La dimensión internacional
En la Europa de los años treinta la tendencia general fue la de la sustitución de los regímenes democráticos por regímenes dictatoriales o totalitarios. Existen varios antecedentes destacados. El primero ejemplo sería Italia, donde como consecuencia de la Marcha sobre Roma, en octubre de 1922, el nuevo jefe de Gobierno sería Benito Mussolini, jefe del Partido Fascista Italiano. La convulsa situación italiana y el miedo de las clases altas y el Ejército hacia una posible revolución bolchevique hicieron al rey Víctor Manuel III aceptar la renuncia del Gobierno y llamase como nuevo jefe del Gabinete a Mussolini. El segundo ejemplo es el de Alemania. La situación socio-política era absolutamente inestable. La crisis económica tocaba techo en 1932, año en que fueron convocadas tres elecciones al Reichstag. Las dos primeras fueron ganadas por el NSDAP de Hitler. Tras ellas el anciano presidente de la República de Weimar, el mariscal Hindenburg, decide encargar la formación de Gobierno a Hitler. Disueltas las cámaras y a pocos días de las nuevas elecciones el incendio del Parlamento permitirá a Gobierno la aprobación de unas leyes especiales de protección del Estado, que le permitió la detención de los opositores de izquierdas y en ese ambiente se celebraban las elecciones que le otorgaban la mayoría absoluta. Otros países que transformaron sus sistemas políticos a lo largo de la década de los años treinta en dictaduras fueron Portugal, Yugoslavia, Rumania, Bulgaria, Grecia, Hungría, Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y Finlandia. Por lo tanto se puede hablar de una tendencia general hacia los regímenes dictatoriales. Igualmente, hay que señalar a la URSS como país totalitario, con lo cual, realmente democráticos tan sólo encontraríamos en 1936 a Francia, Reino Unido, Checoslovaquia, el Benelux y las monarquías escandinavas.
Una vez comenzada la Guerra Civil Española en Europa se puede hablar de la formación de tres tendencias respecto a la misma. En primer lugar los simpatizantes del Gobierno republicano. Francia en un primer momento y desde luego la URSS, casi único apoyo del Gobierno durante toda la guerra. Pero además hay amplios sectores europeos que apoyan a la República. En términos generales se puede decir que la opinión pública de los países democráticos era más favorable al Gobierno Republicano. Evidentemente el mundo obrero de toda Europa estaba netamente a favor de la República. Por otro lado tenemos al mundo de la cultura. Por España pasarán corresponsales, intelectuales o fotógrafos de la talla de Hemmingway, Orwel, Brecha, Neruda o Cappa. Se llegará a celebrar un Congreso Internacional de Intelectuales Antifascistas en Valencia y el asesinato de Lorca o el cuadro de Picasso “El Guernica” harán que el mundo intelectual se encuentre volcado a favor del bando republicano.
Por su parte el bando nacional recibirá sus principales apoyos de los países totalitarios europeos, esto es, Italia y Alemania, además de la inestimable ayuda de Portugal. Los sectores católicos también apoyarán al Alzamiento, como los irlandeses o sobre todo sectores muy significados de El Vaticano. Los distintos partidos y grupos de extrema derecha europeos enviarán voluntarios a España, caso de Francia o Rumanía. Y no hay que olvidar que el Partido Conservador británico no veía con malos ojos la sublevación de una parte del Ejército en España, considerando que impondría el orden necesario.
Finalmente habría que hablar del grupo de los países neutrales. Encabezados por Francia y el Reino Unido pero al que muy pronto se sumarían la mayoría de las naciones europeas, sobre todo por el temor que la guerra española pudiese significar un nuevo conflicto en Europa. Este miedo explica la celebración en Londres de una conferencia internacional.
