INTRODUCCIÓN
La figura siguiente resume todos los elementos que estamos acostumbrados a ver en las películas del oeste, o más exactamente, del sudoeste americano.
Si revisamos los múltiples detalles del bordado nos daremos cuenta de que la prolija descripción que contiene se ciñe a la segunda mitad del siglo XIX. De no ser así, no aparecerían en el centro dos locomotoras de vapor y un clavo de oro representando la consecución del enlace por ferrocarril entre el este y el oeste de los Estados Unidos. Tampoco aparecería un soldado de caballería con su típico uniforme azul. Otro tanto podemos decir del revólver y la pequeña pistola Derringer que están más arriba. Y lo que ya es definitivo, la torre de la que mana petróleo y que aparece representada en la parte superior junto a El Álamo, ambos en Texas.
El resto de las figuras, que representan un vaquero a caballo con lazo persiguiendo a un cuernilargo (long-horn), la carreta de colonos, la fauna y flora, los indios con sus tipis, pueblos de adobe, caballos y artesanía, podrían parecer en principio más intemporales.
Lo anterior nos sugiere al menos dos tipos de preguntas:
· ¿El oeste americano fue siempre así? ¿Qué ocurría en aquella parte del mundo cincuenta, cien o doscientos años antes, cuando la marea colonizadora proveniente del este de los Estados Unidos tras la guerra de Secesión (1861-1865) ni estaba ni se la esperaba?
· De todo lo que se representa en el cuadro, ¿qué nos recuerda a España? Bastantes responderán que, como mucho, la misión que aparece en la parte inferior. Alguno tal vez diga que El Álamo, representado arriba a la izquierda, que también fue una misión.
Sin embargo, el sudoeste americano, tal y como aparece en las películas, debe mucho de sus orígenes, su cultura y su historia a la presencia española en aquellas tierras, siglos antes de que apareciera por allí el primer anglosajón. De todo esto vamos a hablar a continuación.
Figura 1. Representación de los típicos elementos de las películas del (sud)oeste americano
CABEZA DE VACA Y LAS PRIMERAS EXPLORACIONES
El primer europeo que recorrió las tierras que hoy forman parte del sudoeste de los Estados Unidos y Norte de México fue Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Él y otros tres supervivientes de la fracasada expedición de Pánfilo de Narváez a la Florida Occidental, los capitanes Alonso del Castillo Maldonado y Andrés Dorantes de Carranza y un esclavo de este último, llamado Estebanico, vagaron entre 1528 y 1536 por zonas de los actuales estados de Texas y Nuevo México, hasta llegar a Ciudad de México.
La información que trajeron sobre la existencia de posibles riquezas animó a las autoridades españolas a organizar en 1539 una pequeña expedición de exploración dirigida por el franciscano fray Marcos de Niza, que llevó a Estebanico como guía. La relación entre ambos fue muy difícil. El antiguo esclavo era indisciplinado y promiscuo con las indias y terminó siendo asesinado por los nativos. Fray Marcos decidió regresar, no sin antes confundir los reflejos del sol en el adobe de un pueblo indígena con casas construidas de oro.
Figura 2. Ruta aproximada seguida por Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1528-1536)
LAS EXPEDICIONES DE VÁZQUEZ DE CORONADO Y DE SOTO
Con los datos recopilados, se organizó una nueva expedición, esta vez de gran tamaño. La dirigió Francisco Vázquez de Coronado y entre 1540 y 1542 el grupo principal y destacamentos menores recorrieron buena parte de lo que hoy son Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México y Arizona haciendo un exhaustivo reconocimiento, no exento de enfrentamientos con los indígenas y en el que se cita por primera vez a unos indios que se cree eran los apaches.
Pero si por algo se recuerda esta increíble exploración de aquel inmenso territorio, entonces muy alejado de las zonas bajo control español, es por el avistamiento del Gran Cañón del Colorado. Lo realizó un pequeño grupo que mandaba García López de Cárdenas.
