reparto territorial Tudillén 1151, Cazola 1179 y Almizra 1244. Por su parte Castilla firmo con Portugal el acuerdo de Coimbra en 1211.
Pueden señalarse varias etapas en el proceso repoblador:
PRIMERA ETAPA
Comprende la Alta Edad Media (ss. VIII-X) y se corresponde con los avances asturleoneses, especialmente durante el reinado de Alfonso III, con el que se fijaría la frontera en el curso del río Duero. La repoblación se desarrolló en zonas semidespobladas e incluso en tierras de nadie, por cuanto no había en ellas ningún poder político establecido; dicha repoblación se efectuó en la cuenca del Duero, en buena parte de Galicia, en comarcas del alto Ebro y en tierras catalanas, empleando el sistema conocido con el nombre de presura (en los reinos occidentales) o aprisio (en las zonas orientales) y consistía en la ocupación de tierras sin dueño alentada por los poderes públicos y podían llevarla a cabo tanto magnates laicos y eclesiásticos como simples grupos de labriegos; el rey, dueño teórico de las tierras yermas repobladas, tenía el derecho de conceder el derecho de presura de las mismas a todos los que se asentasen en territorios despoblados con el ánimo de cultivarlos y defenderlos.
En el proceso repoblador participaron ante todo astures, pero también mozárabes que emigraban desde Al-Ándalus; las tierras eran ofrecidas por el rey a miembros de la nobleza que se veían obligados a defender los territorios y a prestarle fidelitas, auxilium y consilium, o a monasterios, debiendo el abad cumplir las mismas obligaciones. Estas tierras fueron las de Galicia, norte de Portugal y el oeste de León; sin embargo, en la zona este de León, los reyes mandaron fortificar con numerosos castillos toda la zona para evitar las expediciones musulmanas, ya que lo inhóspito y despoblado del “desierto del Duero” lo convirtió en infranqueable a sus expediciones. La zona fortificada se denominaría Castilla, y Burgos sería el núcleo de un territorio en el que se asentaron hombres libres o campesinos-guerreros (esencialmente cántabros y vascos) dueños de sus tierras.
A mediados del siglo X, la propiedad se fue concentrando en manos de la nobleza y de los monasterios y los pequeños propietarios comenzaron a perder su independencia, desintegrándose las comunidades de aldea y surgiendo las propiedades de tipo feudal; por su parte, los monarcas debían recurrir al auxilium de sus nobles que se recompensaba con donaciones de tierras conquistadas o repobladas y con inmunidades, lo que fortalecería a los nobles vasallos que empezaron a cuestionar la autoridad real. El ejemplo más claro es el del primer conde independiente castellano Fernán González, al lograr el derecho a transmitir la herencia del territorio sobre el que ejercía su dominio. Tuy, Astorga, León, Amaya, Oporto, Zamora y Osuna.
Por su parte, los primeros pobladores en el condado de Aragón fueron montañeses fugitivos de Al-Ándalus que se situaron alrededor de monasterios (San Millán de la Cogolla ), mientras que en los condados catalanes, una vez conseguida la independencia de los francos con Wifredo el Velloso, el sistema de repoblación fue similar al de la Meseta : las tierras abandonadas pertenecían a la autoridad condal que autorizaba la aprisio, mientras que la construcción de monasterios (Santa María de Ripoll, 879) fortaleció dicha repoblación.
El reino astur-leones:
Este reino fue el más importante núcleo cristiano hasta el siglo X por su extensión, fuerza económica y estructura política.
La historiografía fecha en el año de 714 la creación de un reino Astur, con Pelayo como rey y capital en Cangas de Onís. Hoy se propone como más verosímil la fecha de 718 ya que, según parece Pelayo pactó con los invasores e incluso fue enviado a Córdoba, de donde escapó en 717.
La batalla de Covadonga se suele fechar en el año de 722 y que constituye el primer “éxito” militar de los cristianos y, por lo tanto, simboliza el “inicio” de la Reconquista.
Alfonso I (739-757) aprovechando las luchas internas del Emirato de Al-Andalus realizó una serie de razzias en la meseta del Duero. Con ellas destruyó el sistema defensivo musulmán y creó una gran frontera despoblada al llevarse a los pobladores hispano visigodos al Norte. Estos se mezclaron con la población indígena, poco romanizada, dando lugar a una nueva sociedad.