En las primeras semanas de la guerra los nacionales consiguieron el envío de ayuda militar por parte de Italia y Alemania. Por su parte la República consigue la compra de material de guerra en Francia, Checoslovaquia y Polonia. De ellos Francia es que más simpatías tenía con el Gobierno español. En Francia también gobierna el Frente Popular, con León Blum, pero una ayuda de éste a la República española tendría posibles consecuencias negativas en su país. El Estado Mayor francés le hace saber al Presidente que una mayor implicación en el conflicto podría desencadenar también en Francia una sublevación popular o lo que sería peor una guerra con Alemania. Ante esta situación se realizan consultas ante el Gobierno británico para conocer cual sería su postura ante una posible guerra entre Francia y Alemania. La respuesta es clara, el Reino Unido no piensa apoyar a Francia en caso de guerra. Para el Foreing Office lo que sucede en España es una guerra entre revolucionarios marxistas y militares conservadores y casi se prefiere la victoria de estos últimos. Además, el Reino Unido lo último que desea en esos momentos es una nueva guerra en Europa. Esta es la principal razón por la que se convocó el Comité de no Intervención en Londres durante ese verano de 1936. Los 27 países asistentes firman un acuerdo final. En él se establece un embargo total de armas para ambos contendientes. El cierre de fronteras. Una serie de patrullas navales para evitar el tráfico de armas. El resultado fue un tremendo fracaso. URSS, Italia y Alemania no dejaron de enviar armas y hombres durante toda la guerra y Portugal jamás cerró su frontera. El bloqueo naval era válido solamente para los barcos de las naciones firmantes, lo cual por ejemplo excluía a los de pabellón español. Sin embargo, este comité consiguió su objetivo fundamental y es que Francia y el Reino Unido tuviesen la conciencia tranquila y sobre todo no se viesen afectados por la guerra.
Hay que considerar que es casi imposible poner de acuerdo a los historiadores sobre el número exacto de armamento enviado a España, lo que si es cierto es que las cifras son muy próximas por lo que una ligera variación es muy posible pero no enormes diferencias en cuanto a los números totales. Asimismo, el material de guerra no tiene importancia en relación directa a los fríos números. Por ejemplo, contar tanques como el que cuenta balas de fusil no es posible, las prestaciones, características, armamento o blindaje hace que un CV 33/35 italiano no pueda ser comparado con un T-26 soviético. No conocer la diferencia entre uno y otro imposibilita para hacer valoraciones sobre el material comprado o recibido por ambos bandos.
Aunque el Gobierno republicano recibió ayuda fundamentalmente por parte soviética varios fueron los países que le prestaron ayuda. Igualmente, hay que tener en cuenta que España poseía una de las reservas más grandes de Europa de divisas y oro, fruto de la neutralidad durante a Primera Guerra Mundial, por lo que, casi nada del material recibido por los republicanos fue gratuito. La ayuda militar a la República fue escrupulosamente cobrada por los distintos países y traficantes de armas, especialmente por parte soviética a cuenta del oro depositados en Moscú. También se podría considerar cierto número de aviones y armas ligeras fabricados en España pero con patente soviética como ayuda internacional. Pero en definitiva sería más adecuado hablar de la compra de material de guerra por parte del Gobierno republicano que de “ayudas”.
El principal país que prestó ayuda militar al bando republicano fue la URSS de Stalin. Entre 1936 y 1938 se enviaron a España unos 165 barcos con material de guerra, además, por la frontera francesa cruzaron en varios momentos material con el mismo fin, como por ejemplo antes de la ofensiva del Ebro en 1938. El primero de los cargueros con armamento llegó al puerto de Cartagena el 4 de octubre de 1936. La ayuda militar soviética puede cifrarse en unos 1.000 aviones (400 chatos, 300 moscas, 100 Katiuska o 113 Natasha), sobre los 800 tanques (T-26, BA-6, BT-7, etc), 2.000 piezas de artillería de diversos calibres, 30.000 ametralladoras, medio millón de fusiles, etc. Igualmente habría que sumar toneladas de ropa, medicinas, gasolina, petróleo, lubricantes, etc. Hay que destacar de forma significativa a los asesores soviéticos, realmente y sobre todo al inicio tripulaciones enteras que participaron directamente en el combate. Se puede calcular su número en torno a los 3.000.
Por otra parte hay que referirse a las Brigadas Internacionales. Formadas por voluntarios de todo el mundo que fueron reclutados para combatir en España contra el Fascismo. La idea partió de Moscú y se favoreció que los distintos partidos u organizaciones sindicales reclutasen voluntarios para la guerra. Luego se les haría entrar en España. Se calcula que el número aproximado de brigadistas a lo largo de la guerra debió ascender a unos 70.000. En su mayor parte franceses, italianos y británicos, pero realmente de todos los países, alemanes, húngaros, checos, americanos etc.