Otro hito por el que merece recordarse la expedición de Coronado es porque con ella entraron por primera vez en aquellos territorios los caballos, animales que cambiarían la historia del oeste, sobre todo de las tribus indias. Es posible que algunos equinos fueran robados o se escaparan y empezaran a reproducirse con éxito, pero lo cierto es que la revolución del caballo no se produjo hasta muchos años más tarde, después de que los españoles colonizaron Nuevo México.
Casi simultáneamente a la aventura de Coronado, otra gran expedición, dirigida por Hernando de Soto, exploraba entre 1539 y 1543 el sudeste de los Estados Unidos, llegando hasta Texas. Queda en el haber de esta el primer avistamiento por europeos del río Misisipi.
Ambas expediciones, la de Coronado y la de Hernando de Soto, exploraron territorios inmensos y recopilaron gran cantidad de información, geográfica y antropológica, pero costaron muchas vidas y dinero y no se consideraron un éxito al no encontrar los metales preciosos que buscaban. Por eso, y por el retraso en el avance hacia el norte de la colonización española que supuso la guerra chichimeca, hasta unos 40 años después no volvieron a organizarse nuevas expediciones a esa alejada parte del continente.
Figura 3. Itinerario de la expedición de Francisco Vázquez de Coronado (1540-1542)
Figura 4. Cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau representando el avistamiento del Gran Cañón del Colorado por el grupo de García López de Cárdenas
JUAN DE OÑATE Y EL NUEVO MÉXICO
De todos los intentos de reconocer y colonizar el norte del Virreinato de Nueva España que se realizaron a partir de 1581, el más importante y trascendental fue el dirigido por Juan de Oñate, a quién se le suele llamar el último conquistador. En 1598 lideró una expedición de exploración, conquista y colonización que alcanzó Arizona y Nuevo México, y estableció algunos asentamientos.
Con esta expedición entraron, ahora sí, en el sudoeste americano los caballos, las vacas mostrencas (antepasadas de los cuernilargos o long-horn), los bueyes, las ovejas, los cerdos, la agricultura, los sistemas de regadío, la religión y la cultura española.
En el Museo de Arte e Historia de Albuquerque, en Nuevo México, un gran conjunto escultórico con las figuras a tamaño real representa esta primera caravana de colonos. Conceptualmente es como las de las películas, pero con algunas diferencias: hay una carreta, pero con ruedas macizas y un solo eje, se usan los bueyes como animales de tiro, hay abundancia de animales domésticos, aparece un fraile franciscano y los soldados españoles llevan morrión, peto y espaldar.
Figura 5. La expedición de Juan de Oñate llevó la presencia española (en amarillo) muy al norte, hasta 2400 km de Ciudad de México
Figura 6. Albuquerque Museum of Art and History. La jornada. Conjunto escultórico que rememora a Juan de Oñate y la primera caravana de colonos que entró en Nuevo México (y en los Estados Unidos)
Los españoles entraron en contacto con los indios pueblo que habitaban en aquellas tierras. Los llamaron así por ser sedentarios y vivir en unas construcciones de adobe que les recordaban a los pueblos de la lejana Castilla. Los misioneros franciscanos empezaron a fundar misiones y consiguieron que algunos indios se convirtieran al cristianismo. Todos se beneficiaron de los caballos, los animales domésticos, los nuevos cultivos y las nuevas técnicas agrícolas y ganaderas que trajeron los españoles.
En 1607 se fundó La Villa Real de la Santa Fe de San Francisco de Asís, actual ciudad de Santa Fe, que se convirtió en la capital de la provincia y hoy en día es la capital del estado de Nuevo México, la más antigua de los 50 estados de la Unión.
