Conquista y romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica.

El Legado romano: La conquista por Roma se inició tras el desembarco de Escipión en Ampurias el 218 a.C. en el contexto de la Segunda Guerra Púnica. Fue un largo proceso que se extendió a lo largo de dos siglos durante varias fases y guerras, como las lusitanas, numantinas o cántabras. La economía romana tenía como base las ciudades como Mérida, Cádiz o Zaragoza. Se cultivaba principalmente cereales, vid y olivo. Además, Hispania era rica en metales preciosos como el oro en Asturias, la plata en Sierra Morena o el cobre en Ríotinto. Este comercio discurría por vías y calzadas, como la ruta de Roncesvalles a Astúrica o la Vía de la Plata. Así mismo, Hispania disfrutaba de un tráfico marítimo fluido con Roma a través de puertos como Tarraco, Cartago Nova y Gades. El denario de plata romano se impuso como moneda única y la administración dividía en 6 provincias a Hispania. El concepto de romanización supone la integración plena de la sociedad hispana en el conjunto del mundo romano. Por este proceso, los pueblos indígenas como iberos o celtas fueron asumiendo la cultura romana. El latín se impuso como lengua común, se aplicó el derecho romano y se adoptó la religión politeísta romana aunque posteriormente, en el siglo I el cristianismo se difundió por Hispania. Fue una de las provincias del imperio más romanizadas. Buena prueba de ello fue que varios emperadores nacieron en la península como Trajano o Adriano.