Otra nación que ayudó al Gobierno republicano fue Méjico, en esos momentos gobernada por Lázaro Cárdenas, además de su apoyo diplomático o moral envió 20.000 fusiles, 28 millones de cartuchos, 8 baterías de artillería, unas decenas de camiones y varios aviones de fabricación estadounidense. El resto de naciones no es que ayudasen a los republicanos, sino que más bien les vendieron material de guerra como Polonia que entre otros vendió varios obsoletos tanques Renault FT-17 durante los primeros meses de guerra y Checoslovaquia unos 50 aviones. La consideración como material de guerra de lo comprado produce más que sonrojo, ya que ambas naciones o bien ya les habían dado de baja de sus propias unidades o bien iban a causarla dentro de muy poco. También Francia vendió armamento a la República, cabría destacar varios bombarderos Potez 54 y cazas Dewoitine 371, pero estas ventas fueron muy limitadas y fundamentalmente durante los primeros meses de guerra.
Por su parte el bando nacional tuvo como principales ayudas las recibidas de Italia, Alemania por orden de importancia. Resulta curioso que en este caso si que se pueda hablar de ayuda bastante desinteresada, por ejemplo Italia al terminar la guerra cedería al Ejército español casi todo su material.
Italia, sin lugar a dudas, fue el país que más ayudó al bando nacional. No sólo mediante la venta de armamento de todo tipo si no también con el envío del CTV (Corpo di Truppe Volontarie). Se puede cifrar en unos 75.000 los italianos que a lo largo de la guerra pasaron por este cuerpo integrado por varias divisiones de camisas negras e incluso una del mismo Real Ejército Italiano, la división Littorio. Asimismo, se envió a España cerca de 800 aparatos (376 Fiat CR 32, 100 Savoia 79 etc.) unas 2.000 piezas de artillería, 150 tanquetas CV 33/35, 240.000 fusiles y cantidades ingentes de pertrechos, balas, bombas, repuestos etc. Igualmente hay que añadir que tanto la Real Marina italiana como la Real fuerza aérea participaron directamente en misiones sobre la España republicana, especialmente en la zona de Levante. Alemania por su parte prestó ayuda material a los nacionales suministrando, unos 150 Panzer I, aproximadamente 700 aviones, desde los cazas Me-109 y He-51 a bombarderos He-111 y Ju-52, artillería antiaérea Flak 88 o antitanque Pak 36, además de camiones, transportes, fusiles etc. En general fue de menor cuantía y volumen que la italiana pero de mejor calidad en todos los aspectos. Por lo demás, los voluntarios alemanes se integraron en una unidad propia la Legión Cóndor, que sólo dependía del Cuartel General del Generalísimo. Aproximadamente a lo largo de la guerra debieron pasar unos 4.500 alemanes.
Cartel propagandístico: Fuente: http://www.guerracivil1936.com
A estas ayudas habría que añadir a voluntarios de diversas procedencias: Rumanos, rusos blancos exiliados, sudamericanos o los franceses del coronel Courcier. Nunca llegaron a crear unidades propias siendo encuadrados en el tercio de extranjeros o requetés. Apenas serían unos pocos centenares. Por su parte los católicos irlandeses reclutaron un grupo de voluntarios al mando del general O´Duffy. Su comportamiento muy poco disciplinado llevó al mando a ordenar su disolución como unidad e integración en la Legión. Más destacada fue la ayuda portuguesa. En cuanto a hombres se favoreció el alistamiento de unos 2.000 hombres, los conocidos “Viriatos” Sin embargo, el principal apoyo portugués vino de su posición estratégica. Sus puertos siempre sirvieron de fuente de suministros a las tropas nacionales.
A modo de resumen se podría valorar toda esta ayuda de la siguiente manera. Por un lado la llegada de todo este material lo que hizo fue alargar la guerra. Por otro, el material recibido por ambos bandos puede considerarse bastante equilibrado. El comité de no intervención no sirvió absolutamente para nada, salvo para calmar las conciencias de los Gobiernos de Francia y el Reino Unido. Los principales países involucrados en la guerra fueron la URSS e Italia y Alemania, lo que les llevaría a acercar posiciones y finalmente firmar el Pacto de Acero en 1939. La anexión de Austria por parte de Alemania, el anschluss, se producía en 1938 ante la pasiva mirada de franceses y británicos y con el visto bueno italiano. De igual forma la crisis de los Sudetes, en septiembre de 1938, la total anexión de la República Checa por Alemania, en marzo de 1939, y la de Albania por parte italiana, un mes después. Por supuesto ni franceses ni británicos hicieron nada. Parece por tanto lógico concluir que la intervención germano-italiana en la Guerra Civil tuvo como consecuencia la alianza de estos dos países en la futura Segunda Guerra Mundial.