La remota provincia de Nuevo México resultó ser ruinosa para el virreinato. No se encontraron metales preciosos y su única riqueza era la agricultura y la ganadería. Se llegó a plantear su abandono, pero al estar firmemente establecidas allí familias españolas y haberse convertido al cristianismo bastantes indios, se decidió permanecer.
Figura 7. Taos, Nuevo México, en 2007. Los colonos españoles contactaron y se impusieron a los indios pueblo
Cada vez que en algún lugar de la monarquía hispánica se creaba un nuevo asentamiento, para que pudiera afianzarse y prosperar, era necesario hacerle llegar suministros y darle la oportunidad de exportar lo que produjera. En el caso de Nuevo México, esto se hizo prolongando el conocido como Camino Real de Tierra Adentro o Ruta de la Plata, que unió Santa Fe y Ciudad de México a través de las zonas mineras del centro del virreinato de Nueva España. Ambas ciudades distaban entre sí 2400 km y el camino era muy inseguro: bandidos, indios hostiles, desiertos, desbordamientos... Se organizaban caravanas que recorrían esta ruta escoltadas por dragones de cuera, la caballería acuartelada en los presidios (fuertes) encargados de apoyar la expansión hacia el norte y proteger las comunicaciones.
El Camino Real de Tierra Adentro, como toda ruta comercial, lo fue también de intercambio de personas y culturas. Dejó una profunda huella que ha llegado hasta nuestros días, hasta el punto de que la UNESCO lo declaró Patrimonio Mundial en 2010.
Figura 8. El Camino Real de Tierra Adentro unía Nuevo México con Ciudad de México
LA GRAN REVUELTA DEL NORTE Y LA REVOLUCIÓN DEL CABALLO
En 1680, se produjo la conocida como Gran Revuelta del Norte, el más importante levantamiento indígena ocurrido en el imperio español. Fue el resultado de los abusos de colonos y religiosos sobre los indios pueblo, pero también de la hambruna provocada por una pertinaz sequía y de la incapacidad española de detener el hostigamiento al que los pueblo eran sometidos por otras tribus nómadas o seminómadas, en particular una serie de grupos indígenas conocidos como los apaches. Los españoles y los indios que les permanecieron fieles tuvieron que evacuar Nuevo México.
Uno de los efectos de esta revuelta fue que muchos caballos se escaparon, comenzando a reproducirse salvajes con gran éxito (los mesteños o mustang), o cayeron en poder de tribus indias, en especial de los apaches.
La verdadera primera gran revolución que hubo en Norteamérica fue la llegada del caballo a manos de los indios y la integración de este en su cultura. La mayoría de las tribus cazadoras y recolectoras solo poseían lo que podían llevar encima ellos mismos, solo podían desplazarse, cazar y combatir a la velocidad que les permitieran sus pies. Solo y ocasionalmente tenían como animales de carga a algunos perros, pero que competían con ellos por la comida. Por eso la llegada del caballo supuso poder desplazarse más lejos y más rápido a cazar o buscar alimento, supuso la superioridad militar sobre las tribus que no los tenían, o los tenían en menor cantidad, y supuso poder acumular más bienes y poder. El caballo cambió el mundo indígena. Y la tribu que más partido le sacaría fue una tribu nueva que apareció en las grandes praderas a principios del siglo XVIII: los comanches.
Para 1693 los españoles habían recuperado el territorio perdido y estaban otra vez en Nuevo México. Redujeron la presión sobre los indios pueblo, la convivencia mejoró y se enfrentaron juntos a un enemigo común, los apaches.
Figura 9. Retrato, copia de un original anónimo, del madrileño Diego de Vargas que reconquistó Nuevo México y fue gobernador de esta provincia
LA COLONIZACIÓN DE TEXAS
Por esas mismas fechas tuvieron lugar también los primeros intentos de ocupación española de Texas, motivados por la necesidad de contrarrestar la llegada de los franceses, que se expandían desde Canadá siguiendo el curso del río Misisipi.
