La llegada de los borbones al trono supuso una serie de transformaciones en la administración de los virreinatos en las Indias, si bien estos se fueron produciendo de forma gradual. una de las primeras medidas fue la introducción de las visitas a fin de conocer la realidad y planificar las reformas.
Sociedad:
Estaba en organizada en torno a dos grupos:
La elite española, formada por decenas de miles de peninsulares y criollos, los cuales controlaban la administración y eran los propietarios de la tierra, las minas y las demás fuentes de riqueza.
El resto de la población constituida por la mayoría indígena y los esclavos negros.
Era una sociedad organizada de forma racial pese a que había una importante mezcla racial: mestizos (blanco e india), mulato (blanco y negra) zambos (indio y negro)…
Economía:
Pese al contrabando británico el monopolio comercial continuó siendo efectivo, si bien los antiguos territorios de la Corona de Aragón se beneficiaron durante el siglo XVIII de este comercio del cual estaban antes excluidos, así por ejemplo a final de siglo se desarrollaron las fábricas indianas en Barcelona.
El circuito comercial siguió siendo básicamente el mismo que en siglos anteriores, envíos de plata a cambio de manufacturas peninsulares, materias primas y productos agrícolas. Con la aparición del mercantilismo se impulsó la creación de compañías privilegias de comercio como la Compañía Gipuzcoana de Caracas aunque sin grandes resultados.
En 1735 se suprimió el tradicional sistema de flotas por el sistema de registros, en el que los particulares podían cargar sus mercancías en barcos autorizados que partían cuando querían desde Cádiz. En 1778 con Carlos III se autorizó el libre comercio directo, suprimiendo el monopolio de Cádiz y en 1790 se disolvió la Casa de Contratación.
Administración:
Se crearon dos nuevos virreinatos, en 1739 el de Nueva Granada y en 1776 el de Río de la Plata y ese mismo año se introdujo la figura del intendente que desplazó a los gobernadores existiendo en 1790 hasta 43 intendencias.
A comienzos del siglo XVIII el Consejo de Indias perdió su papel siendo sustituido primero por la Secretaría del Despacho Universal de Marina e Indias, creada en 1714 y desde 1754 la Secretaría de Indias, que en 1787 se desdobla en dos, una de Hacienda y otra de Gracia y Justicia, desapareciendo ambas en 1790 cuando los asuntos indianos se adjudican, según materia, a los otros departamentos del gobierno. En cuanto al Consejo de Indias, desde 1717 sólo conservó funciones judiciales y de asesoramiento, y fue eliminado en 1812 por las Cortes de Cádiz, aunque su desaparición oficial se producirá en 1834.
La reforma del sistema judicial se debió al deseo de los monarcas de erradicar la corrupción y la incompetencia en las Audiencias americanas, de reforzar la autoridad de la corona a costa del fuero eclesiástico y, por último, de mejorar la calidad y honradez de la administración de justicia, especialmente en las regiones de mayor población indígena.
Para cumplir los objetivos mencionados, la corona terminó con la designación de criollos para los cargos en las Audiencias y la venta de cargos, además agregó un regente, proveniente de España, que informaría al ministro de Indias de las resoluciones más importantes. Estas medidas pretendían generar una burocracia judicial más eficaz y, sobre todo, independiente de la sociedad colonial y los intereses locales.
Epílogo:
La expulsión de los jesuitas en 1767 tuvo en América una importante consecuencia: la Corona se anexionó importantes tierras, sobre todo en Paraguay, que hasta ese momento habían estado en manos de la Compañía de Jesús.
Esta nueva política borbónica, enfocada sobre todo al beneficio de la metrópoli, engendró movimientos de protesta de la explotada mano de obra indígena. En 1780-1781 se inició una revuelta en Perú iniciada por los criollos pero que pronto se convirtió en una rebelión indígena (Tupac Amaru). La revuelta fue duramente reprimida.