Las consecuencias de la guerra civil
Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas que causó el conflicto: los muertos en el frente y por la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las epidemias, la reducción de la natalidad consiguiente, etc. se barajan cifras de entre medio millón y el millón de fallecidos. Los cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos, el coste demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la cifra de no nacidos, que según Salas Larrazabal llegaría hasta 630.000 mientras que G. Jackson los sitúa en 160.000, y la pérdida de población joven. La tasa de natalidad disminuyó hasta el 16.5 por mil en 1939.
En febrero de 1939 se publicó el decreto de Actividades Políticas que permitía juzgar a todos los vencidos por sus pasadas actividades políticas desde 1934. El increíble argumento jurídico de esta ley era la de considerar a los republicanos como reos de rebelión y del delito de oponerse al triunfo del Movimiento nacional, triunfo “históricamente inevitable”, como decía la ley misma. En 1940 se añadió a ella una nueva ley de Represión del Comunismo y la Masonería. Esto supuso que el número de prisioneros políticos en las cárceles y campos de trabajos forzados (Valle de los Caídos o Castruera) fuese muy elevado, 270.719 según el anuario estadístico en 1939. Murieron en prisiones franquistas, entre otros, Julián Besteiro o Miguel Hernandez. Sin embargo, la oposición al régimen se hizo creciente surgiendo el “maquis” y teniendo como acción más destacada la invasión del valle de Arán en 1944.
Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano. Ya durante el conflicto, los "niños de la guerra" fueron evacuados a países extranjeros, Méjico, Francia, Reino Unido pero sobre todo a la Unión Soviética, pero el gran éxodo tuvo lugar en enero y febrero de 1939, consecuencia de la conquista de Cataluña. Que fueron reunidos en campos de refugiados como el de Argelés. Finalmente se produjo un último exilio a finales de marzo con el final de la guerra y desde los puertos de levante como valencia, Alicante, Cartagena o Almería intentando alcanzar las costas de Argelia.
En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados. Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura, muchos no volvieron a España o esperaron a la muerte del dictador en 1975. Este exilio supuso una importante pérdida demográfica para el país, una población joven y activa, que incluía a gran parte de los sectores más preparados del país, las elites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata, funcionarios, militares y personal altamente cualificado. Murieron exiliados Manuel Azaña o Largo Caballero.
Muchos de estos exiliados en Francia se alistarían en la Legión Extranjera combatiendo en Narvik (Noruega), formando parte de las primeras tropas de De Gaulle, en el Norte de África integradas luego en la división Leclerc y siendo los primeros en entrar en París en 1944. Además muchos otros colaborarán con la resistencia francesa durante toda la guerra. Otro grupo terminará en los campos de concentración nazis como los de Dachau o Mauthausen.
La emigración española a América como consecuencia de la Guerra es uno de los episodios más notables de la posguerra. Son célebres las expediciones de emigrantes en los barcos “Ipanema” o “Winnipeg” que llegaron a Méjico, país que gobernado por Lázaro Cárdenas les recibió generosamente. La colonia de emigrados produjo obras culturales importantes, centros de estudio y editoriales. Además desde 1945 se eligió un gobierno republicano en el exilio, institución que permanecería hasta 1977.
La guerra fue una verdadera catástrofe económica. A la desaparición de una gran parte de la población activa española hay que añadir las cuantiosas pérdidas materiales. Un dato revela su magnitud, la renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950. En la cornisa cantábrica se produce una reducción el 50% en la producción de acero y hierro fundido con respecto a 1929. Se produjo la destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía básicamente agraria. Pero es que además la producción de trigo acusa una reducción del 30 % en 1939 respecto a 1935, la cebada, un 35% y la remolacha, un 65%. La ganadería por su parte sufre un descenso muy fuerte, al desaparecer el 40% de los caballos y el 25% del ganado mular y bovino.
Destrucción de viviendas, se calculan en unas doscientas cincuenta mil, con ciudades arrasadas como Guernica o Belchite y otras con grandes daños como Madrid, Barcelona o Teruel. Los transportes quedaron seriamente dañados, el 75% de los puentes han de ser reparados, el 40% de locomotoras y vagones deben ser repuestos y el 70% de los autobuses están inservibles. España soporta, además, la deuda contraída por el régimen franquista con Alemania e Italia, a lo que hay que sumar las deudas con las compañías petroleras norteamericanas. Así mismo hay que añadir la desaparición de 510 toneladas de oro del banco de España por pago de armamento y víveres por parte del Gobierno republicano sobre todo a la URSS. El resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.
La guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra. El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su origen bélico. Las heridas de la guerra civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de los vencidos fue un rasgo clave del franquismo.
