1.- INTRODUCCIÓN
Durante el siglo XIX se produce la sustitución de la economía feudal y de la sociedad estamental por un sistema económico capitalista y una sociedad de clases. La nueva sociedad liberal se
definirá por la propiedad.
2.- LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS.
Los cambios agrarios durante la revolución liberal y la
desamortización:
La revolución liberal trajo consigo una serie de cambios legales que
transformaron el campo español, entre las más importantes podemos
destacar la supresión definitiva de la vinculación de las tierras,
la abolición del régimen jurisdiccional, la libertad de cercamiento
de las tierras, de comercialización de las cosechas y de fijación
de precios y la supresión del diezmo, entre otras. Sin embargo, la
más importante de todas ellas fue la desamortización de las tierra
de las Iglesia y de los concejos. Las primeras medidas
desamortizadoras las tomó Manuel de Godoy (1798), continuadas por
las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal. Una de las más importante
de ellas sería la de Mendizábal (1836) que en principio afectó al
clero regular. El objetivo fue el amortizar la elevada deuda publica
y hacer frente a los gastos de la Primera guerra Carlista. Además se
consigió que las clases dirigentes se hicieran con grandes
cantidades de bienes raíces y apoyasen al bando isabelino. En 1841
Espartero incluiría las tierras del clero secular en un proceso que
se extendió hasta 1845. En 1855 se produciría la ley de
desamortización de Pascual Madoz, durante el bienio progresista,
poniendo a la venta el resto de propiedades del clero y los bienes
municipales de propios y baldíos.
La evolución de la agricultura durante el siglo XIX:
España era un país fundamentalmente agrario con aproximadamente dos tercios de la población campesina. Se pueden distinguir tres fases:
• Desde principio de siglo y hasta la terminación de la Primera
Guerra Carlista (1840) se trata de una fase de estancamiento.
• Una fase de crecimiento debido a las desamortizaciones y otras
medidas orientadas al liberalismo económico como la supresión del
régimen jurisdiccional o la propiedad privada de la tierra.
• El último cuarto de siglo se caracteriza por la crisis finisecular debido a la mejora de los transportes y la necesidad de
modernización agrícola.
La producción continuaba basándose en la trilogía mediterránea:
• Cereales: Especialmente trigo que constituían el sector básico.
• Viñedo: Sector que creció viviendo una edad de oro a finales de
siglo cuando la filoxera y el mildiu afectaron a los viñedos
franceses. Aunque cuando la plaga llegó a España la situación
sería dramática.
• Olivo: Que vivió una fase expansiva.
A estos productos hay que añadir los cítricos, cultivados
fundamentalmente en Levante. Sin embargo la ganadería disminuyó su
importancia y además no se puede hablar de una revolución agrícola.
Y ya que aunque se introdujo nueva maquinaria, abonos, fertilizantes
y nuevos cultivos como la patata o el maíz, esto fue en muy poca
medida como para mejorar notablemente la agricultura.
El retraso en la incorporación a la revolución industrial:
La industrialización en el XIX fue muy tardía e incompleta, especialmente en una primera fase hasta 1830, así habría que esperar 1850-70 para ver un impulso significativo. Esto se debió a tres causas:
• El carbón asturiano era caro, de difícil extracción y escaso poder calorífico.
• La población tenía un bajo poder adquisitivo con lo que existió una baja demanda que no hizo necesario la introducción de nueva maquinaria en la industria.
• La falta de capitales, lo que obligaría finalmente a recurrir a
capitales extranjeros. Los dos sectores claves de la
industrialización fueron el textil y el siderúrgico, en Cataluña y
País Vasco.
El algodón desplazó a otros tejidos y en 1833 la fábrica Bonaplata de Barcelona introdujo en sus talleres la maquina de vapor. El crecimiento del sector textil catalán desde entonces y hasta 1860 fue vertiginoso. Sin embargo el inicio de la Guerra de Secesión en 1861 produjo en Europa un "hambre de algodón" que la industria textil superó gracias a medidas proteccionistas. En los años 80 la demanda de Cuba y Puerto Rico dieron un nuevo impulso al sector quedando Barcelona como capital del algodón y otras ciudades como Sabadell o Tarrasa especializadas en otros productos.
