LA CRISIS DE 1808 Y LA GUERRA DE INDEPENDENCIA ESPAÑOLA (II)


Infantería y artillería española: 1.- Infantería de línea, regimiento de Zaragoza. 2.- Infantería ligera, regimiento de Córdoba. 3.- Granadero de infantería de línea. 4.- Artillero en 1808. 5.- Artillero en 1810. 6.- Granadero del regimiento de Guadalajara. 7.- Granadero del regimiento de la Princesa. (Fuente: L.-F. Funcken L`Uniforme et les armes des soldats du Premier Empire. Vol. 2. París, 1968. Página 115)

El desarrollo militar de la guerra

Al inicio la relación de fuerzas era dramática para los españoles. Frente a poco más de 100.000 soldados franceses España contaba con apenas unos 70.000, además parte de sus mejores tropas estaban en Dinamarca al mando del marqués de La Romana. Los ejércitos del Emperador llevaban años paseándose por Europa, sin embargo la guerra tuvo unas características totalmente propias en España.

Por un lado, el surgimiento de guerrillas, como las de El Empecinado, el cura Merino o Espoz y Mina. Pequeñas partidas de unas pocas decenas de hombres que perturbaban las comunicaciones, suministros y refuerzos franceses. Reglamentadas por las Cortes en 1810 llegaron a convertirse en auténticas divisiones regulares del Ejército español como el caso de la División Navarra de Espoz y Mina que participó en 1814 en el asedio de Toulouse. Por otro lado, el fenómeno de los asedios, como las ciudades de Zaragoza o Gerona donde las tropas imperiales malgastaron tiempo, hombre y recursos para el control de las mismas. En ningún otro lugar de Europa se vieron ciudades rodeadas y dispuestas de defenderse del invasor hasta sus últimas fuerzas.


Se pueden distinguir cuatro fases en la guerra:

Primera fase: (Mayo-Noviembre 1808)

En la Península hay cuatro cuerpos de ejércitos franceses: en Lisboa (Junot), en Madrid (Murat), otro más dispuesto a ocupar Cataluña y un cuarto en la zona de Burgos, con intención de conquistar Zaragoza. Sin embargo, tras sofocar los levantamientos y enviar a las tropas de Dupont a saquear Andalucía comienzan los reveses franceses. En primer lugar en el Bruch, luego las tropas de Verdier ante la Zaragoza defendida por el general Palafox y finalmente la humillante derrota francesa en Bailén, donde las tropas españolas del general Castaños consiguieron la rendición de las francesas de Dupont, incluidas unidades de la mismísima Guardia Imperial francesa. Como consecuencia de estas derrotas José I tenía que abandonar la capital donde se establecía en el palacio de Aranjuez una Junta Suprema Central. Las tropas francesas quedaban dominando una pequeña parte de la zona del País Vasco.





Segunda fase: (noviembre 1808-febrero 1809)

Napoleón en persona al frente del Grand Armee cruzó la frontera el 4 de noviembre de 1808. El días 10 sus tropas saqueaban Burgos y casi a la par derrotaba a Blake en Espinosa de los Monteros y a Castaños en Tudela. El 30 de noviembre se producía el golpe de mano de 150 lanceros polacos en el puerto de Somosierra y el 4 de diciembre tras su rendición Napoleón dormía en Madrid. En enero continuaba la campaña contra las tropas del británico Moore, quien moría en la batalla La Coruña, donde las tropas inglesas reembarcaron con destino a Lisboa. El 21 de febrero Zaragoza se rendía. Formada una nueva coalición antifrancesa en Europa el Emperador abandonaba precipitadamente la Península confiando el fin de las operaciones a su hermano José y sobre todo a sus mariscales, en especial Soult.

Tercera Fase: (febrero 1809-marzo 1811)

En 1809 dos intentos por reconquistar la capital fracasaron. En primer lugar en julio sir Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington, fue rechazado en Talavera. Posteriormente en noviembre Soult derrotaba a Castaños en Ocaña. Tras estas dos victorias y con el refuerzo de 40.000 hombres Soult pasaba a la ofensiva quedando los británicos cercados en las proximidades de Lisboa y los españoles en Cádiz. Prácticamente la Península estaba en manos francesas.