En la Europa de los años treinta la tendencia general fue la de la sustitución de los regímenes democráticos por regímenes dictatoriales o totalitarios. Existen varios antecedentes destacados. El primero ejemplo sería Italia, donde como consecuencia de la Marcha sobre Roma, en octubre de 1922, el nuevo jefe de Gobierno sería Benito Mussolini, jefe del Partido Fascista Italiano. La convulsa situación italiana y el miedo de las clases altas y el Ejército hacia una posible revolución bolchevique hicieron al rey Víctor Manuel III aceptar la renuncia del Gobierno y llamase como nuevo jefe del Gabinete a Mussolini. El segundo ejemplo es el de Alemania. La situación socio-política era absolutamente inestable. La crisis económica tocaba techo en 1932, año en que fueron convocadas tres elecciones al Reichstag. Las dos primeras fueron ganadas por el NSDAP de Hitler. Tras ellas el anciano presidente de la República de Weimar, el mariscal Hindenburg, decide encargar la formación de Gobierno a Hitler. Disueltas las cámaras y a pocos días de las nuevas elecciones el incendio del Parlamento permitirá a Gobierno la aprobación de unas leyes especiales de protección del Estado, que le permitió la detención de los opositores de izquierdas y en ese ambiente se celebraban las elecciones que le otorgaban la mayoría absoluta. Otros países que transformaron sus sistemas políticos a lo largo de la década de los años treinta en dictaduras fueron Portugal, Yugoslavia, Rumania, Bulgaria, Grecia, Hungría, Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y Finlandia. Por lo tanto se puede hablar de una tendencia general hacia los regímenes dictatoriales. Igualmente, hay que señalar a la URSS como país totalitario, con lo cual, realmente democráticos tan sólo encontraríamos en 1936 a Francia, Reino Unido, Checoslovaquia, el Benelux y las monarquías escandinavas.
Una vez comenzada la Guerra Civil Española en Europa se puede hablar de la formación de tres tendencias respecto a la misma. En primer lugar los simpatizantes del Gobierno republicano. Francia en un primer momento y desde luego la URSS, casi único apoyo del Gobierno durante toda la guerra. Pero además hay amplios sectores europeos que apoyan a la República. En términos generales se puede decir que la opinión pública de los países democráticos era más favorable al Gobierno Republicano. Evidentemente el mundo obrero de toda Europa estaba netamente a favor de la República. Por otro lado tenemos al mundo de la cultura. Por España pasarán corresponsales, intelectuales o fotógrafos de la talla de Hemmingway, Orwel, Brecha, Neruda o Cappa. Se llegará a celebrar un Congreso Internacional de Intelectuales Antifascistas en Valencia y el asesinato de Lorca o el cuadro de Picasso “El Guernica” harán que el mundo intelectual se encuentre volcado a favor del bando republicano.
Por su parte el bando nacional recibirá sus principales apoyos de los países totalitarios europeos, esto es, Italia y Alemania, además de la inestimable ayuda de Portugal. Los sectores católicos también apoyarán al Alzamiento, como los irlandeses o sobre todo sectores muy significados de El Vaticano. Los distintos partidos y grupos de extrema derecha europeos enviarán voluntarios a España, caso de Francia o Rumanía. Y no hay que olvidar que el Partido Conservador británico no veía con malos ojos la sublevación de una parte del Ejército en España, considerando que impondría el orden necesario.
Finalmente habría que hablar del grupo de los países neutrales. Encabezados por Francia y el Reino Unido pero al que muy pronto se sumarían la mayoría de las naciones europeas, sobre todo por el temor que la guerra española pudiese significar un nuevo conflicto en Europa. Este miedo explica la celebración en Londres de una conferencia internacional.