Malagá fue la primera provincia que vio surgir empresas
siderúrgicas, sin embargo pronto Vizcaya y especialmente la cuenca
del Nervión se señalaría como la principal zona de industria
siderúrgica. Además al puerto de Bilbao podía llegar carbón
británico, más barato y de mejor calidad y en los mismos barcos se
exportaba hierro a Inglaterra o Bélgica. (Societè Franco-Belge des
Mines de Somorrostro 1876) A mediados de siglo un alto horno en
Bolueta y en 1902 con la fusión de tres grandes empresas nació la
sociedad Altos Hornos de Vizcaya.
Transportes: El boom del ferrocarril
El principal transporte del siglo XIX fue el ferrocarril para cuyo desarrollo en España hubo que salvar las condiciones naturales que supusieron un gran obstáculo. Sin embargo frente a los transportes tradicionales en calesas, galeras o carros el ferrocarril supuso la máxima innovación. La primera línea se construyó en 1848 entre Barcelona y Mataró con un recorrido de 28 kilómetros y la segunda unió Madrid con Aranjuez en 1851. Sin embargo la primera línea se construyó en 1837 en la isla de Cuba entre La Habana y Güines.
La ley de Ferrocarriles de 1855 supuso el verdadero impulso a la construcción, durante el siguiente decenio se construyó la mayor parte de la red impulsado especialmente por capital extranjero. El gran problema fue que la vía debió hacerse más ancha que en el resto de Europa, no fue ni un error técnico ni una decisión de carácter militar, sino una necesidad de disponer de locomotoras con más potencia para salvar los desniveles del terreno. De todas formas las consecuencias del desarrollo del ferrocarril es España fue muypositivas, permitiendo el abastecimiento de las ciudades, el transporte de todo tipo de productos y acortando los tiempos y los costes.
La máxima novedad de la centuria fue el ferrocarril, símbolo del progreso industrial. La primera línea se inauguró en 1848, durante el decenio 1856-66, se construyó gran parte de la red impulsada por capital extranjero y durante La Restauración se completó la trama peninsular. En su construcción se cometió un fallo nefasto: el ancho de vía diferente que nos incomunicaba con el exterior. Las consecuencias del ferrocarril fueron notables: acortó distancias y abarató costes.
El comercio, la aparición de un mercado interior y el sector financiero.
A principios de siglo el comercio en España se reducía a mercados comarcales y locales debido a las enormes trabas legales y la falta de una buena red de comunicaciones. Hasta 1834 los gremios siguieron obstaculizando la libre competencia. Además se pagaban numerosas tasas: portazgos, pontazgos, barcazgos, además de aranceles por cruzar la frontera de algunas regiones. En 1868 todavía existían 887 portazgos. Otros dos problemas fueron la escasez de productos y el bajo poder adquisitivo. La legislación intentó corregir todos estos males, la unificación de pesos y medidas, la introducción del sistema métrico decimal, la unificación monetaria, entre otras.
La mejora de la red de transportes, ferrocarril, navegación y tráfico viario permitió que vino, trigo y carbón fuesen los principales productos comercializados. La aparición de un verdadero mercado nacional no llegó a ser completa hasta finales de siglo gracias al intercambio entre las distintas regiones de productos agrícolas o industriales y al favorecer el movimiento de personas y la llegada de capitales extranjeros.
El sector financiero adoleció de la misma debilidad que el esto de
la economía española. En 1856 se aprobaron dos leyes, la primera de
ellas reguló la emisión de moneda y creó el Banco de España, la
segunda de ellas fue la Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias que
reglamentó el sector. Posteriormente, durante el sexenio, se aprobó
el ministro Figuerola acometió una reforma monetaria que introdujo
la peseta. Durante los primeros años de la Restauración se vivió
una “fiebre del oro”, un gigantesco proceso de inversión
financiera, mientras que surgía una poderosa banca. Tras el desastre
se fundaron algunos de los bancos más importantes como el Santander,
Bilbao o Vizcaya.
El sector público fue consolidándose tras la reforma fiscal de 1845
y la consolidación de la deuda en 1852. Se acometieron grande sobras
públicas, como la construcción del Canal de Isabel II. La crisis de
1865 hundió el crédito público. Tras 1898 se produjo un
saneamiento de las deudas del Estado consiguiendo superávit entre
1902 y 1909.