Video: La conquista de Hispania

La consolidación política de Roma está fuertemente ligada a su vocación expansionista, que acabará por convertirla en un gran imperio. En el siglo V antes de Cristo ya se encontraba a la cabeza de una federación de ciudades de su región, el Lacio. En los siglos siguientes los romanos consiguen vencer a los etruscos, situados en el norte de la península italiana, y federarse con los griegos de la Magna Grecia. El siguiente objetivo, el control de la navegación por el Mediterráneo, lo obtuvieron tras vencer a los cartagineses en las llamadas Guerras Púnicas, la segunda de las cuales, en el 218 antes de Cristo, tuvo como escenario la península Ibérica y fue el primer episodio de su conquista y conversión en la Hispania romana. Tras la victoria sobre los cartagineses, la península Ibérica se convierte en Hispania, provincia del imperio, pero su conquista será paulatina y no acabará hasta que Augusto, en el año 29 a.C., consiga vencer a los cántabros, último pueblo en someterse. Al mismo tiempo se la divide, a efectos administrativos, en dos provincias, la Ulterior y la Citerior, cuyos límites se adaptan a las fronteras preexistentes entre las poblaciones locales: iberos, celtíberos y celtas por un lado; turdetanos, lusitanos y celtas meridionales por otro lado; y al norte los cántabros, independientes casi hasta el cambio de era.



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