En las primeras semanas de la guerra los nacionales consiguieron el envío de ayuda militar por parte de Italia y Alemania. Por su parte la República consigue la compra de material de guerra en Francia, Checoslovaquia y Polonia. De ellos Francia es que más simpatías tenía con el Gobierno español. En Francia también gobierna el Frente Popular, con León Blum, pero una ayuda de éste a la República española tendría posibles consecuencias negativas en su país. El Estado Mayor francés le hace saber al Presidente que una mayor implicación en el conflicto podría desencadenar también en Francia una sublevación popular o lo que sería peor una guerra con Alemania. Ante esta situación se realizan consultas ante el Gobierno británico para conocer cual sería su postura ante una posible guerra entre Francia y Alemania. La respuesta es clara, el Reino Unido no piensa apoyar a Francia en caso de guerra. Para el Foreing Office lo que sucede en España es una guerra entre revolucionarios marxistas y militares conservadores y casi se prefiere la victoria de estos últimos. Además, el Reino Unido lo último que desea en esos momentos es una nueva guerra en Europa. Esta es la principal razón por la que se convocó el Comité de no Intervención en Londres durante ese verano de 1936. Los 27 países asistentes firman un acuerdo final. En él se establece un embargo total de armas para ambos contendientes. El cierre de fronteras. Una serie de patrullas navales para evitar el tráfico de armas. El resultado fue un tremendo fracaso. URSS, Italia y Alemania no dejaron de enviar armas y hombres durante toda la guerra y Portugal jamás cerró su frontera. El bloqueo naval era válido solamente para los barcos de las naciones firmantes, lo cual por ejemplo excluía a los de pabellón español. Sin embargo, este comité consiguió su objetivo fundamental y es que Francia y el Reino Unido tuviesen la conciencia tranquila y sobre todo no se viesen afectados por la guerra.
Hay que considerar que es casi imposible poner de acuerdo a los historiadores sobre el número exacto de armamento enviado a España, lo que si es cierto es que las cifras son muy próximas por lo que una ligera variación es muy posible pero no enormes diferencias en cuanto a los números totales. Asimismo, el material de guerra no tiene importancia en relación directa a los fríos números. Por ejemplo, contar tanques como el que cuenta balas de fusil no es posible, las prestaciones, características, armamento o blindaje hace que un CV 33/35 italiano no pueda ser comparado con un T-26 soviético. No conocer la diferencia entre uno y otro imposibilita para hacer valoraciones sobre el material comprado o recibido por ambos bandos.
Aunque el Gobierno republicano recibió ayuda fundamentalmente por parte soviética varios fueron los países que le prestaron ayuda. Igualmente, hay que tener en cuenta que España poseía una de las reservas más grandes de Europa de divisas y oro, fruto de la neutralidad durante a Primera Guerra Mundial, por lo que, casi nada del material recibido por los republicanos fue gratuito. La ayuda militar a la República fue escrupulosamente cobrada por los distintos países y traficantes de armas, especialmente por parte soviética a cuenta del oro depositados en Moscú. También se podría considerar cierto número de aviones y armas ligeras fabricados en España pero con patente soviética como ayuda internacional. Pero en definitiva sería más adecuado hablar de la compra de material de guerra por parte del Gobierno republicano que de “ayudas”.
El principal país que prestó ayuda militar al bando republicano fue la URSS de Stalin. Entre 1936 y 1938 se enviaron a España unos 165 barcos con material de guerra, además, por la frontera francesa cruzaron en varios momentos material con el mismo fin, como por ejemplo antes de la ofensiva del Ebro en 1938. El primero de los cargueros con armamento llegó al puerto de Cartagena el 4 de octubre de 1936. La ayuda militar soviética puede cifrarse en unos 1.000 aviones (400 chatos, 300 moscas, 100 Katiuska o 113 Natasha), sobre los 800 tanques (T-26, BA-6, BT-7, etc), 2.000 piezas de artillería de diversos calibres, 30.000 ametralladoras, medio millón de fusiles, etc. Igualmente habría que sumar toneladas de ropa, medicinas, gasolina, petróleo, lubricantes, etc. Hay que destacar de forma significativa a los asesores soviéticos, realmente y sobre todo al inicio tripulaciones enteras que participaron directamente en el combate. Se puede calcular su número en torno a los 3.000.
Por otra parte hay que referirse a las Brigadas Internacionales. Formadas por voluntarios de todo el mundo que fueron reclutados para combatir en España contra el Fascismo. La idea partió de Moscú y se favoreció que los distintos partidos u organizaciones sindicales reclutasen voluntarios para la guerra. Luego se les haría entrar en España. Se calcula que el número aproximado de brigadistas a lo largo de la guerra debió ascender a unos 70.000. En su mayor parte franceses, italianos y británicos, pero realmente de todos los países, alemanes, húngaros, checos, americanos etc.