Alfonso II (791-842) dotó al reino de una estructura definitiva. Desde el punto de vista militar consolidó la frontera. Desde el punto de vista político impulsó la vuelta al Derecho visigodo con la adopción del Liber Iodiciorum y la independencia eclesiástica y religiosa respecto a Toledo con la creación del mito-milagro del hallazgo de la tumba del apóstol Santiago.
Alfonso III (866-911) consolidó definitivamente al reino. Fijó la frontera con Al-Andalus en la ribera del Duero (Zamora 893, Toro 900, Simancas 899) ocupando definitivamente todas las tierras del margen derecho, esto fue posible gracias a una importante presión demográfica en los valles cantábricos, además de una considerable masa de mozárabes que huían de Al-Andalus. Durante su reinado se fijó la capital en León ocupada durante el reinado de Ordoño I en 854.
Castilla:
Los ejércitos musulmanes evitaban en sus incursiones al norte el tránsito por la meseta. Para atacar al reino de León remontaban el valle del Ebro penetrando por el puerto de Pancorbo o desde su fortaleza de Medinaceli.
El reino de León procuró defender esa frontera aliándose con los muladíes de Tudela, Musa Ibn Musa, con el reino de Navarro o fortificando la zona.
Hacia el 850 se cita a Rodrigo como primer conde de esta zona fronteriza repoblada con cántabros y vascones, poblaciones poco romanizadas. Formaban comunidades de campesinos-guerreros, que se regían por sus costumbres ancestrales y no por el derecho visigodo.
El primer conde independiente sería Fernán González (941-970) que estableció su poder sobre los condados de Burgos, Lantarón, Álava, Lara y Cerezo. Gracias a la caballería villana y sus plazas fortificadas como San Esteban de Gormaz, Osma, Sepúlveda o Riaza.
El núcleo de Pamplona:
Esta villa de fundación romana (Pompaelo) dominaba la estratégica vía de Roncesvalles a Astorga. Conquistada por los musulmanes participó en la derrota franca del 788 en Roncesvalles. Tras sucesivos dominios musulmanes y francos la familia Arista consigue entre el 814 y el 824 la independencia política, gracias a la ayuda de los Banu Qasi. En el siglo XI Sancho García (905-925) se buscó la alianza con Castilla.
Se inició la expansión hacia La Rioja (San Millán de la Cogolla ) y la anexión por lazos matrimoniales del condado de Aragón. Con Sancho III el Mayor (1004-1035) el reino de Pamplona alcanza su mayor extensión territorial, abarcando casi todo el tercio norte peninsular. Dividió sus territorios entre sus hijos, de este reparto surge la nueva estructura política del siglo XII con los reinos de Navarra, Aragón y Castilla.
El núcleo de Aragón:
El Condado de Aragón se origina en una franja montañosa en el Pirineo central que comprendía los valles de Ansó, Hecho y Canfranc. Se crea por un interés manifiesto por la dinastía franca carolingia de proteger su frontera meridional de los posibles ataques musulmanes. Su poca población, dedicada fundamentalmente a la ganadería, estaba administrada por barones. Al terminarse la línea sucesoria de los condes de Aragón y haber casado a la heredera del condado, hace que el hijo de ambos, Sancho Garcés II lleve los títulos de rey de Pamplona y conde de Aragón (925).
Los condados catalanes:
Los francos denominaron Marca Hispánica a la zona defensiva de su imperio al Sur de los Pirineos. Después del fracaso de Carlomagno ante Zaragoza y la derrota de Roncesvalles se consiguió conquistar Gerona (785) y Barcelona (801) creándose varios condados (Barcelona, Ampurias, Gerona, Rosellón, Osona y Urgel) Tras la ocupación de la Plana de Vic la frontera quedo estabilizada durante dos siglos.
Dentro del contexto de la evolución del Imperio carolingio en descomposición las grandes familias nobiliarias tendieron a hacer hereditarios sus cargos de funcionarios. El conde de Barcelona, Wilfredo el velludo, consiguieron en 877 mediante la capitular de Quierzy que los títulos se convirtiesen en hereditarios, al igual que el resto de funcionarios los duques de Aquitania o Borgoña o el conde de Flandes.
