Llama la atención que el Museo del Prado sólo cuente con un cuadro de Rembrandt, 'Artemisa', un lienzo que en su día adquirió el marqués de la Ensenada y que herederó la pinacoteca. Una ausencia que paliará, desde el próximo 15 de octubre y hasta el 6 de enero, la exposición 'Rembrandt. Pintor de historias'. La muestra recorre las diferentes etapas del maestro holandés, gracias a los préstamos de grandes instituciones del mundo.
La razón por la que el artista tiene tan poca presencia el El Prado, frente a contemporáneos como Rubens o Tiziano, está en las pésimas relaciones que mantenían Holanda y España en pleno siglo XVII.
La guerra con los antiguos territorios hacía que nuestro país mirara más hacia Italia, que hacia el enemigo para sus adquisiciones, según explica Alejandro Vergara, comisario de la muestra y jefe de conservación de pintura flamenca del Prado. El que el holandés vendiera su obra en el mercado de Ámsterdam a la burguesía explica que muchos de sus títulos continúen en manos privadas.
Con un propósito eminentemente didáctico, Vergara ha ordenado la exposición de un modo cronológico, lo que deja clara la trayectoria de Rembrandt: del artista "jocoso, cómico y altivo" de los primeros años, que puede verse en el primer 'Autorretrato' que abre la muestra, al "gran coreógrafo melodramático" de su época de mayor esplendor -cuyo mayor ejemplo es 'Sansón', en la que se aprecia y casi se siente el dolor del protagonista-, terminando en la "introspección, en la serenidad moral" de sus últimos años.
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