Otra nación que ayudó al Gobierno republicano fue Méjico, en esos momentos gobernada por Lázaro Cárdenas, además de su apoyo diplomático o moral envió 20.000 fusiles, 28 millones de cartuchos, 8 baterías de artillería, unas decenas de camiones y varios aviones de fabricación estadounidense. El resto de naciones no es que ayudasen a los republicanos, sino que más bien les vendieron material de guerra como Polonia que entre otros vendió varios obsoletos tanques Renault FT-17 durante los primeros meses de guerra y Checoslovaquia unos 50 aviones. La consideración como material de guerra de lo comprado produce más que sonrojo, ya que ambas naciones o bien ya les habían dado de baja de sus propias unidades o bien iban a causarla dentro de muy poco. También Francia vendió armamento a la República, cabría destacar varios bombarderos Potez 54 y cazas Dewoitine 371, pero estas ventas fueron muy limitadas y fundamentalmente durante los primeros meses de guerra.
Por su parte el bando nacional tuvo como principales ayudas las recibidas de Italia, Alemania por orden de importancia. Resulta curioso que en este caso si que se pueda hablar de ayuda bastante desinteresada, por ejemplo Italia al terminar la guerra cedería al Ejército español casi todo su material.
Italia, sin lugar a dudas, fue el país que más ayudó al bando nacional. No sólo mediante la venta de armamento de todo tipo si no también con el envío del CTV (Corpo di Truppe Volontarie). Se puede cifrar en unos 75.000 los italianos que a lo largo de la guerra pasaron por este cuerpo integrado por varias divisiones de camisas negras e incluso una del mismo Real Ejército Italiano, la división Littorio. Asimismo, se envió a España cerca de 800 aparatos (376 Fiat CR 32, 100 Savoia 79 etc.) unas 2.000 piezas de artillería, 150 tanquetas CV 33/35, 240.000 fusiles y cantidades ingentes de pertrechos, balas, bombas, repuestos etc. Igualmente hay que añadir que tanto la Real Marina italiana como la Real fuerza aérea participaron directamente en misiones sobre la España republicana, especialmente en la zona de Levante. Alemania por su parte prestó ayuda material a los nacionales suministrando, unos 150 Panzer I, aproximadamente 700 aviones, desde los cazas Me-109 y He-51 a bombarderos He-111 y Ju-52, artillería antiaérea Flak 88 o antitanque Pak 36, además de camiones, transportes, fusiles etc. En general fue de menor cuantía y volumen que la italiana pero de mejor calidad en todos los aspectos. Por lo demás, los voluntarios alemanes se integraron en una unidad propia la Legión Cóndor, que sólo dependía del Cuartel General del Generalísimo. Aproximadamente a lo largo de la guerra debieron pasar unos 4.500 alemanes.
Cartel propagandístico: Fuente: http://www.guerracivil1936.com
A estas ayudas habría que añadir a voluntarios de diversas procedencias: Rumanos, rusos blancos exiliados, sudamericanos o los franceses del coronel Courcier. Nunca llegaron a crear unidades propias siendo encuadrados en el tercio de extranjeros o requetés. Apenas serían unos pocos centenares. Por su parte los católicos irlandeses reclutaron un grupo de voluntarios al mando del general O´Duffy. Su comportamiento muy poco disciplinado llevó al mando a ordenar su disolución como unidad e integración en la Legión. Más destacada fue la ayuda portuguesa. En cuanto a hombres se favoreció el alistamiento de unos 2.000 hombres, los conocidos “Viriatos” Sin embargo, el principal apoyo portugués vino de su posición estratégica. Sus puertos siempre sirvieron de fuente de suministros a las tropas nacionales.
A modo de resumen se podría valorar toda esta ayuda de la siguiente manera. Por un lado la llegada de todo este material lo que hizo fue alargar la guerra. Por otro, el material recibido por ambos bandos puede considerarse bastante equilibrado. El comité de no intervención no sirvió absolutamente para nada, salvo para calmar las conciencias de los Gobiernos de Francia y el Reino Unido. Los principales países involucrados en la guerra fueron la URSS e Italia y Alemania, lo que les llevaría a acercar posiciones y finalmente firmar el Pacto de Acero en 1939. La anexión de Austria por parte de Alemania, el anschluss, se producía en 1938 ante la pasiva mirada de franceses y británicos y con el visto bueno italiano. De igual forma la crisis de los Sudetes, en septiembre de 1938, la total anexión de la República Checa por Alemania, en marzo de 1939, y la de Albania por parte italiana, un mes después. Por supuesto ni franceses ni británicos hicieron nada. Parece por tanto lógico concluir que la intervención germano-italiana en la Guerra Civil tuvo como consecuencia la alianza de estos dos países en la futura Segunda Guerra Mundial.