Dos años después del saqueo de Barcelona por Almanzor en 985 Borrell se negó a reconocer al nuevo soberano Las peticiones de ayuda del conde Borrell II no habían sido atendidas por el rey franco Lotario. Como consecuencia de esto y como resultado de un creciente desarraigo de los condes de Barcelona respecto a sus antiguos señores, en 987Borrell II se negó a renovar el pacto de vasallaje con el nuevo rey franco, Hugo Capeto, e instauró la independencia de hecho de los territorios bajo su poder.
SEGUNDA ETAPA
La repoblación de la zona del Duero iniciada en el siglo X se interrumpió durante los años de Almanzor; no será hasta la segunda mitad del siglo XI cuando se consolide la repoblación en esta zona, gracias a la toma de Toledo por Alfonso VI (1085), estableciéndose la frontera en el Tajo.
El avance castellano-leonés entre el Duero y el Tajo favoreció (ss. XI y XII) la llamada repoblación concejil o de frontera practicada en la Extremadura oriental y occidental: la Corona impulsó la creación de concejos que tenían por cabeza una ciudad o una villa y administraban una importante demarcación territorial (alfoz), además de estar dotados de unos fueros que recogían las normas jurídicas para regular la vida ciudadana. Contenían obligaciones (acudir en ayuda del rey), exenciones fiscales y privilegios. Los principales concejos y fueros fueron los de Segovia, Soria, Sepúlveda (cuyo fuero, 1076, servirá de modelo de otros concedidos), Salamanca, Medina del Campo, Sahagún, Jaca, Daroca, Calatayud o Estella. En estas poblaciones se asentaron cristianos procedente del norte, vascones, francos y mozárabes del Sur; la actividad repobladora en los territorios que habían pertenecido a los musulmanes difiere de la desarrollada al norte de la frontera, ya que lo que sucedió al sur del sistema Central fue la superposición de gentes originarias del norte sobre los que seguían habitando en la tierras que se acababan de ganar, en gran parte mudéjares.
Se dedicaron a la ganadería y al aprovechamiento de tierras comunales y formaron milicias concejiles para hacer frente a los peligros de una zona fronteriza. Un caso excepcional de repoblación fue el de Toledo, la cual firmó una capitulación con Alfonso VI en 1085, donde inicialmente convivieron musulmanes, judíos y cristianos, si bien esta tolerancia inicial se iría transformando en intransigencia religiosa.
2ª Etapa siglo XI:
CASTILLA:
Fernando I fue el iniciador de la Reconquista en la Meseta Norte con la toma de Viseo en 1055 y Coimbra en 1064, plazas pertenecientes a la taifa de Badajoz.
Alfonso VI ocupaba Toledo en 1085, después de tres años de asedio. Además el Cid se hace con el dominio del reino de Valencia, reconociéndose como vasallo del rey. Sin embargo, la llegada de los almorávides supuso un freno en la reconquista castellana. Alfonso fue derrotado en Zallaqa en 1086.
ARAGÓN:
La Reconquista fue más lenta debido a la fuerte presencia musulmana en el valle del Ebro. Por ejemplo Barbastro se reconquistó y perdió varias veces a lo largo de este siglo. Además los condados catalanes estuvieron sumidos en guerras civiles.
Pedro I de Aragón ocupará definitivamente Huesca en 1096 y Barbastro en 1100.
TERCERA ETAPA
La decadencia almorávide a mediados del siglo XII consolidó los dominios cristianos en la Meseta Sur , aunque tras la muerte de Alfonso VII (1157), los cinco reinos peninsulares (Portugal, Castilla, León, Navarra y Corona de Aragón) tendrían que hacer frente a la presencia almohade. Paralelamente, las Órdenes Militares (Santiago, Montesa, Calatrava y Alcántara) tomarán la iniciativa en la reconquista y repoblación del valle alto del Guadiana: levantarán numerosos castillos y establecerán extensos dominios señoriales en contraposición a las comunidades de campesinos características de la etapa repobladora anterior.
Por su parte, los espacios ocupados por los aragoneses hasta el Ebro se repoblaron con mudéjares (valle medio del Ebro), judíos (en Tudela y en Zaragoza) y cristianos del norte. En la repoblación del sur de Cataluña continuaron las franquicias y privilegios fiscales y las ciudades recibieron cartas pueblas.