Cuarta fase: (marzo 1811-abril 1814)

A partir de aquí comienza el declive francés. En marzo de 1811 tras la derrota ante la línea Torres Vedras los franceses abandonan Portugal y en mayo se produce la batalla de Albuera. Además hay que contar con el desgaste sufrido ante Cádiz y sobre todo con la campaña de 1812 en Rusia, que había abandonado el Bloqueo Continental. En marzo de 1812 Wellington ocupaba Badajoz, poco después Napoleón retiraba a 50.000 hombres para enviarlos a Rusia. En junio los británicos ocupaban Salamanca, un mes después tenía lugar la batalla de los Arapiles quedando abierto el camino de la capital. Aún así José regresaba a la misma en noviembre. Pero el desastre en Rusia obligó al Emperador a retirar otros 100.000 hombres, dejando el mismo número de soldados franceses frente a casi 200.000 de las tropas españolas, británicas y portuguesas. En mayo de 1813 comenzaba la ofensiva final. El 21 de junio los franceses eran derrotados en la batalla de Vitoria y tras las derrotas de San Sebastián y San Marcial las tropas invasoras volvían a cruzar los Pirineos. En 1814 eran los aliados los que asediaban Burdeos y Toulouse antes de firmar el armisticio.

Caballería española: 1.- Húsar del regimiento de Maria Luisa. 2.- Regimiento de Húsares españoles. 3.- Caballería pesada, regimiento del rey. 4.- Dragón, regimiento de Almansa. 5.- Cazador a caballo del regimiento de Olivenza. (Fuente: L.-F. Funcken L`Uniforme et les armes des soldats du Premier Empire. Vol. 2. París, 1968. Página 113)

Consecuencias

El final de la guerra dejó un país arrasado. Se calcula que hubo cerca de medio millón de muertos sobre una población de unos once millones. Además, habría que contabilizar los muertos por epidemias, enfermedades y la gran hambruna que asoló el país en 1812. A estos hay que sumar los mutilados y heridos de guerra. Igualmente, debemos indicar que el exilio de cerca de 15.000 afrancesados supuso la pérdida de una élite difícilmente sustituible. Las pérdidas materiales también fueron cuantiosas, tras los asedios numerosas ciudades estaban completamente arrasadas, como Zaragoza, Gerona o San Sebastián. En otras como Salamanca o León la ocupación francesa había causado la destrucción de importantísimos edificios y monumentos artísticos, además del expolio de numerosas obras de arte.

Las consecuencias económicas fueron notables. La incipiente industrialización de finales de siglo en el textil catalán se perdió por el robo de maquinaria o destrucción de las fábricas. Las comunicaciones con el mercado colonial habían desaparecido desde 1797. Sin embargo, fueron los campesinos los que soportaron el peso principal de la guerra; alistamientos masivos, requisas de alimentos y animales, destrucción de las cosechas y abandono de los campos dejaron un país agotado. La guerra además arruinó definitivamente a la Hacienda española, al tener que pagar a dos administraciones distintas. Mientras los ingresos cayeron en picado los gastos aumentaron a un ritmo asombroso.

A nivel internacional las principales consecuencias fueron para Francia. El desprestigio de la derrota de Bailén llevó al Emperador a enfrentarse a una nueva Coalición. Siempre se tuvo que disponer de un numeroso ejército para controlar la Península, donde además cada año de guerra se perdían 30.000 hombres para el Ejército imperial. Sin embargo, la importancia de “la úlcera española”, como el mismo Napoleón calificó a la guerra de Independencia, no se vio reflejada en el Congreso de Viena de 1815. La vil actuación del nuevo rey Fernando durante toda la guerra, capaz de celebrar las victorias francesas con fuegos artificiales en su residencia de Valençay, lastaron las reclamaciones españolas. Lejos de obtener compensaciones económicas o territoriales España tuvo que hacer frente a un levantamiento en sus colonias americanas, falta de cualquier ayuda internacional y que con el intervencionismo británico terminarían con su emancipación en 1824, tras la derrota de Ayacucho.





Para saber más:
El Ejército español en 1808:
http://www.lorem-ipsum.es/blogs/delaguerra/?p=9
La batalla de Bailén:
http://www.elgrancapitan.org/portal/index.php/articulos/historia-militar/1095-bail-la-batalla-que-unia-espa
Bibliografía:

Francisco Vela Bailen 1808. Editorial Almena


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