Las consecuencias de la guerra civil
Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas que causó el conflicto: los muertos en el frente y por la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las epidemias, la reducción de la natalidad consiguiente, etc. se barajan cifras de entre medio millón y el millón de fallecidos. Los cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos, el coste demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la cifra de no nacidos, que según Salas Larrazabal llegaría hasta 630.000 mientras que G. Jackson los sitúa en 160.000, y la pérdida de población joven. La tasa de natalidad disminuyó hasta el 16.5 por mil en 1939.
En febrero de 1939 se publicó el decreto de Actividades Políticas que permitía juzgar a todos los vencidos por sus pasadas actividades políticas desde 1934. El increíble argumento jurídico de esta ley era la de considerar a los republicanos como reos de rebelión y del delito de oponerse al triunfo del Movimiento nacional, triunfo “históricamente inevitable”, como decía la ley misma. En 1940 se añadió a ella una nueva ley de Represión del Comunismo y la Masonería. Esto supuso que el número de prisioneros políticos en las cárceles y campos de trabajos forzados (Valle de los Caídos o Castruera) fuese muy elevado, 270.719 según el anuario estadístico en 1939. Murieron en prisiones franquistas, entre otros, Julián Besteiro o Miguel Hernandez. Sin embargo, la oposición al régimen se hizo creciente surgiendo el “maquis” y teniendo como acción más destacada la invasión del valle de Arán en 1944.
Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano. Ya durante el conflicto, los "niños de la guerra" fueron evacuados a países extranjeros, Méjico, Francia, Reino Unido pero sobre todo a la Unión Soviética, pero el gran éxodo tuvo lugar en enero y febrero de 1939, consecuencia de la conquista de Cataluña. Que fueron reunidos en campos de refugiados como el de Argelés. Finalmente se produjo un último exilio a finales de marzo con el final de la guerra y desde los puertos de levante como valencia, Alicante, Cartagena o Almería intentando alcanzar las costas de Argelia.
En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados. Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura, muchos no volvieron a España o esperaron a la muerte del dictador en 1975. Este exilio supuso una importante pérdida demográfica para el país, una población joven y activa, que incluía a gran parte de los sectores más preparados del país, las elites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata, funcionarios, militares y personal altamente cualificado. Murieron exiliados Manuel Azaña o Largo Caballero.
Muchos de estos exiliados en Francia se alistarían en la Legión Extranjera combatiendo en Narvik (Noruega), formando parte de las primeras tropas de De Gaulle, en el Norte de África integradas luego en la división Leclerc y siendo los primeros en entrar en París en 1944. Además muchos otros colaborarán con la resistencia francesa durante toda la guerra. Otro grupo terminará en los campos de concentración nazis como los de Dachau o Mauthausen.
La emigración española a América como consecuencia de la Guerra es uno de los episodios más notables de la posguerra. Son célebres las expediciones de emigrantes en los barcos “Ipanema” o “Winnipeg” que llegaron a Méjico, país que gobernado por Lázaro Cárdenas les recibió generosamente. La colonia de emigrados produjo obras culturales importantes, centros de estudio y editoriales. Además desde 1945 se eligió un gobierno republicano en el exilio, institución que permanecería hasta 1977.
La guerra fue una verdadera catástrofe económica. A la desaparición de una gran parte de la población activa española hay que añadir las cuantiosas pérdidas materiales. Un dato revela su magnitud, la renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950. En la cornisa cantábrica se produce una reducción el 50% en la producción de acero y hierro fundido con respecto a 1929. Se produjo la destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía básicamente agraria. Pero es que además la producción de trigo acusa una reducción del 30 % en 1939 respecto a 1935, la cebada, un 35% y la remolacha, un 65%. La ganadería por su parte sufre un descenso muy fuerte, al desaparecer el 40% de los caballos y el 25% del ganado mular y bovino.
Destrucción de viviendas, se calculan en unas doscientas cincuenta mil, con ciudades arrasadas como Guernica o Belchite y otras con grandes daños como Madrid, Barcelona o Teruel. Los transportes quedaron seriamente dañados, el 75% de los puentes han de ser reparados, el 40% de locomotoras y vagones deben ser repuestos y el 70% de los autobuses están inservibles. España soporta, además, la deuda contraída por el régimen franquista con Alemania e Italia, a lo que hay que sumar las deudas con las compañías petroleras norteamericanas. Así mismo hay que añadir la desaparición de 510 toneladas de oro del banco de España por pago de armamento y víveres por parte del Gobierno republicano sobre todo a la URSS. El resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.
La guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra. El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su origen bélico. Las heridas de la guerra civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de los vencidos fue un rasgo clave del franquismo.
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