"He dormido muchas noches en ese salón", cuenta el ingeniero Maurizio Seracini, pelo blanco y ojos azules. Seracini (Florencia, 1946) ha pasado los últimos 30 años de su vida pensando en esa enorme habitación, persiguiendo a un fantasma de 500 años de edad: La batalla de Anghiari, una obra pintada (y nunca acabada) por Leonardo da Vinci durante el año de 1505. "Fueron muchas noches de invierno y de frío, porque para medir la temperatura de las paredes no puede haber luz ni fuentes de calor cercanas", recuerda Seracini. "Pero gracias a eso hoy conocemos cómo era la estructura antigua del salón. Y pensamos que la pintura está ahí detrás, escondida en el muro que está frente a la puerta de entrada. Porque nadie ha dado un indicio de que fuera destruida".
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