Las colonizaciones históricas



Desde muy pronto la Península Ibérica es objeto de atención por parte de pueblos lejanos procedentes del Oriente mediterráneo, quienes aprecian las posibilidades económicas, fundamentalmente minerales, que ofrece esta región.
Los primeros en establecer contactos permanentes con los pueblos peninsulares son los fenicios, pueblo comerciante al que se atribuye la fundación de enclaves importantes como la ciudad de Cádiz y otros en la región de Málaga. La presencia de los fenicios se remonta al siglo VIII antes de Cristo, fundando factorías desde las que comerciaban con los pueblos indígenas con salazones, alfarería, metales, etc. Desde estos enclaves, aspectos importantes de la cultura fenicia y del Mediterráneo oriental fueron llevados a la Península Ibérica.
Importante fue también la colonización griega, que llegó atraída por las riquezas minerales de la región y por los ecos de la cultura de Tartessos. El conocimiento y la fascinación griega por el Occidente mediterráneo aparece reflejado en su mitos, como el que sitúa las Columnas de Hércules en el estrecho de Gibraltar.
Menos decisiva que la fenicia, la colonización griega se limitó a la fundación de un escaso número de factorías costeras desde las que comerciaban con las etnias locales. Fruto del contacto griego fueron las fundación de Ampurias, hacia el 575 antes de Cristo, debida a la llegada de colonizadores helenos desde la colonia griega de Massilia, la actual Marsella.

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