En 1718 se fundó junto al río San Antonio la misión de San Antonio Valero. Próximo a ella se construyó el presidio de San Antonio de Béjar. Estás dos construcciones, junto con el canal de riego conocido como la Acequia Madre Valero, se consideran el origen de la actual ciudad de San Antonio. La misión cambió de función con los años y se llegaría a conocer como El Álamo, convirtiéndose en un pilar de la historia de Texas. Las misiones de San Antonio (la de San Antonio Valero no fue la única) fueron declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2015.
En 1720, se envió desde Santa Fe una expedición mandada por Pedro de Villasur para localizar y valorar la presencia francesa en aquellas regiones. Realizaron una marcha de 900 km llegando hasta Nebraska, en el centro geográfico de los Estados Unidos. Allí fueron sorprendidos y masacrados por los indios pawnee, equipados con armas de fuego y con el apoyo de comerciantes franceses. Villasur, la mayoría de los dragones y civiles, y algunos indios pueblo que también formaban parte de esta expedición, murieron en una matanza que tiene mucho paralelismo con la del general Custer en Little Big Horn. Solo que en el caso español sí hubo supervivientes y ocurrió 156 años antes.
Figura 10. Parte central de la pintura conocida como Segeser II, que muestra el final de la expedición Villasur. Esta matanza aceleró la ocupación española de Texas
La amenaza francesa hizo que consolidar la colonización de Texas se convirtiera en una prioridad para la monarquía hispánica. Lo logró la empresa dirigida por José Azlor y Virto de Vera, marqués de San Miguel de Aguayo, que entre 1721 y 1722 estableció cuatro presidios y varias misiones y poblaciones distribuidas por el sur y este de la nueva provincia.
El marqués de Aguayo, y sobre todo José de Escandón, 1er marqués de Sierra Gorda, colonizador de Nuevo Santander, actual estado mexicano de Tamaulipas, son considerados los introductores de la explotación de ganado en Texas, origen de los cinematográficos cowboys. Vacas y vaqueros tienen pues raíces españolas.
De forma similar a lo ocurrido en Nuevo México con el Camino Real de Tierra Adentro, el Camino Real de los Tejas se convirtió pronto en la ruta comercial que unía el presidio de Nuestra Señora del Pilar de los Adaes, la primera capital de la provincia de Texas, situada muy cerca de la Luisiana francesa, con Ciudad de México, a 2000 km de distancia. El Camino Real de los Tejas está declarado en Estados Unidos National Historic Trail.
Figura 11. Presidios, misiones y poblaciones de la colonización inicial de Texas
CONCLUSIONES
Si recapitulamos lo dicho hasta ahora, vemos que ya hacia 1700 tenemos un cuadro equivalente al de la Figura 1, pero con algunas diferencias y otros protagonistas. Están los indios pueblo, que terminaron siendo aliados fieles de los españoles, hay tribus indias, hostiles o no, con caballos, el ganado cuernilargo manejado por vaqueros. Y no olvidemos que los animales domésticos fueron introducidos en América por los españoles. Tenemos caravanas de colonos y de aprovisionamiento, que en muchos casos usaban mulas, o si acaso carretas de un eje, y tenemos fuertes (los presidios) y soldados de caballería (los dragones de cuera). Resumiendo, mucho antes de la segunda mitad del siglo XIX ya había un lejano oeste con todos los elementos vistos en el cine. Pero algunos de sus principales actores, en vez de anglosajones, eran españoles.
A lo largo del siglo XVIII y principios del XIX, este lejano oeste no dejaría de evolucionar y parecerse cada vez más al de las películas, pero seguiría siendo un lejano oeste español.
Con mi agradecimiento a Marta, por su exquisito bordado sobre el sudoeste americano y por el cariño con el que lo hizo y me lo regaló.
Autor: Francisco Moreno del Collado
No hay comentarios:
Publicar un comentario