3ª Etapa siglo XII:
CASTILLA
Continuaron las victorias almorávides con la toma de Valencia en 1002 y la batalla de Uclés en 1108. Posteriormente Alfonso VII aprovechará la debilidad de este Imperio para tomar Almería en 1147, pero sólo hasta 1157.
La llegada de los almohades supuso un nuevo parón en la Reconquista, especialmente tras la derrota de Alfonso VIII en Alarcos en 1195.
ARAGÓN:
Este siglo conocerá la captura de Zaragoza en 1118 a manos del rey de Aragón Alfonso I el Batallador. Tudela en 1119 y Calatayud en 1120.
El matrimonio entre Petromila, de Aragón y Ramón Berenguer IV en 1137 supuso la unión de los dos estados. Ocuparán Tortosa en 1147 y Lérida en 1149. Teruel será reconquistada en 1171.
CUARTA ETAPA
Abarca el siglo XIII, que es el de los grandes avances de los reinos cristianos, sobre todo, tras la derrota almohade en Las Navas de Tolosa (1212) y que abrirá las puertas al valle del Guadalquivir. El sistema utilizado será el de los repartimientos: por orden del rey se constituía una junta de partidores que procedía a distribuir a los repobladores las tierras y las casas de las zonas ganadas a los islamitas, teniendo en cuenta su condición social (un caballero recibía más que un peón).
Las tierras del valle del Guadalquivir fueron repartidas entre las nobleza, laica y eclesiástica, que recibieron extensos latifundios (donadíos) como nuevos señoríos en Andalucía Bética; los soldados obtuvieron pequeños lotes de tierras, al igual que los campesinos castellanos (heredamientos). Por su parte, la población musulmana se mantuvo en aquellas ciudades que pactaron ante el avance cristiano, mientras que en las ciudades que fueron conquistadas se forzó a los musulmanes a que las abandonaran. La población mudéjar se asentaría en las zonas rurales.
En principio se asentaron pocos contingentes de cristianos, procedentes de Castilla, aunque también se observa la presencia de gentes de León, Navarra, Corona de Aragón e incluso portugueses, italianos o franceses. Esta escasez de pobladores explica en parte el origen del latifundio andaluz, grandes propiedades entregadas a miembros de la familia real, la nobleza, las Órdenes Militares o la jerarquía eclesiástica.
Por su parte, las conquistas de Jaime I se acompañaron de una intensa actividad repobladora; en Mallorca se hizo un repartimiento de tierras entre nobles catalanes, templarios y pequeños propietarios, asentándose en Palma comerciantes judíos y catalanes. La población musulmana fue muy numerosa. En Valencia también hubo predominio de población mudéjar que permanecerá en las zonas rurales (200000 frente a 30000); la repoblación valenciana mediante el repartimiento diferenció el interior, donde predominarán los latifundios señoriales, de las zonas urbanas, de regadío y huerta donde la pequeña y mediana propiedad será más abundante.
4ª Etapa siglo XIII:
CASTILLA:
Este siglo conocerá un gran avance de la Reconquista. En 1211 el arzobispo de Toledo consigue del papa Inocencio III la bula de cruzada, esto permitirá una gran victoria cristiana en 1212 en Las Navas de Tolosa, donde Sancho VII el Fuerte rompió las cadenas que cercaban la tienda del Califa.
En 1228 Fernando III reconquistaba Badajoz y casi toda la zona de Extremadura. Posteriormente se lanzaba a la conquista del valle del Guadalquivir, Córdoba en 1236, Jaén en 1246 y Sevilla en 1248 pasaban a manos castellanas. Murcia se sometía en 1243.
Alfonso X el Sabio ocupaba Huelva en 1262 y Cádiz en 1264, además tenía que sofocar una rebelión en Murcia en 1266 con ayuda de su suegro, Jaime I el Conquistador de Aragón. Tarifa sería reconquistada en 1292.
ARAGÓN:
Tras la victoria de las navas de Tolosa en 1212 y la muerte del rey Pedro II en la batalla de Muret en 1213, la Corona de Aragón abandona su interés por el Sur de Francia y vuelve a centrarse en la Península.
Jaime I el Conquistador incorporó Mallorca en 1229, Burriana y Peñíscola en 1233. En 1235 se ocupó Ibiza para definitivamente lazarse sobre Valencia (1238). Játiva caía en 1244 y Denia y Biar en 1245. Finalmente Alfonso III de Aragón conquistaba Menorca en 1287.
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